CUBA Y RUSIA SOCIOS EN EL ESCÁNDALO MERCENARIO

Written by Adalberto Sardiñas

19 de septiembre de 2023

En un país de estructura política y social definitivamente cerrada, de hecho un Estado policíaco, donde nada se mueve, ni la más breve e inocente hoja del huérfano árbol de cualquier vecino, y mucho menos, cualquier actividad humana, por más inocua e inculpable que fuese, se ha producido, sin embargo, una conspiración criminal para reclutar jóvenes que se enviarían a Rusia a pelear por ese país en su guerra contra Ucrania, y el gobierno, el de Cuba, por supuesto, “no sabía de su existencia” hasta que una investigación de exiliados cubanos, y la propia indiscreción de funcionarios rusos, la hicieron pública al mundo entero.

¿Sorpresa… verdad? 

En realidad, en Cuba, los únicos secretos que pueden existir son los fabricados por el gobierno. No hay, no puede haber, secreto ajeno a la cúpula comunista. Cuba siempre se ha vanagloriado, con justa razón, de contar con uno de los sistemas de espionaje y represión más eficientes del mundo, por lo que resulta, ridículamente cínica, su alegación de ignorancia ante semejante fiasco. 

Cuba y Rusia actuaron en evidente e innegable colusión en el reclutamiento de cubanos para ser usados como mercenarios en Ucrania. Los servicios de inteligencia de Ucrania han dado a conocer, con datos, incluyendo pasaportes, la existencia de varios cientos de cubanos reclutados en Cuba y despachados a Rusia. Otros cientos, de los miles ya viviendo en Rusia, han sido enviados al frente de batalla en el este y sur de Ucrania, y varios han sido reportados como muertos, sin que la noticia haya llegado a sus familiares en Cuba, aunque sí, al gobierno cubano, que lo supo desde el principio, pero decidió ocultarlo.

Aunque la noticia ha tomado vuelo impulsada por su intrínseca trascendencia, los detalles aún permanecen dispersos y elusivos, pese a la claridad del hecho en total, en bruto, ante la cierta realización de que la operación se llevó a cabo en conjunción entre los gobiernos de Rusia y Cuba. De esta operación mancomunada entre dos regímenes carentes de los más elementales escrúpulos, políticos y humanos, no quedan dudas. Rusia, necesita nuevas reservas humanas para suplir las bajas sufridas en combate que han sido cuantiosas.  El reclutamiento en las grandes ciudades, como Moscú, se le hace difícil por la existencia de una opinión pública resistente. Le quedan dos opciones a la mano:  reclutar en las pequeñas ciudades, y apelar a fuentes externas. Y Cuba era una de ellas. 

Por los últimos 60 años, la afinidad con la Isla ha sido, mutua, y bien correspondida, entendida como una relación de master y vasallo. Tan evidente ha sido esta solidaridad, que, desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, Cuba se lanzó de bruces en apoyo y justificación de la brutal agresión, y, además, ha sido su agente de propaganda en toda Latinoamérica repitiendo a pie juntillas las absurdas razones de Putin para la invasión.

Decir, como alega Cuba ahora, de que no sabía del plan mercenario, planeado y ejecutado en el territorio cubano, es de un increíble y desvergonzado desenfado, ofensivo a la inteligencia humana.  ¿Qué nada sabían?

¿De dónde y cómo se expidieron los pasaportes a los reclutados, sino desde el departamento de Estado cubano?  ¿No se señala entre los integrantes del plan, a Norma Gómez, coronel del ejército?  Y, no sabemos, a estas alturas, cuántos más saldrán a relucir, como chivos expiatorios, que serán sacrificados, como antes lo fue el general Arnaldo Ochoa, para tapar las culpas de los crímenes del Estado.

El acto innegable, en este escándalo, es la complicidad entre dos Estados corruptos, parias detestables en la comunidad internacional de países libres.

Cuando el secreto se les deshizo, y la paloma de la verdad empezó a volar, Cuba comienza una intensa labor para el control de daños. Rusia, a la que había servido como vasallo incondicional, tenía que ayudarla a salvar la cara. Culpó a Rusia de haber perpetrado la operación sin su consentimiento. ¿Qué podía perder Rusia, si a ella le importa un bledo la opinión mundial?  El Kremlin hasta este momento, una semana después de la protesta de Cuba, no ha hecho comentario, ni ha negado las inculpaciones. No le importa. Que el mundo diga o piense lo que quiera. Había cumplido con Cuba a un precio mínimo. ¡Lo hicimos, y qué!

Pero, lo de Cuba es diferente. No todo ha sido resuelto con una negación de culpa. Está en juego su posición ante la Unión Europea a la que le debe mucho dinero, y espera recibir en el futuro cercano mucho más, a la que, como es usual, nunca le pagará lo adeudado.

Dicho lo anterior, y tomando la otra punta del razonamiento, no creemos, en verdad, que al régimen comunista cubano le altere mucho la posible reacción de la Unión Europea, que, por larguísimos años, ha sido alcahuete incondicional de todos sus abusos, y banco propicio de todos sus despilfarros económicos.

Mientras tanto, Cuba seguirá siendo lacayo incondicional de Moscú, sirviéndole, solícitamente, en cada ocasión que se presente, como queda evidenciado con el envío de mercenarios para ser usados en la guerra de Ucrania.

BALCÓN DEL MUNDO

Mitt Romney, senador por el estado de Utah, declaró que no aspirará a la reelección en las elecciones del 2024 por haber llegado a los 80 años de edad. Hay que dar oportunidad a la gente joven, dijo. 

Romney, a pesar de estar en buena salud, física y mental, decidió la no reelección, expresando que, de ser reelecto terminaría su segundo término con 86 años, una edad muy avanzada para ser realmente efectivo en las fatigas políticas.

La decisión de Romney contrasta con la de Nancy Pelosi, que a sus 83 años anunció su intención de ir a la reelección. O la de Biden, que a sus tambaleantes 80, y con sus facultades mentales debilitadas, insiste, tercamente, en regresar a la presidencia por otros cuatro años.

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Por otra parte, la campaña iniciada en la Cámara Baja bajo órdenes de su Speaker, Kevin McCarthy, para investigaciones que conduzcan al impeachment de Joe Biden por posibles impropiedades, o crímenes, asociados a la conducta de su hijo Hunter, lucen, más que un esfuerzo por la justicia, una maniobra política parecida a algunas de las perpetradas contra Trump. 

Si continuamos chapoteando en este lodazal, jamás lograremos salir del pantano político que infortunadamente divide a la nación. 

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Nicolás Maduro se fue a Beijing donde fue recibido por Xi Jinping.  No fue otra cosa que una vitrina política donde Maduro fue a buscar reconocimiento en ese revoltijo que es el mundo de los comunistas.

China, en estos momentos no puede ofrecerle ayuda económica. Le sobran los problemas en ese capítulo. El petróleo venezolano no le interesa por ahora. Rusia se lo está vendiendo a un precio bajísimo a una distancia muy accesible comparada con Venezuela.

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Otro visitante, éste mucho más famoso, y debatiblemente más siniestro, Kim Jong Un, el dictador de Corea del Norte se apareció en Moscú, invitado por Vladimir Putin, para cerrar un acuerdo sobre la venta de municiones y otros equipos bélicos a Rusia, para ser empleados en la guerra contra Ucrania.

Por supuesto, el obeso coreano no se hubiera atrevido a este pacto con Rusia sin tener la aprobación del mandarín chino quien está empeñado en mantener un alto nivel de provocaciones contra occidente, específicamente, contra Estados Unidos.

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