Queridos amigos:
Una época de nuestra vida toca a su fin. Pero el fin es sólo el principio de una nueva etapa llena de oportunidades, de aventuras y, particularmente, de retos. Podríamos repetir con Antonio Machado:
“Caminante, son tus huellas
el camino,y nada más;
caminante, “no hay camino;
se hace camino al andar”.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.”.
Recordamos todavía conmovidos la cálida invitación del novel Secretario General Laszlo Nagy para que le ayudáramos en la reorganización de la Oficina Scout Mundial, recién establecida en Ginebra, la ciudad con vocación internacional de la Suiza del pacifismo y la neutralidad.
Prometimos a Laszlo cooperar con él por un período mínimo de tres años y máximo de cinco. Eso fue allá en 1968, y ese plazo, aún el máximo, ha sido rebasado con creces.
Mi colaboración quizás no ha sido espectacular, ni nunca lo pretendí. Pero hay algunos aspectos en que, a riesgo de inmodestia, puedo decir que marca toda una época: el mejoramiento de las relaciones entre voluntarios y profesionales, la creación del Servicio Scout Profesional con su secuela de cursos y publicaciones, el establecimiento del Servicio de Cooperación Técnica y la popularización de los Seminarios de Desarrollo Comunitario, la actualización del Programa Scout y del Adiestramiento de Dirigentes; y muy especialmente, la sistematización de nuestro desarrollo, plasmada en el Plan Quinquenal, primero a nivel mundial, pero que ya está ganando terreno en las regiones y en las asociaciones miembros. Me ha tocado en suerte acompañar a la Oficina Scout Mundial en un saludable y estimulante período de grandes y positivos resultados en el mejoramiento de la calidad del Escultismo, en el aumento del número de muchachos y de países que practican nuestro método, y en el incremento de las finanzas, que ha permitido alcanzar nuevas metas en los dos primeros campos. Y en el proceso, mucho hemos aprendido de ese espíritu dinámico e inquieto de Laszlo, nuestro “bull-dozer” del Escultismo Mundial.
Han sido años de trabajo duro, de toma de decisiones drásticas, de cambios y rectificaciones, pero con un saldo sumamente positivo. Durante toda mi existencia me he debatido entre dos tendencias: una idealista, quizás quijotesca, producto de mi propio origen; la otra, pragmática, adquirida en mi formación universitaria y resultado de mis experiencias en los Estados Unidos, ese gran país de la tecnología. Ambas escuelas me han sido de un valor inestimable en mi actuación como segúndo de abordo en la nave del Escultismo Mundial. Y Gracias a la Fundación Vollmer me fue posible ampliar mis Donocímientos en las técnicas, más modernas de “management” al participar en los cursos del mundialmente conocido IMEDE Instituto pour I Estude des Méthodes de Direction de l’Entreprise.
Llegué como Director de Programa y Operaciones. Más tarde el Comité Scout Mundial, a propuesta del propio Laszlo, me hizo Secretario General Adjunto, en cuyas nuevas y apasionantes funciones pudimos ampliar aún más nuestros horizontes de acción.
Estos han sido años de positivo-enriquecimiento para tota la familia. Betty ha logrado dominar bien el francés, viajar extensamente a los cinco continentes, aumentar el círculo de sus amistades y consolidar sus habilidades culinarias en la cocina y repostería internacionales. Ha sido una anfitriona excelente, lo que nos ha permitido traer a nuestro hogar a centenares de Scouters que nos han honrado con su visita y enriquecido con sus experiencias.
María Luisa, ya con 21 años, sigue con éxito su carrera de Historia, Artes y Lenguas en la Universidad de Ginebra. Además, ha logrado perfeccionar su técnica de pintura en porcelana, habiéndonos sorprendido con el obsequio de dos vajillas de Limoges, con finos motivos pintados a mano. Beatriz Eugenia, con sus 16 años cumplidos, ha terminado la primera parte de su Bachillerato francés y continuado sus clases de guitarra con el famoso profesor Azpiazu. Finalmente, mi madre, aunque anciana, achacosa y desmemoriada, nos ha acompañado también en esta interesante etapa de nuestra vida.
