FEDERICO GARCÍA LORCA Y SUS 98 DÍAS EN CUBA EN 1930

Written by Demetiro J Perez

15 de agosto de 2023

Por Álvaro J. Álvarez. Exclusivo para LIBRE

Federico García Lorca, nació en el municipio granadino de Fuente Vaqueros, el 5 de junio de 1898, fue un poeta, dramaturgo y prosista español. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX y como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español. Fue asesinado por el bando sublevado un mes después del golpe de Estado que provocó el inicio de la guerra civil española.

Su padre fue el hacendado Federico García Rodríguez (1859-1945) su madre, Vicenta Lorca Romero (1870-1959), segunda esposa de su padre era una maestra de escuela que fomentó el gusto literario de su hijo.

Su familia era de posición económica desahogada, y fue bautizado como Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca. Tenía tres hermanos menores: Francisco (1902-1976), Concha (1903-1962) e Isabel (1909-2002).

En el año 1906 se fue a vivir con su tutor Antonio Rodríguez Espinosa a Almería, viviendo allí durante el curso de 1907-1908 y los meses de julio y agosto de ese mismo año. Pero como cayó enfermo de una enfermedad bucal, tuvo que trasladase a Granada y estudiar a partir de 1909 en el colegio Sagrado Corazón de Jesús.

En su adolescencia, se interesó más por la música que por la literatura, estudió piano y sus amigos de la universidad lo conocían más como músico que como escritor novel.  

En 1914 se matriculó en la Universidad de Granada para estudiar las carreras de Filosofía y Letras y Derecho. Durante esta época, el joven Lorca se reunía con otros jóvenes intelectuales en la tertulia El Rinconcillo del café Alameda. 

En la primavera de 1919, varios de sus amigos de la tertulia El Rinconcillo se trasladaron a Madrid y Lorca, gracias a la ayuda de Fernando de los Ríos, quien le ayudó a convencer a sus padres a seguir sus estudios en la Residencia de Estudiantes, no tardó en unirse a ellos. Así pasó el poeta a formar parte de esta institución.

La Residencia de Estudiantes era en aquella época un hervidero intelectual, que acogió a figuras de la talla de Albert Einstein, John Maynard Keynes y Marie Curie, lo que influyó enormemente en la formación intelectual de Lorca. De esta forma, entre 1919 y 1926, se relacionó con muchos de los escritores e intelectuales más importantes de España, como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí y consiguió huir del tedio cultural provinciano, que odiaba, como escribió a su amigo el compositor Adolfo Salazar.

Entre 1919 y 1921, Lorca publicó Libro de poemas, compuso sus primeras Suites, estrenó: El maleficio de la mariposa y desarrolló otras piezas teatrales. También durante esta etapa, gracias otra vez a la ayuda de Fernando de los Ríos, tuvo ocasión de conocer a Juan Ramón Jiménez, que influyó en su visión de la poesía y con el que llegó a tener mucha amistad.

En mayo de 1921, Lorca volvió a Granada, teniendo así la oportunidad de conocer al maestro Manuel de Falla 

Su amistad les llevó a emprender varios proyectos en torno a la música, el cante jondo, los títeres y otras actividades artísticas. Ese mismo año, Lorca escribió el Poema del cante jondo, obra que se publicó en 1931. Esos años en Granada giraron alrededor de dos focos culturales: Falla y la tertulia El Rinconcillo, reunida en el café Alameda.

El 6 de enero de 1923, festividad de los Reyes Magos, Falla participó en una fiesta privada montada por Federico, Adolfo Salazar y Hermenegildo Lanz, dedicada a dos niñas de la familia, su hermana Isabel y Laura la hija de Fernando de los Ríos.

