DORA MARÍA TÉLLEZ, PRESA EN EL CHIPOTE Y DOCTORA HONORIS CAUSA EN LA SORBONA

Written by Libre Online

6 de diciembre de 2022

Si la tiranía ejerce como dueña absoluta en Cuba desde hace más de seis décadas, su hegemonía y permanente beligerancia ha gestado émulos que han corregido y aumentado el modelo castrista original en sus peores características y logros. Un ejemplo paradigmático de esta afirmación es Nicaragua, pequeño país de 130 mil kilómetros cuadrados de superficie y menos de 7 millones de habitantes, transformado en feudo post-castrista de opresión y de nepotismo.  Conocemos muy bien la historia de ese país que logró quitarse de encima la tiranía de los Somoza para entregarse in fine al abrazo dantesco del binomio Ortega-Murillo, una situación que va más allá de la imaginación y que resulta difícil de describir racionalmente desde el extranjero.

La discreción con la que la opinión pública internacional trata el caso Nicaragua tiene un nexo obvio con la que ampara el cubano en la materia.  Transfieren al enemigo exterior, a Estados Unidos en particular, la responsabilidad de las carencias y de la violencia política reinantes en el país.  Aventajados alumnos del Ministerio de la Verdad que radica en La Habana, los orteguistas no ponen límite a su desfachatez. Una situación que provoca mensualmente la huida de decenas de miles de ciudadanos que terminan agolpándose en la frontera sur de Estados Unidos antes de atravesarla ilegalmente a lo que dé lugar. Ocupados con la profusión de crisis urgentes en decenas de regiones del mundo los actores internacionales -políticos, periodistas e intelectuales- encaminan sus miradas y sus cuitas en otras direcciones. Además de que lo razonable y habitual es cubrir con un manto benevolente a todo trasgresor si está etiquetado como de izquierda y antiamericano. 

Es por ello que cobra significado e importancia la distinción que acaba de otorgar una universidad francesa a Dora María Téllez, disidente, ex-ministro y opositora nicaragüense desde 1990, que lleva año y medio pudriéndose literalmente en la cárcel de mayor rigor de El Chipote, en Managua. Hecho significativo y paralelo ha sido el eco dado a esa información en París en las páginas y en los enlaces digitales de varios de los medios franceses más leídos por la población y por las élites universitarias e intelectuales locales. Entre ellos Le Monde y Libération, los cuales consagraron a la noticia media plana y dos páginas respectivamente, en sus ediciones fecha 1 de los corrientes.

Todo había comenzado a inicios de este año cuando La Sorbonne decidió otorgar un doctorado honoris causa a cuatro personalidades excepcionales que se hubieren distinguido mundialmente por sus acciones en los campos literarios, artísticos, intelectuales y sociopolíticos. Entre decenas de proposiciones la institución asignó uno de ellos a Dora María, cuya candidatura fue presentada y defendida desde la presidencia del Institut d’Hautes Études de l’Amérique Latine (IHEAL), un centro dedicado a estudios e investigaciones acerca de la región. Una profesora de la institución vino a la tribuna para hacer el elogio de la insigne historiadora nicaragüense, ante una asamblea de profesores y de invitados que tuvimos el privilegio de asistir al acto en el paraninfo de la universidad. Trazó el hilo conductor de la vida de esta mujer que se hizo célebre a los 22 años en 1978 participando en acciones armadas de los sandinistas contra el gobierno dictatorial de Anastasio Somoza. Con los cabellos cortados a ras de su boina, remedando a un chico para ocultar la mujer que era, intervino en un asalto y toma de rehenes en la Asamblea Nacional. Cuando en julio de 1979 llegó el día de la Victoria su rostro fue una de las fotos que recorrieron el mundo junto a los hirsutos comandantes. La realidad y la vida le pasarían factura.

De entonces a la fecha ha llovido. De militante revolucionaria Téllez pasó a opositora resuelta, se bajó del carro sandinista y ya estaba creando un movimiento político a mediados de la década 1990, el MRS. Como se ha visto allí toda oposición política es inviable en el país y quienes lo han intentado están en el cementerio, en la cárcel o en el exilio. Volviendo al acto, después de un elogio vibrante que a manera de presentación pronunció la profesora Marie-Laure Geoffray, vino al estrado Carlos Fernando Chamorro designado para recibir el diploma y las insignias en nombre de la laureada. Vino desde San José de Costa Rica donde está exiliado y donde combate desde el diario digital El Confidencial. Chamorro, también ex-sandinista e hijo de la difunta Violeta, habló apasionadamente para describir el martirio que está sufriendo la sociedad nicaragüense en el pellejo de los mejores de sus hijos. Aludió la personalidad valiente e inclaudicable de Dora María cuyo mensaje sigue siendo el mismo: mantener la lucha hasta vencer o morir. Utilizó una bella fórmula para describirla: «guerrillera que no conoce el miedo, opositora irreprochable».

La mejor sorpresa posible vino de los mencionados escritos que publicaron los periódicos. Ya en España El País había abierto sus páginas semanas atrás a la denuncia de otros desafueros cometidos a expensas de los más de 200 presos políticos actualmente embastillados por el régimen. Y Carlos Fernando sabe bien de qué está hablando porque su hermana Cristiana está en prisión (domiciliaria en su caso por el momento) igual que todos los demás candidatos a la farsa electoral orquestada por el gobierno en noviembre del año pasado. En una entrevista concedida a la prensa escrita francesa el destacado periodista aludió a las manifestaciones de 2018 durante las cuales perecieron no menos de 350 personas.

Párrafo aparte para la persecución a los religiosos de la cual habló extensamente: seminaristas, sacerdotes y hasta varios obispos han sido agredidos cuando no encarcelados. La más reciente de las «hazañas» gubernamentales fue la expulsión el 6 de julio pasado de todas las monjas y laicas pertenecientes a la congregación humanitaria Misioneras de la Caridad, la fundada por Madre Teresa de Calcuta.  Como era de esperarse no ha habido ningún pronunciamiento condenatorio de estos hechos por parte del Papa Francisco, habitualmente tan locuaz cuando de estigmatizar al capitalismo occidental o perorar en favor de los inmigrantes se trata.

El ejemplo de Dora María Téllez y su combate valiente desde la oscuridad de su celda iluminaron la gran sala de actos de la Universidad de París. Es de esperar que su mensaje no caiga en saco roto. Por el momento los nicaragüenses malos siguen gozando de excelente salud y durmiendo a piernas sueltas el sueño de los injustos, esos que reinan y oprimen en decenas de países de este planeta enfermo de ideologías y de utopías injustas.

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