El Campeón que se quedó corto dos veces

Written by Libre Online

8 de agosto de 2023

Por José “Chamby” Campos

Hay atletas que tienen la dicha de ser precursores en algún aspecto del deporte. La gran mayoría lo hacen por el talento y las facultades que Dios les dio; ejemplo de ellos son Babe Ruth, Joe Lewis, Michael Jordan y muchos más. 

Otros, sin descartar sus condiciones físicas, por la oportunidad que tuvieron en cierto momento. Ejemplo de esto fue Bob Beamon quien implantó un récord de salto largo que por muchos años estuvo vigente gracias a la altura de La Ciudad de México.

Desafortunadamente hay casos donde atletas no han podido lograr esa hazaña por condiciones, pero esta vez en reversa. 

En 1973 se instaló la regla del bateador designado en la pelota de Grandes Ligas. No obstante que el primer partido de la temporada entre Los Gigantes de San Francisco y Los Rojos de Cincinnati pudo haber producido el primer “Bateador Designado” de la historia y uno de los integrantes de esos equipos se pudo haber llevado la gloria, no sucedió porque la Liga Nacional no había adoptado dicha regla. Por lo tanto, ocurrió el día después cuando dos conjuntos de La Liga Americana se enfrentaron.

Cuando esto pasa la persona cuestiona las circunstancias que lo llevaron a estar en esa situación. Desdichadamente pasa a la historia por desapercibido y se convierte en la respuesta risible a una curiosidad.

Sin embargo, existió un deportista que quedó relegado a un segundo plano no solamente en una ocasión, sino dos veces; más interesante es que las dos personas que terminaron antes que él son sinónimos de inmortales. Ambas se encuentran en “El Salón De La Fama” de sus respectivas especialidades. 

Este señor fue Mathew Mackenzie Robinson, un corredor de campo y pista que estableció marcas a nivel universitario en sus años de estudiante y más tarde representó a los EE.UU. en la olimpiada.

Hombre de color que nació en la pobreza y creció sin la figura de su padre después que este abandonara el hogar, dejando una familia de cinco hijos y esposa. 

A pesar del soplo cardiaco que se le descubrió cuando era un estudiante de secundaria se convirtió en un gran velocista y saltador de salto alto. Estando en la universidad impuso récords nacionales en los 100 y 200 metros de velocidad y en la modalidad de salto alto.

Calificó para la olimpiada de verano del año 1936 en Berlín como miembro del equipo de corredores de los 200 metros. Allí rompió la marca mundial por .4 segundos, pero no pudo superar a otro corredor norteamericano que en esa carrera también la quebrantó, pero con mejor tiempo. El nombre de su rival esa tarde, Jesse Owens.  

Owens sin duda alguna fue el héroe de ese certamen y una figura que ha quedado para la historia tanto atlética como social.

Si esa fue la primera vez que Mack terminara en segundo plano públicamente, la próxima no sería hasta unos años más tarde y sucedería sin que él ni siquiera compitiera.

El martes 15 de abril del 1947 en los terrenos de Ebbets Fields en Nueva York, un joven de 28 años de edad rompió la barrera racial del béisbol de Las Grandes Ligas. En ese momento Jackie Robinson se convirtió en el ícono que es hoy día.

Sin buscarlo ni quererlo Mack Robinson volvió a “ocupar” un segundo lugar ya que ese pelotero era su hermano menor.

Luego más tarde en su vida Mack fue reconocido por sus propios triunfos en el campo de competencia. Fue seleccionado a los “Salones de la Fama” de la universidad de Oregón y al del deporte en el estado del mismo nombre.

Jessie Owens lo consideró el rival más difícil en toda su carrera mientras que su hermano siempre lo llamó “su inspiración”.

Mack Robinson, el atleta que por siempre estará atado a dos grandes leyendas.

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