En 1925 viajó a Cadaqués, pueblo catalán en la costa mediterránea, para pasar la Semana Santa en casa de su amigo Salvador Dalí. Esta visita y otra más larga en 1927 marcaron profundamente la vida y obra de ambos. Fruto de esta intensa amistad fue la «Oda a Salvador Dalí», que se publicó en la Revista de Occidente en 1926. Además, fue el mismo Dalí el que animó al escritor a iniciarse en la pintura, consiguiendo que en 1927 presentase su primera exposición en las Galerías Dalmau de Barcelona. Por su parte, Lorca alentó a Dalí como escritor y lo denominó su amor erótico. En 1925 conoció al escultor Emilio Aladrén con quien mantuvo una relación amorosa hasta el año 1927, cuando Emilio lo dejó por Eleanor Doven, con la que más tarde se casó. Por tanto, el escultor era bisexual.

Se puede decir que la etapa de 1924 a 1927 fue el momento en que Lorca llegó a su madurez como poeta.

El término Generación del 27, parte de la fecha de diciembre de 1927, cuando se reunieron varios poetas españoles en Sevilla, en un acto organizado por la Sociedad Económica del País para conmemorar los 300 años de la muerte de Luis de Góngora. 

No todos los estudiosos reconocen el concepto de Generación del 27 y algunos han propuesto un cambio de nombre, pero si se puede asegurar que casi todos eran homosexuales.

Sin embargo, es en esta época cuando García Lorca vive, según sus palabras, “una de las crisis más hondas de mi vida”, a pesar de que sus obras Canciones y Primer romancero gitano, publicados en 1927 y 1928 respectivamente, están gozando de gran éxito crítico y popular. 

Esa crisis fue provocada por varios acontecimientos en su vida. Por un lado, con el éxito del Romancero Gitano, comenzó a verse a Lorca como costumbrista, defensor de los gitanos, ligado al folclore español. Lorca se quejó en una carta a Jorge Guillén diciendo: “Me va molestando un poco mi mito de gitanería. Los gitanos son un tema. Y nada más. Yo podía ser lo mismo poeta de agujas de coser o de paisajes hidráulicos. Además, el gitanismo me da un tono de incultura, de falta de educación y de poeta salvaje que tú sabes bien no soy. No quiero que me encasillen. Siento que me va echando cadenas”. 

Además de su separación de Emilio Aladrén, esa crisis debió agravarse cuando Lorca recibió las duras críticas de Dalí y Luis Buñuel sobre el Romancero Gitano, a la vez que se evidenció su distanciamiento con Salvador Dalí, quien en 1929 realizó junto a Luis Buñuel la película surrealista Un perro andaluz, una clara alusión a Lorca.

A pesar de esto, Lorca siguió trabajando y comenzando nuevos proyectos, como la revista Gallo de la que solo se publicaron dos números o la obra Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, la cual intentó estrenar en 1929 pero fue prohibida por la censura de Miguel Primo de Rivera un gobierno que duró de 1923 hasta 1930. 

En la primavera de 1929, Fernando de los Ríos Urruti (1879-1949) un político socialista afiliado al PSOE desde 1919 considerado una de las figuras más relevantes del pensamiento socialista en España, le propuso a Lorca que le acompañase en su viaje a Nueva York. Este aceptó viendo la oportunidad de alejarse de Emilio Aladrén, aprender inglés, cambiar de vida y renovar su obra.

El 10 de junio de 1929 partieron en tren hacia París, donde hicieron escala de un día, aprovechando para visitar El Louvre. Viajaron en barco de Calais a Dover, alojándose posteriormente en Londres dos días. Después de dejar a la sobrina de Fernando, Rita María Troyano de los Ríos en Herefordshire donde iba a estudiar, visitaron Oxford, para embarcarse finalmente en el Olympic (gemelo del Titanic), que partió de Southampton el 19 de junio de 1929 rumbo a América. Antes de partir Lorca escribió a su amigo Carlos Morla Lynch que se sentía deprimido y lleno de añoranzas y que se arrepentía de haber hecho el viaje. 

Llegaron a Nueva York el 26 de junio de 1929. En la ciudad de los rascacielos encontró un nutrido grupo de intelectuales españoles que residían allí. Su compañero de viaje, el político socialista Fernando de los Ríos, dio una conferencia en la Universidad de Columbia. 

