Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE
Tenía que haber cumplido 9,125 días (25 años) pero cumplió 7,777 días o sea 21 años, 3 meses y 22 días más que los 6,123 días que estuvo traicionando a EE.UU. Deberían haberle dado aspirina (expresión utilizada por el asesino de La Cabaña, el Che Guevara, cuando ordenaba a sus secuaces fusilaran a un preso). ¡Ah y por cierto! este asesino era uno de los héroes que la bandida Ana Belén adoraba desde niña.
Fue detenida el 21 de septiembre de 2001 y puesta en libertad el 6 de enero de 2023.
La traidora, nació el 28 de febrero de 1957 en la base militar USAG Ansbach cerca de Nuremberg en Alemania Occidental, donde estaba destacado como médico siquiatra su padre el Dr. Alberto Montes. Su madre se llamaba Emilia. Eran cuatro hermanos, Ana la mayor luego Lucía (Lucy), Alberto (Tito) ambos agentes del FBI y Juan Carlos el más pequeño que luego vivía en Miami donde tenía un negocio de vender manteca.
Nieta de asturianos que emigraron a Cuba y Puerto Rico.
La familia se mudó varias veces durante los primeros años de Ana, vivieron en Kansas, Iowa antes de establecerse en el pueblo de Towson cerca de Baltimore, Maryland, donde su padre Alberto se convirtió en un psiquiatra muy respetado. Si bien el Dr. Montes sin duda ayudó a muchas personas, en ocasiones fue cruel con sus hijos, perdiendo los estribos y golpeándolos con un cinturón. Este abuso tuvo efectos emocionales en Ana, ya que se volvió distante a una edad temprana. Años más tarde, su hermana, comentaría que nunca conoció realmente a Ana ni se sintió muy unida a ella.
Los padres se divorciarían cuando Ana tenía 15 años. A pesar de su turbulenta vida hogareña, Montes fue una excelente estudiante. Durante sus años de escuela secundaria en el Loch Raven High School en Baltimore sus compañeros la consideraban extremadamente inteligente y siempre seria, pero esto dio sus frutos ya que se graduó entre las mejores de su clase, con un promedio de calificaciones de 3.9. Trabajó en una lavandería y luego pasó un curso sobre la política de Puerto Rico.
En 1977 cuando cursaba el Tercer Año de Licenciatura de Relaciones Internacionales en la Universidad de Virginia, realizó un viaje de estudios a Madrid para titularse en el Instituto de Estudios Europeos. Allí conoció a un estudiante izquierdista argentino, quien supuestamente le habría “abierto los ojos” ante el apoyo que daba el gobierno de EE.UU. a regímenes autoritarios en aquella época, según contó en 2013 Ana Colón, una excompañera de estudios, a The Washington Post. Parece este fue su primer acercamiento con la izquierda.
“Después de cada protesta, Ana solía explicarme las atrocidades que el gobierno de EE.UU. cometía contra otros países”, relató Colón.
Una vez obtenida su licenciatura, Montes se mudó a Puerto Rico, pero como no logró encontrar trabajo, terminó aceptando uno de mecanógrafa en el Dpto. de Justicia en Washington D.C.
Cuando Montes le contó a su amiga Ana Colón que iba a comenzar un trabajo en la DIA, (Defense Intelligence Agency) Colón no podía creerlo pues ella recordaba cuando, muy contenta, Montes le hizo la historia de su viaje secreto a Cuba en 1985 donde había tenido una aventura con un “chico guapo” que le sirvió de guía turístico.
En abril de 2013 el Dpto. de Justicia desclasificó la historia de cómo la DGI cubana reclutó a Montes. La boricua Marta Rita Velázquez Hernández (nació en San Juan en 1957) y Montes se conocieron en 1982 en la Universidad Johns Hopkins cuando ambas estaban haciendo un Master.
Ana Belén trabajaba para el Dpto. de Justicia manejando documentos secretos y delicados. Como Velázquez ya era una espía castrista con el nombre clave de “Bárbara”, con la misión de reclutar posibles agentes, desde septiembre de 1983 la fue llevando de la mano hasta conectarla con los espías cubanos infiltrados en la Misión Cubana en la ONU. El 16 de diciembre 1984 ambas viajaron a NY para reunirse con “M” y meses después volvieron a reunirse con el mismo oficial de la DGI cubana. En marzo de 1985 viajaron juntas a Madrid-Praga-La Habana todo esto ayudadas por agentes cubanos. Durante el mes de abril recibieron entrenamiento en inteligencia, codificación y decodificación de mensajes para transmitirlos por radio de onda corta. Ellas quisieron pasar también por el “polígrafo” o detector de mentiras (así aprendieron que apretando el esfínter del ano podían pasar la prueba). De regreso hicieron el viaje La Habana-Praga-Madrid-Washington.
