Por Carlos Márquez Sterling (1951)
No contento el gobierno, no satisfecho con el escándalo azucarero, prepara otro “affaire” fabuloso. El del café. El grano negro y el grano blanco se mezclan en el café con leche más agrio que puede dársele al pueblo de Cuba, a quien le sustraen la última gota de jugo.
Muchas veces hemos hecho la biografía de nuestros más grandes personajes. Vamos a hacer ahora la biografía de los negocios del café. Vale la pena. Las cosechas de café comienzan en agosto y se terminan en marzo. La ley que creó el Instituto del Café, ya tristemente famoso, fija el período de recolección desde el primero de agosto hasta el treinta de abril de cada año. En esta última fecha se sellan todas las descascaradoras. Y comienza la danza de millones, como veremos.
Hagamos un poco de historia. La cosecha de 1949-50 alcanzó la cifra tope en noviembre del año último. En abril había la certidumbre de que sería una de las mayores cosechas habidas en Cuba. Al cierre, en abril de aquel año, su totalidad era exactamente de 864,000 quintales.
Desde 1942, a raíz de los “Acuerdos-Leyes” del período de emergencia con motivo de la guerra, el precio tope del café era de $25.00 el quintal del crudo. Este precio no fue respetado. Surgió la Bolsa Negra fenómeno normal (si es que el bandidaje es normal) de la economía intervencionista. Esta bolsa negra subió el precio en un dólar en octubre, en dos dólares en noviembre, y en tres dólares en diciembre. A partir de esta fecha, la idea de una especulación monstruosa apareció en la mente de nuestros gobernantes, que no piensan en otra cosa. Si la cosecha de 864,000 quintales sobrepasaba las necesidades de nuestro mercado, por qué no exportar café, que antes de la creación del Instituto era un negocio normal?
LA EXPORTACIÓN
El precio del café en el extranjero era entonces de $40.00 el quintal. El del nuestro de $25.00. Existía un diferencial de $15.00 por quintal. Dedicando 100,000 quintales a la exportación, que se sustraían a nuestro consumo se obtenía en números redondos una utilidad de más de un millón y medio de pesos. Hasta aquí, la cosa no resultaba escandalosa. Pero los directores del negocio, instalados en Palacio en el Ministerio de Agricultura y en la Dirección del Instituto se dedicaron a la busca y captura del milloncejo, e idearon lo siguiente: El Decreto de Exportación se haría en forma amañada para que solamente dos “Casa Cafetaleras” fueran las únicas exportadoras. Esta lotería con números y bolas marcadas dicen que habría de tocarles a González y Álvarez, y a Casas y Cía., ambas radicadas en Palma Soriano. El “negocito” impulsado desde arriba estaba tan bien “preparadito”, que una de esas compañías hizo marcar sus envases en el idioma inglés, tal y como lo exigían y exigen las leyes de los Estados Unidos.
Acaparando el café, después de terminada la cosecha, el escándalo tocaba a todas las puertas de los “cafeteros y cafetaleros”. Esta situación se mantuvo hasta que entró en el Ministerio de Agricultura el Ingeniero Carlos Hevia. Los industriales se negaban a pagar el café en “Bolsa Negra”. Y la especulación subía enormemente, en detrimento del cosechero que ya había vendido su grano, y en mengua del industrial que tenía que pagarlo por las nubes. Solamente el almacenista se beneficiaba. Su negocio consistía en rellenar sus “bodegas” hasta el tope del grano descascarado.
Al entrar Hevia en Agricultura el negocio de “exportación estaba prácticamente fracasado. Pero entonces el cerebro “mágico” de un señor que se llama Marcos García concibió la “jugada” maestra. Esta jugada descansa en lo que se llama “Liberación de Precios”. Al oído del pueblo, lego en esta materia, la frase “Liberación de Precios”, le parece “baratura”, pero no hay tal: era todo lo contrario.
LIBERACIÓN DE PRECIOS
La Liberación de Precios fue un negocio mucho más pingüe que el de la frustrada “exportación”. Esta consistía en manipular 100,000 quintales. La Liberación de precios permitía negociar con la totalidad de las existencias de café en almacenes. Para conseguir la “Liberación”, aprovechando el desconocimiento total del Ingeniero Hevia en cuestiones económicas, se convocó a una Mesa Redonda de los tres sectores que componen la riqueza cafetalera (caficultores, almacenistas e industriales). Esta Mesa Redonda se habría de celebrar cuando se congelaran todas las existencias de café. La Congelación paralizaba el Mercado y agudizaba la crisis de abastecimiento. Lograda la media los promotores del Negociazo, demostraban al ingenuo Hevia que la única solución era justamente la “Liberación de los Precios”.