Fue a instancias de Federico de Onís que Lorca se instaló en la residencia estudiantil Furnald Hall, exclusivamente para estudiantes de primer año. Lorca matriculó un curso de inglés para extranjeros, no logró grandes avances, solo tuvo un dominio mínimo del idioma, lo 

finalizó el 16 de agosto de 1929, si bien no se presentó a los exámenes.

Sobre Nueva York su primera impresión fue favorable, por sus rascacielos, su vida bulliciosa, las avenidas de Manhattan, las luces de Broadway, pero sí se interesó en conocer la ciudad y hacer vida social, asistiendo a numerosos eventos y espectáculos con sus amigos y conocidos. 

Al cabo de unas semanas Lorca visitó Harlem, donde junto a sus amigos frecuentaban el Club de jazz Small’s Paradise, tomando contacto con las minorías étnicas norteamericanas.

Pasaba la mayor parte del tiempo en el Spanish Institute de la Universidad de Columbia, donde se daban conferencias, veladas literarias y musicales. ¡Allí estaba más cercano a su país! 

Partió entonces hacia una estancia en Vermont, invitado por su amigo Philip Cummings, joven poeta que Lorca conoció en Granada. Allí gozó de la naturaleza montañosa, de sus bosques y lagos. Realizaron la traducción al inglés de Canciones, el libro de poemas que Federico realizó en 1927. Sin embargo, su estado de ánimo no le ayudó y el 29 de agosto volvió a Nueva York. Luego fueron 20 días con Ángel del Río y su esposa Amelia en una cabaña en Bushnellsville. Por último, en Newburgh, en la casa de campo Federico de Onís, con quien pasó unos días más. 

El 21 de septiembre de 1929 regresó a Nueva York, instalándose en la residencia John Jay Hall, otra de las residencias estudiantiles de primer año de Columbia.

Pero Lorca seguía deprimido, según le confió a su amigo, el escritor Rafael Martínez Nadal. 

Coincidió entonces con el crack de la Bolsa, siendo testigo de numerosas escenas de pánico e histeria en Wall Street, presenciando un suicidio y reforzándose entonces su anticapitalismo. 

Pasada la Navidad, se instaló en la residencia International House, ubicada en 500 Riverside Drive en Morningside Heights en Manhattan.

El 21 de enero de 1930 dio su primera conferencia en el Vassar College, universidad privada y muy prestigiosa, cerca del Valle del Hudson a 100 km al norte de Nueva York. Fundada por el cervecero Matthew Vassar en 1861, como una universidad solo para mujeres.

Allí dio una charla sobre las canciones de cuna que había dado anteriormente en 1928 en la Residencia de Estudiantes de Madrid.  El 10 de febrero, Lorca recibió un homenaje en el Spanish Institute, donde dio su conferencia Imaginación, inspiración, evasión, hablando de la poesía en términos cercanos al surrealismo, como fenómeno poético puro.

Lorca abandonó Nueva York el 4 de marzo, viajando en tren por la costa este norteamericana hasta Miami, donde se embarcó en el vapor Cuba, invitado para dar una serie de conferencias por la Institución Hispano-Cubana de Cultura, que dirigía el sociólogo Fernando Ortíz (1881-1969). En el país caribeño pasó Lorca 98 días, siendo sin duda para el poeta una estancia más agradable tanto por el clima como por el idioma y el carácter de la gente. 

En 1926, José María Chacón dio a conocer por primera vez en Cuba la poesía de Lorca en la revista Social y en 1928, el poeta Eugenio Florit publicó el Romancero Gitano en la revista Avance, agotándose en las librerías. La revista Social reprodujo “Romance de la Luna, Luna” y “La Casada Infiel”, poema este último que causó furor en La Habana y que Lorca dedicó a Lydia Cabrera y a su negrita Carmela Bajarano. 

Lorca llegó a La Habana el viernes 7 de marzo de 1930, estaban esperándolo en el puerto, por supuesto Chacón y Calvo y algunas de las figuras más relevantes de la cultura cubana, entre ellos el joven poeta Juan Marinello, el periodista asturiano Rafael Suárez Solís, el profesor Félix Lizaso y Guardiola.