Marta Rita ya como la agente “Bárbara” de la DGI, la ayudó a encontrar un empleo en la DIA, dependiente del Pentágono y allí terminó esta relación, como fue ordenada por sus superiores en La Habana.
Velázquez luego huyó a Suecia para no ser deportada, se supone que vive allí todavía.
El nombre clave que la seguridad cubana le asignó a Montes fue Sonia, aunque la señalaban solamente con la letra “S”.
Desde septiembre de 1985, Ana Belén Montes era la analista superior sobre temas cubanos y se convirtió en un modelo de eficacia en su cubículo C6-146ª en el cuartel general de la DIA en la Base Conjunta Anacostia-Bolling de Washington, con acceso a cientos de miles de documentos secretos.
Durante 16 años tuvo una carrera meteórica, se convirtió en la especialista principal sobre El Salvador y Nicaragua para la DIA, obtuvo diez reconocimientos especiales (uno entregado por el mismo director de la CIA en ese entonces, George Tenet), hasta ser designada Jefe de Analistas en el tema político-militar de Cuba. En sus labores de espionaje, filtró información sobre agentes encubiertos en La Habana y sobre actividades de contraespionaje de la propia CIA en Miami.
Cuando tenía que transmitir un mensaje urgente, utilizaba cabinas telefónicas en el Zoológico, en la estación de metro de Friendship Heights o en la tienda de Hecht’s en Chevy Chase para hablar con su contacto, en la Misión de Cuba en la ONU. Se reunió con contactos cubanos en distintas islas del Caribe, estando de vacaciones. Además, acostumbraba a ir a diferentes restaurantes del área de Washington y darles los discos a sus contactos.
Ella tenía la habilidad de memorizar los documentos importantes y al llegar a su apartamento los escribía en su laptop Toshiba para luego pasarlos a discos.
En caso de urgencia, Montes podía hacer llamadas desde una cabina pública a bípers de sus contactos cubanos. Había un código para reportarse en peligro y otro para pedir un encuentro.
Su radio Sony le servía para recibir los mensajes cifrados que Cuba transmitía en la frecuencia de 7887 de onda corta.
Su hermana Lucy y su hermano Tito estaban casados también con agentes del FBI, o sea cuatro agentes de contrainteligencia y Ana una analista de inteligencia, que resultó ser una traidora.
Ana vivía en el apto. #20, de dos habitaciones en el #3039 N.W. de la calle Macomb en Cleveland Park, en Washington.
A finales de 1987, Montes viajó con pasaporte falso y peluca de manera ilegal a La Habana para recibir un reconocimiento de los servicios de inteligencia cubanos, presuntamente por la información militar confidencial que habría favorecido a la guerrilla en El Salvador. Peter J. Lapp dijo que se suponía que en esa reunión de condecoración conociera a Fidel Castro, pero por razones desconocidas el dictador nunca llegó. El encuentro fue finalmente con José Abrantes, el Ministro del Interior que en 1989 cayó en desgracia, condenado a 20 años de cárcel y falleció el 21 de enero de 1991 en la Prisión de Guanajay, al oeste de La Habana.
Montes viajó a La Habana en 1993 en una operación financiada por la CIA con el objeto de estudiar y familiarizarse con el ejército cubano. Regresó de nuevo a finales de enero de 1998 con dos ayudantes del senador Jesse Helms, durante la visita del papa Juan Pablo II. Después de esta visita Montes informaba a todos los niveles, que Cuba no representaba un peligro para los EE.UU., por su incapacidad logística para proyectarse fuera de su territorio considerando la debilitación de sus fuerzas armadas, tras la caída de la URSS. Este intento por influir favorablemente hacia Cuba circuló entre los altos círculos militares y de inteligencia de EE.UU. A pesar de su esfuerzo por diluir el informe, otras agencias creían que los sistemas de inteligencia de Cuba habían sufrido muy poco deterioro. A pesar de que muchos aseguraban que, Cuba tenía capacidad de producir agentes biológicos, en sus instalaciones científicas, Montes cumplió esta labor de desinformación en la comunidad de inteligencia norteamericana, al influir en la posición oficial hacia Cuba en importantes puntos de seguridad nacional, informando que la DGI no era capaz de penetrar las bases
militares del Comando Sur, y por supuesto, ignorando los consejos del FBI.
