LOS AÑOS  Y EL TIMÓN

Written by Demetiro J Perez

6 de febrero de 2024

Confieso que tengo más de noventa años de edad y que mis habilidades para conducir un automóvil se han reducido, aunque de vez en cuando me atreva a internarme en el profuso y confuso tránsito de vehículos que ferozmente compiten por un espacio en las autopistas locales. Ciertamente familiares y amigos me aconsejan de forma reiterada que me abstenga de manejar, aludiendo al socorrido tema de los años que pesan sobre mi cabeza. Creo que le voy a hacer caso a mis queridos consejeros.

La Asociación Americana del Automóvil (AAA) ha informado que los conductores de avanzada edad representan el 18% de todos los que manejan en el país, y señala el lamentable hecho de que debido a las deficiencias propias de los años se enfrentan más comúnmente a los peligros de accidentes, muchos de ellos mortales.

El estado de Florida ocupa un angustioso lugar en la lista de tragedias provocadas por los conductores ancianos en nuestras vías públicas. El Departamento Estatal de Seguridad Vial y Vehículos ofrece un servicio especial poco conocido a los conductores de edad avanzada, identificado como “información de contacto de emergencia”. Se trata de un breve formulario que garantiza inmediata atención policiaca  y médica en casos de emergencia y que puede llenarse en breves minutos por medio cibernético. A nuestra edad el tiempo hay que aprovecharlo de inmediato porque cada minuto puede ser decisivo para la conservación de nuestra vida.

La mayoría de las personas casi nonagenarias suelen vivir en recintos apropiados para su edad, pero en muchos casos residen con familiares que no les imponen normas de seguridad. Los problemas de la vista y la incapacidad para reaccionar con rapidez y eficiencia son factores que afectan de forma evidentemente negativa a los conductores. Probablemente a la hora de renovar sus licencias de conducción se las nieguen o les impongan restricciones en el uso de las mismas, pero hay que tener en cuenta que generalmente, si se las conceden,  son válidas por cinco años y en ese largo tramo de tiempo suelen producirse cambios de matiz negativo.

De acuerdo con datos dados a conocer al público que pueden tener ligeras alteraciones pues el tiempo no se detiene y los números son inquietos, 40 millones de conductores en Estados Unidos tienen más de 65 años de edad, y cerca de cinco millones de éstos están legalmente autorizados para manejar en la Florida.

Se calcula que en el Estado hay 702,000 conductores entre la edad de los 80 y los 89 años, y 112,000 tienen más de 90 años. No sería de extrañarnos que estas cifras hayan aumentado, porque de todos es conocido que Florida es un paraíso para los jubilados y diariamente centenares llegan a nuestro entorno para establecerse definitivamente. Nuestro clima siempre generoso, las playas siempre abiertas y las actividades al aire libre son disfrutes que no se gozan en todas nuestras latitudes geográficas.

La organización AAA es una fuente de ayuda muy especial. Sin que nos paguen comisión, la recomendamos. Cuando nos quedamos sin combustible, o dañamos una goma o perdemos la fuerza eléctrica, una llamada generalmente se responde en menos de diez minutos y dentro de la media hora tendremos resuelto el problema que nos ha perturbado. Para una persona de abundante edad es de suma importancia disponer de una ayuda de emergencia que nos quede disponible en poco tiempo.

Un problema es que las personas de edad tengamos que conducir sin compañía. Por supuesto, estar acompañados nos evita “enredarnos” con el timón, pero si eso no fuere posible, al manejar no nos dejemos intimidar por nuestros años. Alguien, cuyo nombre desconozco, nos legó este mensaje: “¡Olvídese de cumplir años y empiece a cumplir sueños!”. Y creo que fue Mario Moreno, nuestro admirado Cantinflas, quien pronunció estas sabias palabras que gustosamente comparto: “la primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda hacer feliz a los demás”.  Un viejito puede ser todo lo feliz que quiera, y, además, con su presencia hace felices a los seres que le aman y le admiran.

Desde mi asiento de nonagenario voy a emprender la osadía de preparar un decálogo de consejos, indicaciones y sugerencias para mis colegas que se resisten al veredicto de los años y siguen apegados a la aventura del timón:

1.- Antes de salir a la calle asegúrese de saber a dónde va, no sea que llegue a dónde no quiere.

2.- Coloque en la antena de su  automóvil una flor, un recorte de tela o una señal apropiada para no perder su carro al salir al estacionamiento. Se evita un mal rato, algo que siempre es conveniente.

3.- No se le ocurra usar el teléfono, enviar mensajes de texto o buscar los programas de su gusto en el radio. Cuando se maneja hay que mirar al frente. Desviar la mirada puede significar perder la orientación, y esta pérdida suele ser costosa.

4.- Ajuste su velocidad de acuerdo a las normas que la regulan. Si va muy despacio, molesta al que le sigue, y si va demasiado rápido corre el peligro de que su  carro lo domine, cuando su función es dominarlo.

5.- Use su cinturón de seguridad, aunque tenga que pedir ayuda para liberarse  del mismo cuando haya llegado a su destino.

6.- No discuta con sus conductores vecinos. Una pelea sobre las ruedas la pierde siempre el que es más lento en defenderse.

7.- Trate de que no le toque manejar de noche. Un carro que viene de frente de noche no son dos motocicletas que le permiten cruzar por el medio.

8.- Si tiene sueño no maneje, si tiene hambre no se le ocurra desenvolver una hamburguesa de McDonald. Espere llegar. Es mejor llegar vivo con hambre, que quedarse en el camino sin poder volver a comer.

9.- Si hay mucho tránsito, espere y seleccione una hora más apropiada para salir. Es preferible llegar tarde que quedarse a mitad de camino.

10.- Consejo final: si llegó sano y  salvo, si es católico rece un rosario, y si es protestante un “Padre nuestro”.

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