Carlos Manuel de Céspedes: De Yara a San Lorenzo. La Lealtad y la perfidia. 

Written by Demetiro J Perez

14 de noviembre de 2023

El brigadier de Cambute. El Médico de Jiguaní

Esta obra aporta datos concretos sobre actos, algunos censurables; los más, admirables, de los hombres que participaron en aquella gloriosa gesta.

Destitución de Céspedes 

(VIII de XI)

Luego de conocer la decisión de la Cámara, Céspedes dictó y firmó su último manifiesto “al Pueblo y al Ejército de Cuba” en el que exponía y manifestaba su acatamiento a la resolución de la Cámara, terminando con estas generosas palabras:

“Deseo sinceramente que el actual gobierno dé, en breve, feliz término a la obra del 10 de octubre de 1868, confirmada por cinco años de continuo trabajo.

Como antes, como ahora y como siempre, estoy consagrado a la libertad e independencia de Cuba. Prestaré con todo corazón mi débil apoyo a cualquier gobierno legítimo en esta misma línea; en ella sé que estaré al lado de los buenos cubanos”.

La decisión que en Bijagual se tomó aquel mes de octubre de 1873 por la Cámara de Representantes era esperada.

Para el Brigadier Jesús Pérez era injusta.

José Maceo Verdecia describe en estos términos la mesurada respuesta del Padre de la Patria y la impetuosa reacción del Brigadier amigo:

“Cuando la Cámara le comunicó a Céspedes el acuerdo por ella tomado, su contestación fue la siguiente:

“Doy las más expresivas gracias a ese cuerpo por haberme librado del gran peso que ha gravitado sobre mí, mientras he estado hecho cargo del gobierno, sin que pueda decirse que he abandonado mi puesto, ni atribuirse a cansancio o debilidad mía”.

“No le faltaron a Céspedes elementos bélicos para rebelarse contra el acuerdo de la Cámara. Entre esos elementos, estuvo el Brigadier José de Jesús Pérez, quien presentándose con sus fuerzas al Padre de la Patria lo exhortó a desobecer el acuerdo de dicho cuerpo legislador”.

“Céspedes oyó el ofrecimiento, agradeciendo aquella adhesión entusiasta en momentos de tribulación patriótica. Sin embargo, su espíritu sereno y grande, comprendió el abismo que se abría ante la revolución si él no aceptaba el fallo. Se dio cuenta de que un cisma separaría a los revolucionarios y que sería una obra antipatriótica provocarla. Por eso, a la proposición del Brigadier Pérez, respondió:

“No, de ninguna manera. No seré yo el que dé el ejemplo y cause la muerte de la revolución. Acatemos la ley, respetemos la constitución que hemos proclamado; antes que mi provecho personal, está la vida de la revolución, está la vida de la República”.

Céspedes sólo pidió que se le facilitase un pasaporte para reunirse con su esposa e hijos. La Cámara no accedió a esta petición. Céspedes se retiró a San Lorenzo.

Depuesto el Padre de la Patria, camino de San Lorenzo, rechaza con gratitud la petición de José de Jesús Pérez y Pablo Beola de que permanezca en Cambute donde tendrá más protección.

Pirala recoge la dura crítica de Enrique Collazo a la deposición del hombre de la Demajagua.

“Entre los juicios que se formaron por la deposición de Céspedes, sobresale el de su correligionario Collazo, que calificó el hecho como el más culminante de la Revolución Cubana y el punto de partida de nuestras desventuras”. Dice Collazo: “Si la reunión en Bijagual hubiera sido afecta a Céspedes, ni allí deliberarían aquellos representantes, ni se habrían atrevido a dar aquel golpe de estado, de cuyo cumplimiento tenían la seguridad”.

El primero de noviembre da a conocer Francisco Estrada a su esposa Adolfina la deposición del presidente por la Cámara de Representantes “en uso de las facultades que le concede el Artículo Noveno de la Constitución” y le dice que estará “al lado de Carlos hasta tanto el nuevo gobierno lo destine donde lo estime conveniente”. Y le pide a su esposa que las próximas cartas sean dirigidas en la siguiente forma: “Diputado Tomás Estrada, para entregar al Teniente Coronel Francisco Estrada”.