En su escritorio, la conocida como La Reina de Cuba tenía una calcomanía que decía así: “El Rey tenía conocimiento de todo lo que sucedía porque tenía la información y nadie sabía cómo la obtenía”.
En 1997, a los 40 años, Montes empezó a deprimirse y los cubanos le buscaron un amante, pero le duró solamente dos días “la diversión”, se dio cuenta que no podía ser feliz con un “novio por encargo”.
De acuerdo con el FBI, Ana Belén, desde 1991 había estado enviando a Cuba información secreta, sobre todas las maniobras militares estadounidenses. Desde 1977 el FBI sabía que un sujeto no identificado (UNSUB) estaba espiando para Cuba.
En el año 2000, participó en las reuniones de las agencias de inteligencia durante los 7 meses que duró el caso del niño Elián González.
Scott Carmichael, funcionario normal y corriente de la DIA, que como “cazador de espías”, obtuvo una pista fundamental cuando se enteró que el FBI llevaba dos años tratando de identificar a un funcionario que, al parecer, estaba trabajando para Cuba. El FBI sabía que esa persona tenía acceso a inteligencia sobre La Habana y que había comprado un “laptop” Toshiba para sus conexiones con la base cubana. Empezó a rastrear por todos lados hasta que entre los 100 nombres posibles apareció el nombre de Ana Belén Montes y como ya la conocían por la alarma, de un colega años atrás que, estaba preocupado por ciertos aspectos en ella que le daban cierta duda. Scott la entrevistó y aunque creyó que mentía, ella se defendió muy bien y Carmichael “engavetó” el caso.
Por eso, cuando en su pantalla apareció su nombre, él estaba seguro de que Montes era la espía “no identificada” por el FBI.
Lamentablemente el FBI no estaba convencido aún, el agente Steve McCoy, le puso reparos a sus pesquisas y a pesar de las semanas que le costó, su presión sobre McCoy, al fin logró que el FBI abriera una investigación formal, sobre “La Reina de Cuba”. Asignaron a más de 50 personas para investigarla y con la orden de registro de un juez, pudieron allanar su casa, su automóvil y su despacho.
Varios agentes la siguieron y la filmaron haciendo llamadas sospechosas desde cabinas telefónicas. El golpe maestro fue cuando descubrieron que en 1996 había pedido un crédito para comprar en una tienda CompUSA una “Toshiba” con las características de la investigación original.
El sábado 24 de febrero de 1996 Fidel Castro ordenó el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, eran tres, pero los Migs castristas pulverizaron a dos y murieron los cuatro que iban en ellas. El domingo 25 de febrero, un día después el presidente Bill Clinton estaba calibrando la acción que se tomaría respecto a Cuba tomando en cuenta los reportes de inteligencia. Los oficiales asignados, uno con el alias de Ernesto y el otro con el alias de Germán que tenía la urgencia de conocer lo que estaba cocinándose en las esferas militares y contactó a Montes para reunirse en una esquina de Washington a su salida del Pentágono. Germán le advirtió entonces que todo lo que se dijera en esas reuniones era información de gran valor de inteligencia y Cuba necesitaba saberlo. Montes aceptó la solicitud de Germán y todas las noches, a la salida del Pentágono, planeó reuniones para comunicarle la estrategia del gobierno como respuesta al acto criminal cometido por el gobierno cubano.
La historia de “Germán”, cuyo verdadero nombre es Evelio Guerra Pereda, nunca se había hecho pública hasta ahora y está incluida en el libro Queen of Cuba del agente del FBI retirado Peter Lapp, que se publicara luego de la liberación de Montes.