Se alojó en el Hotel La Unión, en Cuba y Amargura. Lorca vivió una estancia más despreocupada y libre que en Nueva York o incluso en España, mostrando con más libertad su condición de homosexual. En Cuba se sentía gran admiración por Lorca, cuyo Romancero Gitano había cosechado un gran éxito. 

En carta a sus padres del 8 de marzo, escribió: La llegada a La Habana ha sido un acontecimiento, esta gente es exagerada como pocas, la ciudad es una maravilla, tanto la vieja como la moderna. Es mezcla de Málaga y Cádiz, pero mucho más animada. El ritmo de la ciudad es acariciador, suave, sensualísimo y lleno de un encanto que es absolutamente español, mejor dicho, andaluz.

Desde su arribo el 7 hasta el 19, Lorca dio cuatro conferencias en el Teatro Principal de la Comedia de La Habana: La mecánica de la poesía (9 de marzo); Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Un poeta gongorino del siglo XVII (sobre Pedro Soto de Rojas, 12 de marzo); Canciones de cuna españolas (16 de marzo); La imagen poética en don Luis de Góngora (19 de marzo). Aclaro, la quinta fue La arquitectura del cante jondo, pero el 6 de abril. 

Estas 5 conferencias fueron un gran éxito y Lorca ganó por primera vez bastante buen dinero.

La Habana fue la ciudad en la que más tiempo permaneció. A los 15 días empezó a viajar. 

El escritor, crítico, folklorista y diplomático cubano José María Chacón y Calvo (1882–1969) llegó a Madrid en 1918, conociendo a los intelectuales españoles de la época. En 1922 conoció a García Lorca y pronto intimaron.

El viernes 21, Lorca asistió a un almuerzo de despedida en honor al periodista hispanocubano Alfonso Hernández Catá (1885-1940), José María Chacón y Luis Rodríguez Embi.

En la tarde del sábado 22 de marzo Lorca arribó a Sagua la Grande invitado por el periodista Ciro Espinosa para dar su 5ta. conferencia desde su llegada a Cuba. Se alojó en el tercer piso en la habitación #320 del Gran Hotel Sagua, el más lujoso y moderno de la ciudad.

El domingo 23 de marzo, en el Teatro Principal aguardaban al andaluz los intelectuales Carnicer Torres, Espinosa, Manuel Gayol Fernández, la profesora Matilde Puig y el dramaturgo Juan Domínguez Arbelo, así como el diplomático español Francisco Campos Aravaca, el poeta cienfueguero Pedro López Dorticós, el remediano-mexicano Juan Pérez Abreu y medio centenar de profesionales de diferentes ramas, quienes deseaban atender al orador.

Su presencia no se hizo esperar. Eran las 9:25 de la mañana y el coliseo exhibía galas para ver y oír a Federico explicar las concepciones sobre la “Imaginación, la inspiración y la evasión: Mecánica de la moderna poesía”, y a su disertación añadió ejemplos musicales.

Manuel Gayol Fernández realizó la presentación, destacando las cualidades que dominaba el poeta, encomió su noción particular, capaz de fundir las raíces de la cultura popular y tradicional con las innovaciones de la modernidad.

Cercano al mediodía concluyó la disertación. Todos reafirmaron la 

voluntad y el deseo de acogerlo en otros territorios de la provincia villareña, como expusieron los directivos de las Filiales de la Hispano-Cubana en Caibarién y Cienfuegos.

Para el lunes 24, Delfín Tomassino propuso una corta excursión a los mogotes de Jumagua y un paseo en barco por las cercanías de Isabela de Sagua. Gustoso accedió García Lorca a los agasajos. Primero se decidió por el bojeo a la costa, y abordó, junto a los otros, el gas-car rumbo al puerto. En los Mogotes se embriagó con el paisaje natural. Luego retornaron a la ciudad y junto a Carnicer Torres fue al Sagua Yacht Club, una institución local de recreo, y avistó de cerca los caprichosos diseños de las viñetas de estilo romántico en los vitrales del Liceo y se aturdió con reminiscencias mudéjar del Palacio de Arenas.

