MAYO, PUENTES, PASEOS E HISTORIA EN FRANCIA

Written by Demetiro J Perez

30 de mayo de 2023

Nuestros lectores acaban de disfrutar del fin de semana del Memorial Day. En Francia ha habido tres del mismo corte porque este año las fechas de los feriados lo propiciaron así. Del tiro el Día de las Madres quedó relegado para el próximo domingo 4 de junio.  Ajustando las posibilidades de días libres y receso escolar en la familia con el estado del tiempo y del bolsillo, fui durante cuatro días desde jueves 18, Ascensión del Señor, a visitar en Normandía la ciudad de Dieppe y sus alrededores. No era una primera vez así que no fue necesario subir al castillo construido donde empiezan hacia el oeste los famosos acantilados plasmados en las telas de Claude Monet.  Agua por medio hay del otro lado del Canal varios puertos británicos conectados vía ferry con el continente y gracias a ellos había decenas de automóviles de colección participando en una reunión anual muy seguida por los aficionados.  

El gran castillo local, sus ricas colecciones, las iglesias y muchos de los edificios que se aprecian en Dieppe tienen en su origen una relación con la captura en alta mar de la mayor parte del «oro de Cortés» que el corsario francés Jean Feury hizo en 1522. Dos de las tres carabelas que el saqueador del tesoro de Moctezuma fletó desde México hacia España fueron interceptadas a la altura de las Canarias yendo a manos no de Carlos Quinto sino de François Premier: es la «captura» más significativa de que se tenga conocimiento en la Historia. Jean Ango, el armador que más que organizar tuvo la suerte de que aquello ocurriera, es todavía recordado con admiración por los dieppeses: el manoir que erigió en las tierras que le regaló el Rey es visita obligada que obviamente hice.

Otros hechos menos gloriosos tuvieron como teatro esta playa y puerto. Lo que hoy se aprecia 80 años después de la Segunda Guerra Mundial tiene poco que ver con el campo de ruinas en que quedó convertido el burgo cuando en 1945 concluyó la hecatombe. No se puede evitar pensar en lo que está ocurriendo hoy en Ucrania, a menos de dos mil kilómetros de nosotros. La región normanda y Dieppe en particular fueron duramente castigadas por los bombardeos aliados. Los alemanes estaban convencidos desde finales del año 1941 que por alguna parte de esta cara francesa al Atlántico vendría un desembarco que tardó pero que al final ocurrió a mediados de 1944.  Todo eso es historia. Pero historia al fin ha sido contada de cientos de maneras distintas, a veces contradictorias, a veces soslayando hechos que forman parte de un todo y del quehacer de hombres de estado y de militares. De Roosevelt y de Churchill se trata.

Cuando hace poco menos de cinco años uno de mis primos vino a París de paseo con la familia el hijo que recién comenzaba entonces estudios secundarios que acaba de finalizar brillantemente este mes en Miami, traía como objetivo visitar las playas del Desembarco angloamericano del Día D, 6 de junio de 1944.  Recorrimos la zona en una jornada maratónica y yo expliqué como pude lo que modestamente sabía.  No le conté sin embargo que aquella horrible carnicería con la que se saldó la heroica operación había tenido un antecedente tres años antes 150 kms al este de donde estábamos -Omaha Beach- cuando, con otra masacre como saldo hubo otro desembarco en Dieppe tuvo lugar el 19 de agosto de 1942 lo que ha pasado a la posteridad como el Dieppe Raid. 

El 19 de agosto de 1942 tuvo pues lugar aquella operación bautizada Jubilée o Dieppe Raid. Cediendo a la presión de Stalin la idea era ir a la costa de una Francia ocupada donde los nazis se habían atrincherado mientras combatían al Este intentando llegar a Moscú doblegando a la URSS. Un ensayo. Pobremente mal pensado y sobre todo pésimamente ejecutado. No por casualidad Montgomery estaba detrás del asunto como estratega. Varios barcos, la parafernalia de rigor, 6 000 hombres y un objetivo: destruir la defensa costera y la estación de radares; un gran cuartel en la ciudad; y regresar con par de docenas de prisioneros para exhibirlos en Londres que ya estaba siendo bombardeado por el enemigo.

Pero todo salió mal. Terriblemente mal. Para empezar los blindados anfibios y los tanques ligeros que desembarcaron de las barcazas se atascaron en la playa que no está cubierta de arena sino de guijarros pequeños y pulidos. Allí quedaron como puede observarse en la foto de archivo que ilustra esta plana. El balance de la catástrofe, por la que nadie pagó y que raramente se habla, fue de 1200 muertos y desaparecidos, 1500 heridos, 2000 prisioneros, sumados a 30 naves y 100 aviones perdidos. No sería ocioso revisar la prensa alemana de aquellos días. No hay una palabra acerca del asunto en las Memorias de Churchill (gracias a las cuales, obra maestra dicen, obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1953) y los historiadores especializados en la Segunda Guerra Mundial han sido parcos en glosar esa negra jornada.

Entre los que desembarcaron aquella madrugada hubo 50 estadounidenses con el resto del comando mayoritariamente compuesto de canadienses. Varios monumentos que los honran están diseminados por los alrededores de la playa. Pero cuando tienen lugar celebraciones importantes los visitantes importantes no vienen a Dieppe. Fue el caso cuando el 70° Aniversario del D-Day en 2014, evento con repercusión mundial como los lectores recordarán.  Caminando, como quien dice hace unas horas, por encima de los guijarros (galets en francés) tuve un pensamiento para aquellos combatientes literalmente «embarcados» en el Raid por su jerarquía. Es difícil ponerse en el pellejo de un tipo que se tira de una barcaza con 30 libras de carga encima y un fusil en la mano a enfrentarse con lo imponderable y con la muerte. ¿No es similar lo que están viviendo de otra manera, defendiendo su tierra y un futuro nacional, los ucranianos en estos momentos?

Mientras tanto los fines de semana de este mayo 2023 fueron bien aprovechados en Francia con jolgorio y excelente tiempo; pero con la frialdad de ánimos colectiva que imponen las dificultades crecientes que asumimos hoy querámoslo o no. Ya vendrán tiempos mejores dirán los optimistas. Por el momento nos resta aspirar a que varios proyectos de corte conmemorativo que están gestándose en la región, que se abrirán al público en Carentan-les-Marais a finales del año 2025, tengan en cuenta el hito histórico que tuvo como escenario el Dieppe de ayer. Los caídos y las generaciones futuras merecen el gesto transformado en hecho más que en palabras.

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