Montes dijo que Guerra era realmente un médico cirujano que trabajaba también como profesor en el Hospital Manuel Fajardo. Esta es una prueba más que la seguridad cubana utiliza a agentes de todo tipo, como Cuba es un país totalitario, se dan el lujo de utilizar a cualquiera que se preste a la maldad. Como José Manuel Collera Vento, un cardiólogo infantil pinareño fue el agente Gerardo de la Seguridad del Estado desde 1975 hasta 2011. Collera llegó a Gran Maestro Masón.
“Ella sentía que tenía una obligación moral de ayudar a los cubanos y estaba dispuesta a pagar el precio que fuera necesario. La inteligencia cubana ha sido y sigue siendo muy efectiva para reclutar personas como ella, que espió por su convicción de que estaba haciendo lo correcto para enfrentar las acciones de Estados Unidos por el mundo”.
El comportamiento de Montes tras estos asesinatos levantó sospechas de sus colegas en la DIA y permitió a los investigadores enhebrar algunas piezas del rompecabezas que conduciría a su identificación.
Martes, jueves y sábados Montes recurría a su radio Sony de onda corta para escuchar las llamadas “emisoras de números”, en la que a las 9 y a las 10 de la noche una voz decía cosas como: “Atención, atención. Tres, Uno, Cuatro, Cinco”. Estos números tenían que ser descifrados a través de una hoja de códigos que los cubanos le habían facilitado y que estaba hecha en un papel soluble al agua, con lo que, en caso de urgencia, bastaba lanzarla a un inodoro para hacerla desaparecer como evidencia.
En su libro, En Nombre Clave Blue Wren, Jim Popkin, el periodista del Washington Post narra la historia de la mujer cubanoamericana que salió de Cuba con 6 años, trabajaba como analista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y consideraba era una misión personal el descubrir a un agente que trabajaba para el régimen de Castro dentro de un centro de inteligencia de EE.UU. La analista que recibió el nombre clave de “Elena Valdez” persiguió tenazmente a la espía durante 3 años. Ella reunió detalles sobre el espía no identificado (que resultó ser Montes) descifrando mensajes de radio cubanos. Por ejemplo, los mensajes revelaban que el presunto espía había visitado la base militar estadounidense de Guantánamo en una fecha determinada, que había comprado una laptop Toshiba y que Cuba había pagado su préstamo universitario.
Primeramente, le informó al FBI, que es la principal agencia estadounidense encargada de la contrainteligencia, pasaron dos años y nada, entonces en septiembre de 2000, frustrada porque estaba convencida de que el FBI no llegaba a ninguna parte, Elena se salió del camino normal y actuó a espaldas del FBI. Consiguió una invitación para visitar la sede de la DIA y allí presentó su paquete de mensajes descifrados en una reunión con el coronel Chris Simmons, funcionario de contraespionaje de la DIA, que mostró el tipo de entusiasmo investigador que ella sentía y que le faltaba al FBI.
Simmons no tardó en descubrir una pista que daría vuelta a la investigación. Uno de los mensajes decía que el espía no identificado (UNSUB) tenía acceso a algo llamado SAFE. “Mierda», dijo Simmons. SAFE era el acrónimo de la base de datos clasificada de la DIA de informes de analistas y materiales de investigación compartidos con la CIA y otras agencias de inteligencia. La pista significaba que el espía tenía que estar trabajando en la propia DIA.
“Habéis estado buscando en el lugar equivocado”, exclamó. “Esa persona tiene que estar en este edificio”.
Chris Simmons reportó de inmediato a Scott Carmichael y este con su colega Karl “Gator” James, el propio Simmons y otro analista, John Kavanagh resolvieron el asunto en tres semanas.
UNSUB era Ana Belén Montes, mucho más tiempo llevó convencer al FBI para establecer férrea vigilancia sobre “La Reina de Cuba”.
El FBI puso cámaras en el sector de su oficina e intervinieron su teléfono. Comenzaron una vigilancia física sobre ella. Vieron como salía para hablar en teléfonos públicos, cuando tenía uno en su casa y su celular. Metódicamente los domingos por la tarde, salía con una bolsa de nylon, tomaba el metro, se bajaba en determinada estación, esperaba un minuto para ver si la seguían. Utilizaba el recurso de amarrarse los cordones de sus zapatos y entraba en algún lugar a llamar por teléfono y salía sin la bolsa. Cada dos domingos se encontraba con su contacto cubano.