Jamás el andaluz hizo un periplo tan amplio, como el realizado en la provincia de Las Villas, entre las que incluyó primero a Sagua la Grande, luego Caibarién y por último a Cienfuegos. 

Justo en el amanecer del martes 25 de marzo, Federico García Lorca abordó en la Villa del Undoso el tren número 50 -Caibarién-Sagua la Grande-La Habana-, con destino a la capital, persistieron noticias con reclamos maternales desde la Huerta de San Vicente, en Granada, y en tono confesional la progenitora requería conocimientos sobre su hijo: “Ya que desde New York no nos escribiste, yo esperaba una carta larga donde nos contaras las impresiones de Cuba que, a mi parecer, debe ser espléndida y hermosa”.

El domingo 30 de marzo de 1930, José María Chacón lo acompañó a Caibarién donde se realizó su segunda conferencia en las tierras villaclareñas y la sexta del país.

El diario El Comercio, de Caibarién, hizo referencia al abogado sagüero, Valentín Arenas Armiñán, quien, entre los amigos de la directiva de la Institución Hispano-Cubana de Cultura de Sagua la Grande, acudió a la Colonia Española de la Villa Blanca para escuchar la disertación que dio García Lorca sobre la obra literaria de Pedro Soto de Rojas.

La mañana del lunes 31, estuvo el poeta y algunos otros en diálogo con Tomás Ampudía, dueño del café El Louvre, frente al parque Martí, donde adquirieron licores varios y cogieron rumbo a la zona de Punta Brava, terreno en que está la playa “El Coco”, recordada por la transparencia de sus aguas y, a la sombra de sus plantas de anones, se regocijaron de los baños que posibilita el espacio reservado de una casucha de guano y en las rancherías de las cercanías del Yacht Club, donde intercambiaron palabras con algunos grumetes, para luego internarse en dos embarcaciones hacia las profundas zonas de Villalba, en Conuco.

El poeta Arenas Hernández, como redactor de la revista Archipiélago, a finales de la década de los cuarenta, contó como reseñó en El Dante, los periplos de Lorca por la cayería y el gozo del español al percibir la cruz aérea que asemejan los vuelos de los flamencos. 

El lunes 31 por en la noche, Lorca estuvo caminando con amigos por las calles Padre Varela y Martí, donde se encantó con las reposterías del café-dulcería El Suizo y Casino. También diferentes redactores se encargaron de puntualizar sobre la visita al Hotel España, en Justa # 9, donde degustaron la especialidad de la casa: la salsa de perro, elaborada con pescados de ese tipo, tomate, ají dulce, ají picante, ajo, cebolla, aceite, vinagre y papa. Dicen que se llevó consigo para España esa rica receta.

La comitiva que acogió a Lorca en Caibarién decidió, a instancia del dramaturgo Domínguez Arbelo, viajar el martes 1° de abril hasta Santa Clara, con el propósito de efectuar una estancia intermedia, para efectuar un diálogo con intelectuales de ese territorio y de Cienfuegos. Abordaron los automóviles en la piquera del Parque Martí, llegaron a Remedios a saludar a Pérez Abreu. Luego en Santa Clara recibieron un banquete en el Gran Hotel Las Palmas, propiedad de Marcelino Rodríguez, en la calle Domingo Mujica # 7. 

El periódico Federación, de Santa Clara, del viernes 4 de abril, hizo una reseña del encuentro en que intervinieron intelectuales locales junto a otros foráneos. López Dorticós, informó del deseo de Lorca de poder disertar en la Perla del Sur, el martes 8 de abril. Por tanto, Santa Clara fue un territorio de paso, nunca hubo conferencia del poeta granadino. 

El viaje de retorno a Caibarién, se realizó entrada la tarde. El miércoles 2 de abril, Lorca y Chacón Calvo al amanecer, abandonaron sus respectivas habitaciones del Hotel Comercio, en Justa # 28 y se dirigieron junto a un grupo de amigos hasta la estación de ferrocarril, para tomar el tren Caibarién-Sagua la Grande-Estación Central, destino a La Habana. Era las 7:45 cuando se oyó el pitazo del conductor para marcar la despedida.

