EL BREVE FIN DE LA HISTORIA Y SU INEXORABLE RETORNO

Written by Demetiro J Perez

30 de enero de 2024

En el epílogo del siglo XX, después del desplome del comunismo, Francis Fukuyama, publicó un libro que cobró prominencia internacional, cuyo título, The End of History and The Last Man”, y su contenido, pese a estar brillantemente escrito, no dejó de crear confusión. No fue enteramente comprendido. No estaba destinado para todos. Fukuyama entendía, en esos tiempos, quizás bajo el eufórico optimismo del momento, que se cerraba un ciclo histórico, como era, entonces, naturalmente previsible, aunque no enteramente convincente para muchos. El libro, en cuestión, daba seguimiento, y ampliaba, conceptual, e intelectualmente, los asuntos y enfoques anotados en su famoso ensayo “The End of History”, publicado en 1989, e incluía acontecimientos posteriores como el fin de la Guerra Fría y sus enormes consecuencias. 

¿Qué quiso decir Fukuyama con el fin de la historia? Que un extraordinario consenso concerniente a la legitimidad de la democracia liberal, como sistema de gobierno, había emergido a través del mundo, en los pocos años pasados, conquistando ideologías rivales como las monarquías hereditarias, el fascismo, y por último el comunismo. Argüía Fukuyama, en “The End of History”, que la democracia liberal podría constituir el punto final en la evolución ideológica de la humanidad y la forma final del gobierno humano; y que, como tal, constituía el fin de la historia. Para Fukuyama en este caso, no era entender la historia en el convencional sentido de la ocurrencia de eventos, como la caída del muro de Berlín, o cosas por el estilo, sino someter el concepto-historia a la inquisitiva pregunta de que, si una coherente y direccional Historia de la humanidad, la llevaría, eventualmente, a una democracia liberal, y su respuesta definitiva fue sí. A la sazón, y desde entonces, han surgido abundantes críticos negando validez a la posición de Fukuyama y el debate continúa hasta nuestros días dentro del espectro geopolítico internacional.

Pero Fukuyama nunca dijo que no ocurrirían hechos dramáticos, absurdos e injustos, o que jamás, en los años por venir, surgiría un sujeto perturbado y alucinado, que podría revivir el comunismo o cualquier otra variante similar de colectivismo. Quería decir en su libro Francis Fukuyama, que resultaba evidente, que, con el fin de la Guerra Fría, y el colapso del comunismo, un sistema justamente fracasado, entraba una buena parte del mundo en un cambio pacífico, enmarcado en los beneficios propios de una convivencia armónica y la estabilidad institucional que prometía el establecimiento de la democracia liberal con su sistema de mercado libre y el respeto a la existencia de la propiedad privada. 

Sin embargo, a 22 años de la publicación del “Fin de la Historia”, el mundo anda de nuevo a las greñas, lo que mueve a Robert Kagan a publicar su libro “The Return of History and the End of Dreams” en contraposición a la dirección histórica de Fukuyama. Entiende Kagan, y así lo proclama, que el fin de la Guerra Fría no terminó los conflictos estratégicos e ideológicos, como afirma Fukuyama, sino que el mundo no ha sido transformado, y que, pensar de otro modo, no sería más que un ilusorio espejismo.

¿Cuál de estas dos corrientes de pensamiento está correcta? Probablemente ambas tomando en cuenta sus razonables puntos periféricos divergentes.

Fukuyama nos dice que luego del desplome comunista, la historia termina, y con ella, las ideologías totalitarias, y, por ende, alcanzamos el punto final de la evolución ideológica de la humanidad, dando paso a una nueva evolución universal en la dirección del capitalismo, en que, al menos, la mayoría de las naciones, vivirán en sociedades gobernadas por democracias liberales, como en efecto se ha materializado con casi todos los ex satélites europeos de la URSS, algo que Robert Kagan no ha podido desconocer. 

Empero los síntomas de la inquietud parecen regresar, dando fuerza y credibilidad a la posición de Kagan.

Los grandes poderes, compiten, otra vez, con más agresividad, por un nuevo orden mundial.    La competencia internacional entre Estados Unidos, Rusia, China, Europa, Japón, India, e Irán, han elevado, de la posibilidad, a la realidad, los conflictos regionales. En el medio Oriente, y sus alrededores, se ataca, por medio de proxis iraníes, a Siria, Iraq e Israel, y desde Yemen se disparan misiles, rockets y drones, contra barcos militares y mercantiles, de varias nacionalidades, con el prospecto, muy real, de una amenazante proliferación que envuelva a varios actores dentro y fuera de la región.  