Por aquellos días Montes se enamoró de Roger Corneretto, miembro de la inteligencia que tenía relación con Cuba en el Comando Sur, una de las instalaciones militares que era el objetivo de infiltración de varios espías de la Red Avispa (la Red estaba formada por lo menos de 27 espías).
Cuando el 25 de mayo de 2001 el agente Peter J. Lapp (colega de McCoy, en esta investigación) junto con un pequeño grupo de especialistas en registro de casas, entraron en el apartamento de Montes, aprovechando que estaba con su novio, Corneretto. Ella viajaba a menudo a Miami a verlo. Lo examinaron todo detalladamente y fotografiaron sus papeles privados. Una caja de cartón contenía un radio Sony de onda corta y de pronto encontraron el laptop Toshiba, copiaron el disco duro y se marcharon. Varios días después empezaron a saber todo lo que había en el disco duro Allí había de todo, instrucciones para traducir las claves de radio, el apellido del agente estadounidense, que ella había delatado a los cubanos, donde la “base” le daba las gracias.
Como el FBI necesitaba más pruebas, esperaron la oportunidad que ella se ausentara de su cubículo, McCoy y otro agente, haciéndose pasar por técnicos de servicio de sistemas informáticos entraron y McCoy cuando no lo miraban, se llevó su bolso en su caja de herramientas. El FBI copió rápidamente el contenido y devolvieron el bolso antes de su regreso. Allí dentro estaban las claves de aviso para el ‘busca persona” y un número telefónico que resultó ser del espionaje cubano. “Comenzaba a
cerrarse el cerco”.
Hay que agregar que mientras Montes espiaba dentro de la DIA para Cuba, la CIA también tenía desde la década de 1990, un espía reclutado dentro del propio aparato de inteligencia cubano, Rolando Sarraff Trujillo un especialista en criptología en la DGI, la dirección de inteligencia cubana y conocía los códigos que Cuba utilizaba para comunicarse con sus espías en EE.UU. Como permanecía en su puesto, proporcionando la información de cifrado que permitió a la CIA y a la NSA descifrar el código de los mensajes de onda corta interceptados. Fueron sus códigos los que permitieron a “Elena” leer las comunicaciones de Ana Montes con sus manipuladores cubanos. Sarraff fue capturado por los contraespías de la DGI cubana y encarcelado en 1995. Fue canjeado junto con Alan Gross por Obama en 2014 por los 3 espías que quedaban presos de la Red Avispa.
Algo inesperado ocurrió, el ataque terrorista de 11 de septiembre hizo que todo se acelerase y nueve días después, el viernes 21 de septiembre de 2001 a las once de la mañana, la llamaron al despacho del inspector general y allí estaban Lapp y McCoy, éste último le dijo que un informante la había denunciado y la espía que había pasado polígrafos y 16 años de engaños y traiciones palideció y mirando al horizonte, preguntó que sí estaba siendo investigada, quería un abogado, allí mismo la farsa terminó y por fin le dijeron: “estas detenida por conspiración para cometer espionaje”.
Ese mismo día un equipo del FBI registró su apartamento durante horas. Ocultas entre la cubierta de un libro estaban, las claves para cifrar y descifrar mensajes, frecuencias de onda corta y la dirección de un museo en Puerto Vallarta, México, donde podía acudir en caso de urgencia. Todo escrito en un papel hidrosoluble, que se destruía con el agua.
Entre las pertenencias incautadas, estaba una cartera con 4 billetes de $100, mapas de diferentes ciudades del mundo, lo cual era evidentemente un recurso previsto para escapar.
El 16 de septiembre de 2001, tras el discurso de Bush sobre los ataques del 9/11, fue a un teléfono público y transmitió un mensaje de alerta: Danger (peligro). “Ella creía que Cuba tenía el derecho de saber lo que estaba haciendo EE.UU. para protegerse”, según Peter Lapp.
Su hermana Lucy que ayudó como agente del FBI en Miami a descubrir a la Red Avispa se sintió humillada cuando se enteró del caso. Tanto ella como su hermano Alberto (Tito), también agente del FBI, pensaron perderían sus puestos, pero no fue así.
Después de su arresto, un perfil de la CIA la describió como “egocéntrica, manipuladora, agresiva, dominante, arrogante, carente de empatía, testaruda, escéptica, competitiva, cínica y deshonesta”.