En carta a su madre del 5 de abril, dice haber conocido a Eduardo Sánchez de Fuentes, el de habanera TU, que tanto me cantabas de niño.

El domingo 6 de abril fue su quinta conferencia en La Habana: “la arquitectura del cante jondo”.

Hacia Cienfuegos, invitado por la Filial de la Institución Hispano Cubano de Cultura, García Lorca llegó el mismo día 8 de abril y fue esperado en el vecino pueblo de Palmira por representantes de las instituciones culturales de la Perla del Sur.

Esa misma noche ofreció una conferencia en el Casino Español, la personalidad poética del cordobés Luis de Góngora y Argote (1561-1627), que según los reporteros de la época sirvió a García Lorca para exponer sus propios criterios sobre la poesía.

Al siguiente día participó en un paseo por la bahía y tuvo frases de elogió para el bello atardecer que se aprecia en ella, además los cronistas de la época detallan que visitó El Castillo de Jagua y fue homenajeado en la sociedad Cienfuegos Yacht Club.

Por la noche García Lorca asistió a una comida en su honor en el Hotel San Carlos y después regresó por ferrocarril a la capital cubana. La forma de comunicarse del español, le permitieron ganarse la amistad y la simpatía de los cienfuegueros.

La segunda visita de García Lorca a la Perla del Sur fue el jueves 5 de junio de 1930, el mismo día que cumplió 32 años, invitado por la Sociedad Cultural Ateneo de Cienfuegos, para ofrecer una Brillante conferencia sobre la mecánica de la poesía, que tuvo como sede el Teatro Luisa, con entrada libre, que facilitó la asistencia de todos los interesados en esa temática.

La hospitalidad recibida durante su estancia en La Perla del Sur provocó que el poeta andaluz, expresara que le parecía que estaba en Madrid entre sus amigos y colegas literarios y afirmó que hubiera querido quedarse unos días más.

Varías son las anécdotas de García Lorca durante su presencia en esta ciudad, el poeta, escritor y orador cienfueguero Dr. Bienvenido Rumbaut, lo recordaba sentando en el piano del Cienfuegos Yacht Club ejecutando aires andaluces o sentado en la pasarela de esa sociedad con un tablero sobre las piernas rodeado de un mar tranquilo, dibujando o escribiendo.

Sobre las actividades del inolvidable andaluz, se contó que por invitación del poeta cienfueguero Dr. Pedro López Dorticós, remó durante un rato en nuestras playas, donde admiró la belleza de una mulata que salía del agua y exclamó: “esa muchacha tiene la piel de magnolia seca”.

La prensa cienfueguera recogió otra anécdota narrada por Dionisio Ramos Llorens, quien afirmó que un grupo de amigos conversaban con el poeta español, acerca de la bahía cuando el sol se perdía por el oeste y en ese momento García Lorca exclamó: “Qué tarde tan linda, que lástima llamarme Federico, contraponiendo la belleza del atardecer cienfueguero con su nombre”.

Lorca debe haber estado visitando la zona de Matanzas, Valle del Yumurí y Varadero durante los días 11, 12 y 13 de abril. 

El Viernes Santo fue el 18 de abril y Lorca lo pasó visitando Iglesias de La Habana. El sábado 19 de abril, Lorca estuvo en Santiago de Las Vegas, gracias a las gestiones de Francisco Simón y Marcelo Salinas que lo trajeron al local de la Asociación Artística Cultural Euterpe, primero caminó calles junto a intelectuales locales y luego un sabroso almuerzo criollo.

Por esos días visitó el Club Náutico de La Habana en compañía de Luis Rodríguez-Embi.

Entre el 1 y el 3 de mayo hubo lecturas de los poemas de Lorca organizada por la Revista de Avance. Uno de los asistentes fue el recién llegado Gabriel García Maroto (1889-1969) pintor y escritor español perteneciente a la Generación del 27. Hubo cena en el restaurante La Isla.

