Por María C. Rodriguez
Consejos prematrimoniales: Al enterarse de que un joven amigo suyo iba a contraer matrimonio, el dramaturgo francés Francis de Croisset le dio el siguiente consejo: “Querido amigo, no sé si tu mujer es hermosa o fea, pero escucha bien. Si es hermosa no se lo digas pues es inútil, ya que lo sabe antes que tú. Dile en cambio: “Cariño, eres muy inteligente” y ella lo creerá porque no lo espera. Si por el contrario es una mujer fea, entonces debes decirle frecuentemente: “Oh cielo, qué hermosa eres” y ella pensará: “Me he casado con un hombre con alma de artista”.
También se cansará: Al poeta y dramaturgo François Le Métel de Boisrobert le fueron con el chismorreo de que su esposa le era infiel con un amante. Con tranquilidad asombrosa respondió: “La verdad es que me importa un bledo. Al final se cansará de ella como me he cansado yo”.
Vio, pero no miró: El obispo de Ginebra y posteriormente canonizado santo, Francisco de Sales se encontraba dialogando larga y distendidamente con una dama de la corte. Tras terminar la conversación y despedirse se encontró con un conocido que le preguntó si la señora con la que había estado hablando era hermosa.
“¿Hermosa? -Respondió- No lo sé” – “¿Cómo es posible? ¿No la habéis visto?”- “La he visto, pero no la he mirado”.
Aún más feo que yo: Tras ser consagrado como obispo, un joven religioso le dio efusivamente las gracias a Philippe Cospéan, el prelado que había oficiado la ceremonia. “Por Dios -respondió Cospeau- soy yo quien debería dároslas a vos, pues antes de haceros obispo yo era el obispo más feo de toda Francia”.
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