El 4 de octubre despidió a su abogado de oficio y nombró a Plato Cacheris (1929-2019) y a Preston Burton, dos especialistas en defender traidores a EE.UU. como Robert Hansen (FBI), Aldrich Ames (CIA) y Edward Snowden (CIA y NSA). También a Mónica Lewinsky.
El martes 19 de marzo, cuando el juez Ricardo M. Urbina le preguntó si se declaraba culpable de cometer un crimen, ella contestó “SI”. Entonces quedó lista para sentencia el 16 de octubre.
A partir de ese momento hasta el día de la sentencia fue interrogada, siendo Chris Simmons el principal interrogador. Durante esos meses de interrogatorios reveló que pasó a Cuba información sobre las identidades de 450 operativos estadounidenses, cuatro de ellos agentes encubiertos que operaban en La Habana.
Luego de su visita al Salvador, sus informes a La Habana sirvieron para que el 31 de marzo de 1987, la guerrilla del FMLN atacara el cuartel de la Cuarta Brigada, en El Paraíso donde murieron el asesor americano Gregory Fronius y 70 soldados salvadoreños. Además, la información sobre un programa ultrasecreto de la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) sobre un sistema de satélites, denominado MISTY (que solamente dos personas conocían) por tanto, no se pudo usar esa evidencia durante el juicio.
“Ella no recibió ningún pago, lo que hace pensar a la gente que ella era espía por razones ideológicas. De hecho, ella nos dijo que se habría sentido ofendida si los cubanos le hubieran dado dinero por espiar”, cuenta Lapp.
De hecho, una vez descubierta y detenida, Montes aseguró que había actuado motivada por la necesidad de justicia, intentando ayudar a los cubanos a protegerse de las políticas de EE.UU.
En su extraordinario libro True Believer: Inside the Investigation and Capture of Ana Montes, Cuba’s Master Spy, el oficial de seguridad y contraespionaje de la Agencia de Inteligencia del Pentágono, Scott Carmichael detalla las actividades y motivaciones de Montes que la llevaron a espiar para la dictadura cubana.
Chris Simmons, autor del libro Castro’s Nemesis, dice: “Nunca había visto a alguien tan despiadado en toda mi vida, Debió ser condenada a muerte”. El experto que interrogó a la agente dijo que evitó la pena capital a cambio de aceptar su culpabilidad, suministrar información sobre los servicios cubanos de inteligencia y quemar a varios de sus vínculos.
Cada uno de los individuos que ella conoció y que trabajaban para el gobierno de EE.UU., independientemente de si lo hacían de forma abierta o encubierta, fueron identificados por ella ante La Habana, con lo que los cubanos conocían a todos los que estaban trabajando en la Isla para el gobierno de EE.UU.
Ella comprometió grandes cantidades de información clasificada que hallaron en su computadora. También identificó a cuatro agentes de inteligencia de EE.UU. que fueron a trabajar a Cuba de forma encubierta como parte de otras agencias y usando otros nombres.
El Departamento de Justicia nos dijo que, según los términos de su acuerdo de culpabilidad, Montes tenía la obligación de cooperar. Y, ¿cooperó? Mi respuesta para que conste fue que cooperó bajo coacción. Expliqué que eso significaba que nos dio la información mínima. Durante cinco meses y medio grabamos en video cada minuto de los interrogatorios. Sabemos que ella minimizó aquí o allá. Eliminó las lágrimas, fue tan evasiva como pudo para cumplir con el acuerdo judicial.
Simmons comentó sobre la información que brindó a EE.UU. el cubano Rolando Sarraff Trujillo.
Según ha dicho, la información que consigue Cuba es negociada en trueque por armas a China, por petróleo a Venezuela o por votos en Naciones Unidas.
Además de su embajada en Washington y la misión de la ONU, en Nueva York, Simmons reveló que desde los años 70, La Habana cuenta con un tercer centro de espionaje en el territorio americano.
“Lo único que puedo decir es que se encuentra al este del Río Mississippi”, declaró.
En opinión del coronel retirado, “la inteligencia cubana no busca reclutar a individuos que ya están dentro del Gobierno estadounidense, sino que lo hace antes de que lleguen a insertarse en cualquiera de los niveles de la administración pública”.
Y creo está en lo cierto porque el espía de origen colombiano Victor Manuel Rocha capturado recientemente fue captado en 1981 antes de comenzar sus servicios con el Departamento de Estado.