Depuesto Céspedes, el gabinete quedó formado por Francisco Maceo Osorio como Secretario de Estado, y Subsecretario Antonio Hurtado del Valle; Secretario de Guerra y Hacienda, el general Vicente García (interinamente ocupada por Félix Figueredo Díaz), y Secretario del Consejo Federico Betancourt. La figura sobresaliente era Maceo Osorio (Gerardo Castellanos, “La Búsqueda de San Lorenzo”).

El día 5 recibe Francisco orden del nuevo presidente para pasar a disposición del General Calixto García. Cumple de inmediato su orden llegando junto a Calixto el 8 y “el 9 en la noche atacamos la ciudad de Manzanillo”. Iba Francisco Estrada Céspedes con las tropas del General Antonio Maceo, “que llevaba órdenes de tomar el cuartel de infantería”, y dice con justificado orgullo: “Tanto el Mayor General García, Maceo y demás jefes al siguiente día me abrazaron felicitándome por mi buen comportamiento en el ataque y haber desempeñado con el mejor acierto lo que se me confiaba, por cuya razón hoy estoy al frente del batallón Holguín número 20. No hice más que cumplir con mi deber. Yo siempre sabré llevar sin mancha el glorioso apellido de mi querida madre”. Le pide a su esposa que envíe ahora la correspondencia al General Calixto García para que le llegue a él con mayor seguridad.

El ahora ex-presidente, con su hijo y su sobrino, se retiró a la Prefectura de San Lorenzo, en las alturas de la Sierra Maestra, que estaba a cargo del joven José Lacret Morlot. Era peligrosa la indefinida permanencia de Céspedes en San Lorenzo, prácticamente indefenso, sin custodia ni protección alguna. No podía ya trasladar su campamento, como en el pasado, de un punto a otro. Su triste final era predecible.

El Brigadier José de Jesús Pérez, fiel a Céspedes, era el jefe de la zona de San Lorenzo. El gobierno consideró que era riesgoso dejar junto a Céspedes a tan fiel amigo por lo que fue sustituido por el coronel Benjamín Ramírez, “hombre rudo, de poca personalidad, que trató de granjearse la simpatía de los nuevos gobernantes, ensañándose con el caído, al que, en vez de proteger tomando medidas para su seguridad, lo dejó indefenso al quitarle a Lacret las pocas armas de que disponía para la protección de la Prefectura”. “Al conocer el Brigadier Pérez las disposiciones de Ramírez, pronosticó que el ex-presidente sería asaltado y muerto por los españoles antes de que transcurriesen dos meses. Y así fue” .

Céspedes permanecía prácticamente indefenso en San Lorenzo esperando la llegada de Manuel Calvar y del Brigadier Pérez que le traerían su pasaporte y detalles de su viaje. El pasaporte le fue negado y, como consecuencia, suspendido su viaje.

“La deposición de Céspedes es el hecho culminante de la Revolución Cubana, punto de partida de nuestras desventuras. Se llenaron los requisitos legales, respetaron los principios, quedó en pie la Constitución, se salvó la disciplina militar pero, se echó al aire la semilla que había de germinar más tarde en Lagunas de Varona. La Cámara no tuvo nunca fuerza propia. Cuando depone a Quesada es porque a sus espaldas está Agramonte. Cuando combate a Céspedes es porque está apoyada o empujada por Calixto García”. 

La destitución de Céspedes afectó grandemente a las tropas del Departamento comandado por el Mayor General Vicente García que formaban los distritos de Jiguaní y Bayamo, y Manzanillo y Tunas. Quedaba Céspedes, el depuesto presidente, como simple ciudadano. Junto a él se mantendría el Coronel Jesús Pérez y, al retirarse Céspedes a la Prefectura de San Lorenzo lo acompañaría, también, José Lacret Morlot.

Depuesto Céspedes, el Coronel Benjamín Ramírez -que había sido nombrado sustituto de Jesús Pérez, debido al trato deferente de Pérez a Céspedes- requisó la mayoría de los escasos armamentos utilizados para la custodia del Padre de la Patria. (Alvarez Estévez, obra citada).

“La deposición de Céspedes es el hecho culminante de la Revolución cubana y el punto de partida de nuestras desventuras” (Enrique Collazo, obra citada). Con ella -dirá otro historiador-comenzó el Zanjón.

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