En mayo Lorca se sometió a una pequeña cirugía en la Clínica Fortún-Souza para extirparle unos lunares.

Por ese tiempo hasta pasó una noche en el calabozo tras una juerga callejera. Gracias al escritor guatemalteco y cónsul de Guatemala en La Habana, Luis Cardozo Aragón que logró sacarlo sin mayores problemas.

El jueves 22 de mayo fue de excursión a Güines junto con el poeta y periodista Arturo Carnicer Torres.

El viernes 23 de mayo estuvo en Pinar del Rio y en el Valle de Viñales.

El sábado 31 de mayo, se fue hasta la Terminal de Trenes, sacó su pasaje para Santiago de Cuba, parece ser que lo hizo solo y sin decir nada, porque existió la duda sobre este viaje, que debió haber sido el sábado 5 de abril, pero no se dio. Max Henríquez Ureñ, el presidente de la filial santiaguera de la Institución Hispano-Cubana de Cultura fue quién lo recibió al llegar. Hay una versión que alega se hospedó en un hotel cercano al paradero del tren en Santiago y otra versión que fue en el Hotel Venus, en el centro de la ciudad. Pasó unos días y el lunes 2 de junio en el Pabellón Barceló de la Escuela Normal para Maestros repitió su primera conferencia, del 9 de marzo: La Mecánica de la Poesía.

Fue allí que escribió su único poema durante sus días en la Isla: Son de Negros en Cuba, dedicado a Fernando Ortíz y que lo incorporó a su libro, Poeta en Nueva York. 

Y donde decía al final de una de sus estrofas: «Siempre he dicho que yo iría a Santiago en un coche de agua negra…».  

El martes 3 de junio llegó a Santa Clara para continuar camino hasta Cienfuegos, donde el jueves 5, día de su 32 cumpleaños, pronunció la misma conferencia que en Santiago de Cuba. 

A su regreso a la metrópoli le regaló a su amiga Flor Loynaz una estampa de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, por lo que es posible que visitara también su Basílica en El Cobre rodeada en un hermoso paisaje montañoso. Además, 

visitó la tumba de Martí.

Con su amiga Lydia Cabrera, fue a conocer a Carmela Bejerano, la “nana” de la autora de los Cuentos Negros de Cuba. También de su mano asistió a una ceremonia de iniciación ñáñiga, manifestación del folclor afrocubano. Contaría años más tarde la anfitriona que el poeta parecía fascinado por la celebración y que en el momento en que el Diablito, con sus ropas coloridas, danzaba hacia ellos, presa del pánico, Lorca se le abrazó al cuello como buscando protección. 

Lorca dijo: “en Cuba pasé los mejores días de mi vida” o frases que podemos entresacar de cartas a sus padres: “Esta isla es un paraíso. Cuba. Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba” o “No olvidéis que en América ser poeta es algo más que ser príncipe”.

Guanabacoa, Regla, Guanajay o Santa María del Rosario, también fueron visitadas por Federico, pero su lugar preferido eran las playas de Marianao, pues, como recordaba Nicolás Guillén, “le gustaba irse en las noches a las “fritas”, a los cafetines de Marianao, donde ya está el Chori y allí se hizo amigo de treseros y bongoseros”, experiencia esta, la de la playa de Marianao, que será decisiva, en su interpretación del duende.

Lorca fue recibido y mimado en Cuba por las figuras más representativas de la alta cultura cubana, como Fernando Ortiz, Jorge Mañach, Lydia Cabrera, Félix Lizaso, José Antonio Fernández de Castro, etc. Y entre los poetas cubanos contemporáneos: Guillén, Ballagas, Dulce María Loynaz, Florit, Marinello, Tallet, entre otros muchos.

Pero no solo fueron conferencias, hubo tres círculos en los que transcurrió su vida privada. El primero, desde su llegada, en torno al matrimonio español de Antonio Quevedo y María Muñoz, musicólogos asentados en Cuba desde 1919, una amistad precedida por una cálida carta de presentación de Manuel de Falla. Con ellos compartiría numerosas actividades culturales y poco de su existencia más íntima.

