“Lo que hice contra el régimen comunista en Cuba, si lo tuviera que hacer de nuevo, ahora no me temblaría mi decisión para hacerlo otra vez”, afirmó con un tono alto de voz la opositora Ana Rodríguez, a quien como castigo le dieron 20 años de cárcel en aquella época.
“En prisión me curtí y, por el contrario, me volví más guerrera para seguir luchando contra ese régimen, tanto el de Batista como el de Fidel, que me convirtieron en la mujer que más años estuvo tras las rejas en la isla”, recordó Ana.
Pero sus sufrimientos no cesaron, ni siquiera en el exilio de Miami, porque hace algunos meses el dueño de una propiedad donde ella vivía, la amenazó con botarla a la calle, y Ana tuvo que acudir a las almas caritativas como la comisionada Marta Pérez para que le solucionaran su problema habitacional.
EN 1961
“Fui a prisión porque luché contra el gobierno de Batista. Yo sabía lo que iba a pasar, y luego me arrestaron en febrero del 61 cuando estaba en mi casa en Bejucal que está cerca al sur de La Habana. Me hicieron cargos. Me dieron 30 años. Algunos ratos fueron domiciliarios”, aseveró.
“En prisión estuve a veces solitaria por muchos meses. Nos trasladaban de una a otra cárcel como una forma de castigo. Considero que fui más libre dentro de la prisión que fuera de ella “, sostuvo en aquella tarde de verano.
¿Por qué razón? porque yo continuaba protestando y diciéndoles lo que pensaba de ellos (los comunistas). Eso me produjo castigos. Pero era libre. Nunca me doblé. Por el contrario, me convertí en la rebelde más anticomunista que, en esos momentos, había en Cuba”, recalcó.
LAS IGLESIAS
SE DOBLARON
“La población en aquel entonces, sintió miedo. Los partidos políticos habían desaparecido. Las iglesias se doblaron. Guardaron silencio: tanto la católica, como la protestante, la bautista y hasta los judíos, todo el mundo. Guardaron silencio para plegarse”, resaltó.
“Y nunca acepté que ellos fueran autoridad. Eso me costó mucho castigo. Y a mi familia persecución e intimidación”, recalcó mientras tomaba un sorbo de agua natural.
“El régimen siempre trató de chantajearme con la familia para que me doblegara para que les dijera a quién de mi familia quería más. Y así buscar, más adelante, una rendición. Durante los últimos 14 años de mi prisión casi nunca los vi”.
“Cuando venían a visitarme estando yo en Guanajay, obligaban a mi madre a que se sometiera a una serie de vejámenes, por lo cual decidí que no vinieran a verme más. Por todo eso hicimos también una protesta. Fue grande. Y ruidosa. Pero luego vinieron los castigos más severos”, aseguró.
“Yo cuidaba de mi familia. Prefería sufrir yo en vez de ellos. Era mi madre, mi padre y mis dos hermanas. Filiberto Rodríguez, Juana María Hernández y Milagros y Magda. Ellas ahora viven en New Jersey”, reveló tranquila y sosegada.
Mi padre comenzó a los 8 años a trabajar. Llegaba a la casa y se cambiaba el uniforme escolar por el de fatiga de trabajo. Un día llegó a la cocina para que le sirvieran la comida y fue cuando vio que las vasijas las habían virado. No había comida. Se dio cuenta de lo que había ocurrido”, relató.
“Por eso se decidió a trabajar para que el régimen no nos maltratara ni nos quitara la comida. Y con su salario compraba alimentos y nos los traía a la casa. Y se dio cuenta así de esta manera de la maldad de ese régimen comunista”, añadió Ana.
No me arrepiento nunca de lo que hice. De haber luchado contra el comunismo. Ni hoy. Ni mañana. Ni nunca. Yo creo en la reencarnación y cuando resucite, entonces, volveré a luchar nuevamente contra el comunismo”, afirmó sonriente.
“Además no puedo regresar a un país que ya no entiendo. Pero sí creo que los sacrificios nunca serán en vano o inútiles. Quisiera volver a una Cuba como lo era antes, con dignidad, llena de amor a la patria y a la bandera y con la gente luchando por la decencia y la libertad de uno por los otros”, enfatizó.
A LOS 42 AÑOS
“Cuando llegué de prisión, a los 42 años, comprendí que no podía tener una pareja porque estaba invadida de violencia. Y reflexioné que mi esposo, a lo mejor, no me podría levantar la voz porque lo iba a reprender y eso, a la larga, lo del matrimonio no iría a funcionar”, sintetizó.
“He sido una guerrera tremenda, Nunca me imaginé que en un país poderoso me fueran a sacar de mi casa. Yo entré a EE.UU. cuando Carter y Castro discutían cuál de los dos violaba más los derechos humanos. En un momento determinado cuando iban a romper las relaciones, Fidel le mandó hábilmente los prisioneros políticos a Carter. Eran los 80s y yo salí en el último indulto”, relató.
“En mis momentos de soledad añoro a Cuba. Cuba siempre será mi patria. Pero esta dictadura de ahora no produce nada. Lo único que produce es odio y abandono del territorio. Y en la única nación del mundo donde hay hambre y miseria, los ciudadanos, todos, siguen muriendo por la libertad”, concluyó.
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