El Casino Campestre de Camagüey

Written by Libre Online

19 de septiembre de 2023

Por Lilian María Aróstegui Aróstegui

Cuando a cualquier nativo de Camagüey se le pregunta por el lugar más atractivo de la ciudad, inmediatamente responde “El Casino Campestre”, lo cual resulta lógico si se tiene en cuenta que, salvo raras excepciones, fue el parque dominical de nuestra infancia y el cómplice de las primeras citas.

 También funciona como el pulmón verde en medio de una zona altamente contaminada; su belleza, es admirada por quienes visitan la provincia debido a su tamaño, su cuidado y las numerosas obras escultóricas que se alzan en diferentes puntos.

En 1814, antes de que inscribiera su nombre en el tiempo, se extendían en esta zona magníficos potreros que debían su fertilidad a la cercanía del Río Jatibonico y el Arroyo Juan de Toro; estas condiciones naturales favorecieron la presencia de dos quintas, cada una de ellas con tenería y tejar. Otros dos elementos positivos que valorizaron a estos terrenos fueron: la cercanía a la ciudad y la comunicación a través del puente de La Caridad.

Su surgimiento guarda relación con la de Feria de La Caridad que se desarrollaba en la aledaña barriada de ese nombre, el inicio de esta tradición data del 8 de Septiembre de 1734 cuando se inauguró la Iglesia dedicada a la patrona de la Isla, gracias a la devoción de los esposos Bringas Varona, anterior a esta fecha en ese espacio existió una muy modesta y antigua Ermita. La Feria devino, de inmediato, en lugar de exhibición de los mejores productos agropecuarios, y se ofertaba para amenizar, lo mejor de la cocina tradicional.

 En las noches, el arte hacía presencia en las deliciosas veladas donde el canto, la música y el baile desbordaban los espaciosos salones de las casas engalanadas y llenas de luces. Aunque estas fiestas hundieron sus raíces en la práctica religiosa, favorecieron el desarrollo de un tronco profano alimentado con la savia popular, el fruto no podía tener otro sabor que no fuera deliciosamente popular y autóctono.

 La cada vez mayor concurrencia de personas que atraía la Feria desbordó el espacio disponible en los portales y en la propia calle Real, motivo por el que el Ayuntamiento trasladó la celebración hacia los terrenos cercanos de excelentes condiciones. La inauguración fue el 1º de Septiembre de 1856 y clausurada el 15 del propio mes con la fiesta del “dulce nombre de María “y contó con la asistencia de la más alta representación del poder en la Isla y la villa.  De forma particular se distinguió el Departamento de Ganadería e Industrias Rurales y, en general, tuvo tanto éxito esta exposición, que el Ayuntamiento acordó su realización, desde entonces, en este terreno.

A partir de 1860 este fue el espacio oficial para celebrar las Ferias de La Caridad. A propósito de su visita a Puerto Príncipe alrededor de 1868 el  Padre Escolapio Antonio Perpiñá, dijo:

“Abandonando el camino real de Cuba, cogimos rumbo a nuestra izquierda, pasando junto al Casino Campestre. Este lugar delicioso y de expansión para el pueblo, regado por el río de cristalinas aguas, contiene en su vasto recinto su bonita casa, amenos jardines, paseos deliciosos, alamedas, puentes de comunicación y, sobre todo, un extenso hipódromo, famoso entonces por sus corridas de caballos.

En los días de exposición, durante las Ferias de la Caridad, allí se exhibían los productos más notables del país, las manufacturas, los animales raros, los toros más desarrollados, los caballos más hermosos y elegantes, mestizos unos y de pura sangre otros; así como las máquinas e implementos agrícolas propios para todo ramo de labranzas. En fin: todo aquel conjunto de cosas dignas de llamar la atención pública, exhibido en aquellos Campos Elíseos, entre el aparato de los gallardetes y las banderolas, el estruendo de sonoras músicas y la concurrencia de un gentío inmenso, distinguido por el esplendor y elegancia de las damas camagüeyanas, revelaba que Puerto Príncipe era una gran ciudad, un pueblo adelantado, próspero, rico y el más feliz del mundo”.

 A partir del siglo XX, el Casino se convirtió, gracias al empeño y diligencias del concejal del Ayuntamiento Raúl Lamar Salomón, en el sitio predilecto del pueblo debido a las mejorías de que fue objeto entre las que se destacan la construcción de un puente, la pavimentación de sus calles, y la creación de las aceras.

En el año de 1916 se cambió el de nombre del Casino Campestre por el de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, sin embargo, para todo el pueblo se sigue identificando con su nombre original.

No cabe duda de que cuando visitamos un sitio natural se trata, en gran parte de los casos, de sitios que guardan una estrecha relación con nuestro pasado, ya sea por vincularse con la trayectoria recorrida por nuestro pueblo por su independencia, o por conservar viva la imaginación y el encanto que existe en una leyenda popularizando un lugar, tendiendo un puente entre el pasado y el presente, ayudemos a que ese puente sea recorrido por las generaciones futuras.

Temas similares…

Ser ‘Pesao’ es un crimen

Ser ‘Pesao’ es un crimen

Por Eladio Secades (1957) ¿Podría llegarse a la completa definición del “pesao”? Pensar que se es muy simpático es...

0 comentarios

Enviar un comentario