Como segundo, los 4 hermanos Loynaz: Carlos Manuel, Dulce María, Enrique y Flor, quienes le abrieron las puertas de su casa de Línea entre 14 y 16, Vedado, que Lorca denominó, como la casa encantada allí tocó piano, cantó, escribió, dibujó, bebió whisky con soda, sin pernoctar nunca, pero sí hasta las madrugadas. Fue donde escribió El Público y algunos poemas de Poeta en Nueva York y fragmentos de Yerma y Doña Rosita la soltera.

Su relación se centró sobre todo en Enrique y sobre todo en Flor, porque ella se le parecía mucho, gustaba romper con los moldes establecidos para su sexo, de las primeras conductoras en su Fiat de 1930, fumaba grandes puros en público y entraba a bares privativos para los hombres. A ella le confió el manuscrito de su obra teatral Yerma.

Dulce María, no coincidía en sus gustos poéticos con él y solía decir: “Lorca nunca escribió sobre mí, los poetas no son aficionados a escribir sobre otros poetas y además no estimaba mucho mi poesía, sino la de Enrique”. Lorca dejó una huella profunda en su vida, no así en su poesía.

Su tercer círculo, estaba formado, en primer lugar, por el joven poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón y, en parte por los españoles, el musicólogo Adolfo Salazar y el pintor Gabriel García Maroto. Con ellos, conoció la intensidad de la noche habanera, donde la presencia negra, bullanguera y alegremente provocadora, tenía sus recintos, visitó el popular Teatro Alambra, solo para hombres, donde se representaban piezas que alternaban la sátira social y política, lo vulgar y grosero, pero que gracias a los actores se convertían en parodias que hacían llorar de risa a Federico, desde entonces asiduo asistente a estas representaciones, deslumbrado por la pericia en escena del negrito, el gallego, la mulata, el homosexual y el chino. Con sus amigos más íntimos recorrió poco recomendables bares nocturnos del puerto y con Cardoza visitó un elegante burdel que dejó paralizado a Federico perplejo ante tanta suntuosidad.

El 11 de junio la cena de despedida por sus amigos de la revista Avance fue en el Hotel Bristol.

El 12 de junio de 1930 Lorca y Adolfo Salazar abordaron el Manuel Arnús hacia Cádiz.  En una carta dice: “Federico y yo llevamos en el barco los primeros sones que en Granada y en Madrid golpearon sus claves y rechinaron sus güiros y exhalaron los gritos roncos de marimbas y bongoes salpicados por la lluvia de las maracas”.

Su madre, Vicenta, en carta del 2 de septiembre de 1930 y dirigida a María Muñoz Quevedo, relató: “Mi hijo habla con un entusiasmo tan grande de Cuba que yo creo que le gusta más que su tierra”.

A las 4:45 am del 18 de agosto de 1936, fue ultimado a tiros por la milicia falangista. Enterrado en una fosa común sin nombre en algún lugar de las afueras de Granada, donde permanece hasta el día de hoy, sin haber sido su cadáver identificado. José María Chacón se arrepentía de haberle dado en Madrid las 250 pesetas para pagar su viaje en tren a Granada, donde lo capturaron. 

El primer y único borrador de Poeta en Nueva York, compuesto por 96 páginas mecanografiadas y 26 manuscritas, fue entregado por Lorca a José Bergamín poco antes de su muerte, con abundantes tachones, añadidos y correcciones. Bergamín lo publicó en México en 1940.

Se puede aclarar que el libro es un estudio subjetivo de lo que sugiere la lectura de los 36 poemas, más 19 ilustraciones, lo que supone un aporte artístico a un poemario surrealista con símbolos homoeróticos ocultos en los poemas epénticos, como, por ejemplo: diez veces se repite la palabra: lengua, como órgano sexual. Federico inventó la sustantiva clave “Epente” que significa homosexual. Así podían hablar de este tema con Vicente Aleixandre, que también lo era, por ser un tema tabú en aquellos años treinta.

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