Por Roberto Luque Escalona
Rusia…, López Obrador…, “It´s the Economy, stupid!” …, “Al carajo”
*En Rusia prevalece un clima político que me hace recordar el de los tiempos previos a la Revolución de Octubre en Yevgeny Prigozhin, líder de un ejército particular -así como suena, aunque suene absurdo que porta el no menos absurdo nombre de “Wagner”. Los únicos Wagner que yo conozco son el compositor alemán Richard Wagner, la estrella del baseball de principios del siglo pasado Honus Wagner y el actor Robert Wagner, nada que ver con Rusia.
Pero ese país siempre ha sido pródigo en seres extraños. Recuerden al más extraño de todos: Grigori Yefímovich Rasputin, a quien todos llaman, no sé por qué, “Rasputín”. Lo atiborraron de pasteles envenenados con cianuro, le golpearon la cabeza con un candelabro, le metieron dos balas en el pecho y tiraron el cadáver al río Nevá. Pero el cadáver no era cadáver. Rasputin murió ahogado.
*Hace dos años se cumplió un siglo del final de la Guerra Civil que siguió a la toma del poder en Rusia por los bolcheviques. Desde entonces no ha habido algo parecido en ese país, pero ahora parece que pudiera ocurrir. Sería consecuencia de la catastrófica invasión a Ucrania. En política, nada hay tan desequilibrante como una guerra absurda. Y para guerras absurdas, la llevada a cabo por los rusos en Ucrania.
*En los antiguos navíos a vela, en lo más alto del palo mayor, había una plataforma que era usada por el vigía… cuando vigía se necesitaba. Cuando no, era un lugar de castigo. Si un marinero cometía una falta que debía ser castigada, uno de sus superiores señalaba a lo alto y ordenaba: “Al carajo”, que así se llamaba la susodicha plataforma. Los grandes veleros y su dichosa plataforma desaparecieron, pero la palabra permaneció, lo que no es de extrañar, pues tiene una gran fuerza expresiva.
*México está siendo asolado por la más feroz violencia de su violenta historia, pero Andrés Manuel López Obrador está muy ocupado con sus afanes reeleccionistas. La no reelección de los presidentes, una tradición ya centenaria en México es parte de la Constitución que se puso en vigor en 1917, pero el ya anciano presidente quiere morir en Los Pinos, la residencia presidencial.
*Los Dodgers de Los Ángeles se sacaron la rifa del elefante con su estúpida idea de agasajar a un grupo anti-cristiano. Las protestas han ido creciendo y ya son multitudinarias. Los magnates oportunistas no parecen darse cuenta de que este país, aunque deteriorado, aún se parece a sí mismo. ¿Recuerdan la frase de Clinton? “It´s the Economy, stupid!”, Well, This is America, stupid!
*Fea bronca entre las congresistas conservadoras Marjorie Taylor Greene y Lauren Boebert. ¿Qué es eso, señoras? ¡Si aquí lo que sobra es gente mala con quien pelear! Que estas congresistas, que me consolaban del eclipse de Sara Palin, se conviertan en enemigas es algo que me saca de quicio.
*Desde que llegué a América, hace 31 años, el ambiente político ha ido de mal en peor, con la excepción del cuatrienio gobernado por Donald Trump. Es como si yo arrastrara conmigo eso que los andaluces llaman “un mal fario”. Algo parecido me sucedió en Cuba, cuando el inicio de mi adolescencia coincidió con el de la desgracia que terminaría con nuestra nación. Nunca tuvo Cuba un gobernante peor que Fidel Castro ni América uno peor que Joe Biden. Aunque Fidel no tiene comparación, mientras que, en materia canallesca, Biden enfrenta el reto de Barack Obama. Eso, sin contar con que América es un país superior y tarea mucho más difícil su destrucción. Pero… No olvidemos que todo lo que construyan los hombres, otros hombres pueden destruirlo.
*A pesar de mis lejanos, pero queridos recuerdos de Kim, el de Ruyard Kipling, y Tamakún, el de Armando Couto, poco es el interés que le he dedicado a la India en mis trabajos periodísticos. Motivos personales aparte, es un país desconcertante. Con tanta gente que muere por desastres naturales, epidemias y conflictos religiosos, me pregunto cómo es posible que la población no deje de aumentar. Ya anda por los mil millones.
*Hace años, cuando publiqué un relato cuyo bajo nivel me convenció de que mi carrera literaria había terminado, incluí unos breves ejemplos de la corrupción del habla popular de los cubanos de la Isla. Por algún motivo que no puedo recordar, los eliminé. Ahora recibo un breve escrito sobre el mismo tema, pero con más calidad que el mío.
El gobierno revolucionario, siempre atento al avance de la cultura literaria entre las masas, le ordena a un reportero realizar una investigación callejera sobre el tema. Micrófono en mano, el periodista interroga a un transeúnte:
–¿Qué opina usted sobre el poema en Cuba?
–Bueno, poema, lo que es poema, tenemos todos en Cuba. Con la comida, poema; con el transporte, poema; con la ropa y los zapatos, poema; con el gao, poema, con todo…
–Está bien ¿Qué me puede decir de la poesía?
–La poesía… La poesía es del carajo. No deja vivir al niche. Le pide el carné de identidad, y qué traes en ese saco, te registra la java, te quiere meter preso…
–Bien, bien, gracias, compañero.
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