Al pie de mi ventana

Written by Libre Online

7 de septiembre de 2022

Julio Estorino

Madre de Cristo, Señora,

dulce madre de mi patria:

una vez más en tu Ermita,

una vez más a tus plantas…

vengo con el mismo ruego,

traigo la misma plegaria;

sólo que ahora, Cachita,

esta oración de mi entraña

es cada vez más doliente,

más triste, más desolada,

ya se me ha vuelto un susurro

porque las fuerzas me faltan,

porque me pesan los años,

porque el tiempo se me acaba,

y el silencio del Señor

debilita la esperanza.

Recuerda, Madre del Cielo,

que este pecador… es nada…

es tan sólo carne y hueso

el cascarón de mi alma;

que toda, toda mi vida,

puse en Jesús mi confianza;

que traté, día tras día,

de seguir sus huellas santas,

pero… que sólo soy barro,

mi fe es hija de su gracia,

y esa fe sufre, Señora,

en esta espera tan larga.

¡Ruégale a Cristo, Cachita,

que llegue ya la alborada,

que no tarde más el día

en que sea libre mi patria,

que ha pasado mucho tiempo

y ya el tiempo se me acaba!

Sé que es tal vez egoísta,

Madre mía, esta plegaria.

Sé que del segundo piso 

veré mejor la mañana

en que Cuba lance al viento

sus cadenas, ya quebradas,

y el grito de ¡Libertad!

vibre en todas las gargantas;

sé que esa dicha, en el cielo,

será la dicha más alta.

Pero no es sólo, María,

por mí que pido esta gracia:

¡es que Cuba se nos pierde,

es que han torcido su alma,

es que el odio y la rapiña

la tienen endemoniada,

y si el sol no sale pronto…

¿qué alumbrará cuando salga?…

¡Madre, no es sólo mi vida:

la patria también se acaba!

Pide a Cristo que perdone

el tono de esta plegaria,

que perdone este desvelo

que se posa en mi ventana

tras tanto mirar al cielo

esperando esa alborada,

sea que falta la fe,

sea falta de esperanza.

Que entienda que ya mis hombros

no bastan para esta carga,

que sólo quiero morir

sabiendo libre a mi patria…

Pero, también, Madre mía,

en fin de cuentas, caramba:

dile que al igual que Plácido

yo acepto lo que Él me manda,

que como tú ante Gabriel

se cumpla en mí su palabra…

¡que se haga su voluntad

aunque a mí me parta el alma!

Aunque, a pesar de los años,

siga al pie de mi ventana,

esperando por la muerte

o por ver libre a mi patria.

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