“¡ÉCHALE SALSITA!”

Por Esteban Fernández

1962: Salgo y mis manos estaban vacías, mis bolsillos sin un solo centavo, pensé que solo traía un par de pantalones, dos camisas viejas, pero almidonadas y planchadas, unas medias, y unos calzoncillos deteriorados, por favor no se sorprendan ¡también planchados por mi madre!

Pero, en mi cerebro y en mi corazón venían una familia, un pueblo y un país adorado.

Traía 13 años vividos en un paraíso y cuatro en un infierno; junto a mi estaban un colibrí, una pareja de canarios y una ración de alpiste.

A mi lado estaban el dolor de escuchar a esbirros gritando “Paredón” y de letreros sumisos en las puertas -diseminados por el territorio nacional- de “Esta es tu casa Fidel”.

En lo más profundo, incrustado en mi ser, llegaban mi odio y los recuerdos de los chivatazos del Comité de Defensa del barrio.

Venían junto a mí «El Grito De Yara» y “La Protesta de Baraguá”. 

En mi memoria estaban muchos momentos felices, lo mucho que disfruté la Playa del Rosario en las casas de mis tíos Enrique Fernández Roig doblando a la izquierda y la de Carlos Gómez doblando a la derecha.

Traía el recuerdo de un grito de mi padre al ser mi primo electo: «¡Viva Jaime Quintero, Alcalde de Güines!”.

Conmigo llegaba en mi mente el primer programa de televisión llamado “La Familia Pilón”. Traía mi admiración por los Brigadistas 2506 y por los alzados en el Escambray. Ni por un segundo olvidé a Benny More cantando “¡Castellano que bueno baila usted!”.

Ahí estaba el recuerdo del primer y único Tomeguín del Pinar que cayó en mi rustica jaula de trampa. Y como lo dejé libre unas horas antes de serlo yo.

Arribaban junto a mi Tamakún el vengador errante, y Leonardo Moncada. Nunca quedó atrás Pototo diciendo “Cosa más gran la vida”.

En mi mente estaban 20 mil dicharachos cubanos, historias, cuentos, anécdotas, y las lágrimas de unos padres y un hermano despidiéndome y llorando. Y venía junto a mi la inolvidable estrella en la frente del general Calixto García.

Venía un La Huerta de Cuba, un escudo, una bandera, un himno, la veneración por los mambises, y mi dolor por los mártires caídos gritando “Viva Cristo Rey”…

Encerrados en mi pecho estaban y siguen ahí los recuerdos de 14 Navidades felices y “Tres Reyes Magos”, tres hermanos Villalobos, y los tríos de Servando Díaz y los Matamoros.

No, no salía de Cuba, Cuba venía junto a mí dentro de mi alma…

Y aunque pasaran 64 años más recordaré a las butifarras del Congo de Catalina de Güines y cantaré eternamente: ¡Échale salsita!”🎵

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