En Europa, observadores dedicados a las cuestiones rusas, estiman que la ampliación de la OTAN, y la guerra de Kosovo, han sido el catalizador para el nuevo revanchismo ruso, que insiste en el desmantelamiento de la OTAN, y el restablecimiento de lo que fue el bloque soviético. El mundo, según Kagan, ha vuelto a su peligrosa normalidad, y se aleja, aceleradamente, de la paz. Sin embargo, volviendo a Fukuyama, éste nunca descartó la posibilidad de esta ocurrencia. 

Ciertamente el optimismo que brotó, en todas partes, casi a nivel universal, a principio de los 90, se ha ido esfumando. Aquellos años que prometían una era de convergencia global se han disuelto bajo la ambiciosa tirantez ruso-china-iraní y su intento de establecer un nuevo orden mundial en abierto desafío a Occidente, y, específicamente, a Estados Unidos.   

En ese empeño, casi desesperado, y por el futuro próximo casi improbable, en la búsqueda de un Nuevo Orden, Rusia y China lo quieren adaptar a sus propios conceptos de orden, como una especie de menjurje híbrido, que represente sus proyecciones políticas, económicas, filosóficas e ideológicas. Sin embargo, sus modelos, ya experimentados, y fracasados, con el final de la Guerra Fría, lejos de resultar atractivos, provocan hartazgo. No ofrecen una alternativa de substitución atrayente al Orden Mundial presente, liderado por Estados Unidos, y apoyado por las naciones libres del mundo. Lo que ofrecen es el mismo menú que el mundo rechazó con el cierre del siglo XX.  ¡¿Es que no había caído el Imperio Comunista?!

En el último análisis, asumiendo que Fukuyama esté correcto en su interpretación del fin de la historia, este evento ha sido de breve duración. Si es cierto que un montón de países abandonaron el yugo de la opresión y la pobreza con el fin de la Guerra Fría, aquel momento de felicidad está en peligro de interrupción; y el mundo se enfrenta, de nuevo, a la amenaza de las tinieblas borrascosas de las guerras. 

¡La Historia tuvo su fin, pero ha retornado!

BALCÓN AL MUNDO

Pese a todas las indicaciones del momento, incluyendo su simbólica victoria en New Hampshire, altas figuras del Partido Demócrata se están moviendo para persuadir a Biden de que retire su candidatura, lo que parece inminente, tal vez para finales de febrero, o principio de marzo. Pero nada hay en firme. El viejo político en Biden, se resiste. Todo permanece en el limbo.

En cuanto a Trump, todo depende de todos los asuntos legales que tiene pendiente. Si resulta convicto en uno de ellos, cambiarán las reglas del juego.  El electorado saldrá satisfecho puesto que prefiere a otros candidatos en lugar de estas dos cuestionables figuras. 

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El 50% de los países que representan la composición política internacional, celebrarán elecciones este año. Es un buen síntoma que se tenga en cuenta la opinión y voluntad de los habitantes de cada una de esas naciones. Venezuela, asegura estar lista para sus elecciones presidenciales, pero es el único, entre todos los otros, que no ha anunciado una fecha para esos comicios, pero, sin embargo, se está dedicando a detener figuras de la oposición. 

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La economía de Cuba, si es que existe algo en la Isla que se asemeje a una economía, entrará en picada a partir de febrero. Los precios de la energía se dispararán a la estratosfera, y con ellos, los precios de todos los otros productos. Estos grandes ecomunistas cubanos no acaban de entender que el costo de la energía afecta a la totalidad del mercado, y que, cuando ésta sube, todo lo demás sube.

Los pobres cubanos, que ya no tienen un agujero más en el cinturón, tendrán que inventar algo para soportar la pobreza, que ya se ha convertido en miseria. Allí, no hay ajuste, ni reajuste, posibles. Mientras no se desmantele ese sistema, que ha probado su fracaso dondequiera que ha sido experimentado, no habrá ni pan, ni felicidad, y mucho menos libertad, para el pueblo cubano.

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En Argentina, su recién estrenado presidente Javier Milei, enfrenta su primera huelga general, decretada por el peronismo, que mantiene el control de los sindicatos en gran escala. Se veía venir. Era previsible y predecible. Maña vieja, no es resabio, como decían nuestros abuelos; y en Argentina, la mañana viene de lejos, explotada al máximo por la corrupción sindical apoyada por la demagogia política.

Le restan 3 años de lucha a Milei para sacar adelante a la nación andina contra los resentidos politicastros, y dirigentes sindicales, a los que más les importa mantener el previo status quo, en el que su hundía el país, que emprender reformas con la posibilidad de un futuro mejor para la nación.

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