Montes fue vinculada con el derribo de las dos aeronaves de Hermanos al Rescate el 24 de febrero de 1996 por parte de Fidel Castro y donde fueron asesinados cuatro cubanoamericanos.
Además, la Administración Clinton sometió a consulta la posibilidad de responder con un ataque a esta agresión y como analista superior de inteligencia en la DIA Ana Belén fue un elemento importante disuasivo de esa posibilidad.
Si bien el caso de Montes terminó con una victoria para el FBI y la DIA, las guerras entre agencias y las disputas burocráticas pueden haberle permitido estar 16 años espiando.
La antigua directora del servicio nacional de contraespionaje Michelle Van Cleave explicó a los congresistas que Montes “puso en peligro todos los programas de obtención de informaciones” que se utilizan para espiar a las autoridades cubanas”.
De los 148 espías capturados hasta ahora por EE.UU. solamente 12 han sido mujeres.
El 16 de octubre de 2002 fue sentenciada a 25 años de cárcel más 5 años de libertad vigilada, por el juez Ricardo M. Urbina.
Montes fue llevada a la prisión Centro Médico Federal, Carswell en Fort Worth. En el extremo nororiental de la base aeronaval de esa ciudad tejana, donde estaban recluidas peligrosas mujeres. Su # de prisionera 25037-016.
Su fecha tentativa de liberación era el 1 de julio de 2023.
Allí se supone no podía recibir paquetes, periódicos o revistas. No podía relacionarse con otros presos, no ver TV ni recibir visitas de amigos. Podía ser visitada una hora al mes y parece la vieron su padre, su hermano Tito y su prima Miriam Montes Monck. Solamente cartas de familiares pues sino eran devueltas al remitente.
Por cáncer, en 2016, fue operada en un hospital de una mastectomía derecha y recibió quimioterapia. Pasaba veintitrés horas al día encerrada en una celda de dos metros por tres. Salía una hora al patio, pero no podía tener contacto con otras reclusas.
El 6 de enero de 2023 fue puesta en libertad y está viviendo en Puerto Rico, ojalá se vaya para su verdadero país que es Cuba. Y ojalá los EE.UU. le den la libertad total a Puerto Rico. Los documentos de liberación revelan que tendrá que pasar 24 horas vigilada durante 5 años en libertad condicional, además hará 500 horas de servicio comunitario. Debido a sus labores de espionaje le fueron impuestas severas restricciones. Deberá presentarse a exámenes periódicos. Permitiendo la instalación de cualquier hardware o sistemas de software para monitorear el uso de su computadora sin previo aviso y ella pagará por el costo de esos equipos y programas. Tampoco podrá utilizar programas para encriptación ni material para espionaje y prohibición de trabajar para el gobierno y contactar agentes extranjeros sin supervisión.
En su libro sobre ella Jim Popkin logró entrevistar a Roberto Álvarez Gil (nació en 1944) hombre mucho mayor y rico del que Montes se enamoró en 1982 cuando ambos estaban estudiando Maestrías en Relaciones Internacionales en la School of Advanced International Studies (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins en Washington. Popkin obtuvo algunos detalles de Álvarez hace unos años, sobre su antiguo amor, pero Roberto luego se calló, algo lógico ya que es el Ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana desde agosto de 2020. El 4 de septiembre de 2023 llegó a La Habana para entrevistarse con Díaz-Canel.
Según el senador Marco Rubio y Chris Simmons la red de espionaje castrista sigue vigorosa y calculan en 300 los agentes activos, por supuesto muchos de ellos en el área de Miami.
“El sistema de inteligencia de Corea del Norte es muy pequeño y débil. ¿A quién le compra la información secreta? A Cuba”, aseguró Chris Simmons, uno de los investigadores que en 2003 recomendó la expulsión de 14 espías cubanos que, bajo apariencia de diplomáticos, operaban en EEUU. “Mi consejo a los jóvenes agentes y oficiales es que jamás subestimen a los servicios cubanos de inteligencia”, concluyó.
Nota.-La mayoría de las sentencias federales incluye la libertad condicional o libertad supervisada. La diferencia entre ambas es que la libertad condicional se cumple en lugar de un período de prisión, mientras que la libertad supervisada se cumple tras la liberación de una sentencia de prisión. En ambos casos el convicto será supervisado por el Departamento de Probatoria.
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