Partimos de Ginebra contentos de la labor realizada, aunque nunca satisfechos, pues quedan también muchos proyectos en cartera o en embrión. Dejamos también numerosos amigos, que han ido aumentando con el transcurrir – de los años, según recurríamos, incesantemente, las coordenadas geográficas de nuestro planeta: ochenta y cinco países, todas las regiones, mientras visitábamos innumerables cursos, conferencias, seminarios, jamborees y otros tantos eventos, inolvidables. Aquí va nuestra gratitud para Bill y Zea Campbell, cuya proverbial generosidad permitió que muchos de estos viajes los pudiera realizar en compañía de Betty, añadiendo una nueva dimensión a los resultados de los mismos, fui voluntario en el Escultismo por muchos años (desde simple Scout hasta Sub-]efe Scout Nacional, cuando me tocó el honor de ser uno de los fundadores del primer organismo Scout Regional – el Consejo Interamericano de Escultismo). Luego gocé intensamente mi vida como Scouter Profesional. Ahora me reintegro como voluntario, donde quiera que mi tiempo me lo permita y mis servicios sean aceptados.
Regresamos a América, al continente del futuro, de un futuro que es ya casi un presente. Si algo hemos aprendido en el viejo Continente, ha sido con el propósito deliberado de Ponerlo al servicio de nuestros pueblos en desarrollo, para ayudar a ese recurso natural tan precioso e insustituible: el de nuestra juventud. Este regreso a la Tierra Firme de América y al Mare Nostrum del Caribe se lo debemos el entrañable amigo Gustavo J. Vollmer, para quien trabajaré de ahora en adelante, en una de sus organizaciones, con residencia en Caracas.
Esperamos, Deo volente, que Venezuela sea no sólo el país de “reparo y reposo”, sino el de la instalación definitiva. Después de catorce años de vida nómada, justo es que volvamos a una vida —de servicia, sí— pero un poco más sedentaria. Aspiramos a integrarnos a la patria del Gran Libertador y a recorrer de la mano de Teresa de la Parra, de Andrés Bello, de Andrés Eloy Blanco, de Ramón Díaz Sánchez, de Rómulo Gallegos, de Arturo Uslar Pietri, de Carlos Acedo Mendoza, y de tantos otros ilustres nombres, los itinerarios cargados de historia y de gloria de la gran nación venezolana.
Estos años en Europa nos sirvieron para valorar lo que de bueno y útil tiene el Viejo Continente, pero también para descubrir, no sin cierta decepción, la caída de ciertos mitos culturales y de arcaicos moldes pseudo- civilizadores. Esta
experiencia confirma nuestro sentimiento americanista, nuestra inquebrantable vocación criolla. Los reafirmamos en nuestros genes mestizos y no en pergaminos empolvados.
Miramos el futuro con determinación, no el pasado con pesar. Cerramos filas con los fieles discípulos de Bolívar, de Martí y de la pléyade de próceres que ha producido la
generosidad del continente joven. Y nos confundimos en la poesía del peruano Santos Chocano cuando dice:
“Mi fantasía viene de un abolengo moro: “La sangre es española e incaico es el latido; los Andes son de plata, pero el león, de oro y de no ser poeta, quizás yo hubiera sido y las dos castas fundo con épico fragor un blanco aventurero o un indio emperador”.
En cada etapa de la vida se deja un jirón del corazón. Imperecedero será el recuerdo de lo que junto construimos, con tantos buenos hermanos Scouts, en los países en desarrollo.
Será muy difícil arrancar de mí las inolvidables pruebas de solidaridad humana y de cariño que recibí en África, en los países árabes y en la vasta Región del Asia-Pacífico. Para los guías voluntarios del Comité Mundial, que dictaron las pautas de ese creador período del Escultismo y a quienes creo haber servido con dedicación y entusiasmo y para mis colaboradores todos de la Oficina Scout Mundial, el afectuoso saludo y la permanente amistad de todos los Fernández.
“Siempre Listos para Servir”
SALVADOR
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