La Mesa Redonda duró algún tiempo. Durante este tiempo acapararon las existencias. Estos cabildeos y reuniones, a espalda del Ministro, tenían por finalidad acotejar a todo el que quisiera entrar en la “jugada”. En el mes de julio de 1950, el Instituto “Anti-Cubano” de Estabilización del Café dictó la Resolución Número 21 en que se anulaba la Resolución Número dos, que fijaba el precio tope del café.
El ingeniero Hevia admitió la liberación posterior. Fue cándido y conmovedor.
HISTORIA DEL CAFÉ
La cosecha de 1950-51 ha sido inferior a la anterior. Entendidos en la materia aseguran que no pasará de 600,00 quintales. Esta cosecha alcanza para las necesidades de nuestro mercado, que cada día toma más café. Lógicamente, al liberarse nuevamente os precios del café, no se puede calcular el alza del mercado. Pero ha de ser mucho mayor que la anterior. En todo el mundo hay escasez de grano. La liberación traerá, sin duda, los siguientes fenómenos: a) Una utilidad excesiva para el almacenista, b) un aumento desorbitado en el precio para el consumidor, c) la desaparición de gran cantidad de industrias pequeñas con el desempleo de las familias y empleados que allí ganan el sustento, y d) el control por las grandes empresas monopolistas del grano, que así quedarán dueñas del mercado, aumentando de manera fabulosa sus ganancias y utilidades, una parte de las cuales prometen a funcionarios venales, especuladores del encarecimiento de la vida.
La estabilización del precio del café no es, por otra parte, una tarea fácil. La política de precios “topes”, no resuelve la crisis, es más, en las condiciones actuales, la agrava. Es imposible con aquella sola medida acabar con la Bolsa Negra. Una política adecuada estaría en calcular las necesidades de nuestro mercado y balancearlas con una exportación adecuada, pero solo a los fines de mantener un precio estable, y no como una medida permanente, pues ello impediría que nuestros caficultores crecieran en la forma a que tienen derecho. Existen varios métodos. Cuotas, subsidios, reglamentos, etc. Sin embargo, nuestra finalidad no es legislar, sino considerar lo que se prepara una vez más. Esto nos lleva de la mano a exponer en donde está “el ajo” de la cosa. Es sencillo. Un muchacho de segundo año de bachillerato lo entendería, y lo remediaría enseguida.
Desde hace tiempo viene apuntándosele al gobierno que las cosechas son cortas y el déficit entre la cosecha y el consumo perjudica al normal abastecimiento. Como resolver este problema significaría acabar con uno de los negocios más negros de la “cordialidad”, el gobierno hace oídos sordos a las verdaderas fórmulas de solución. Últimamente el asunto fue llevado a Consejo de Ministros. E tomó el acuerdo de nombrar una comisión. Esto de las comisiones es la manera más fácil de salirse del asunto. En definitiva, por ser multilateral, se descarga, y alguno de los vivos que la integran entran en los sobreprecios, y enseguida se compra un “cola de pato” y se va a Miami a gastarse el dinero en las playas y en los hoteles que miran al mar.
El móvil del negocio, que promete hacerse todos los años, está en el tránsito del grano del cosechero al almacenista. Al cosechero le pagan un precio inferior; una vez que el grano entra en almacenes desaparece en mayor escala y la liberación permite venderlo muy por encima de lo que ha costado. Hay una cosecha de café listo de 254,000 quintales. Además de esas existencias hay gran cantidad de café ya descascarado que se está reteniendo con fines de especulación. El café no hace falta declararlo sino después de descascarado. Estas existencias han sido compradas al amparo de la famosa Resolución 23, a posprecios de $32.30. Vendidos a tenor de la liberación, que en esta ocasión se pretende lo sea a $85.00 constituirá un fabuloso negocio de más de cien millones de pesos, que ha de pagar el pueblo de Cuba en la escala que significan los precios antes reseñados. ¡Es sencillamente monstruoso! ¡Leyendo los números creerá cualquiera que es una equivocación, y sin embargo no lo es!
El negocio, como hemos dicho, está en el tránsito del cafetalero al almacenista. Ante esta realidad, se nos ocurre preguntar ¿cómo es posible que la “Directiva de los cafetaleros”, una vez que las cosechas han salido de las manos de los caficultores, que merecen toda ayuda se muestren favorables a “la liberación de precios”.
Por todo, la anarquía que reina en ese sector tan importante en nuestra industria, está llegando al colmo. De todas maneras, la importación de café no es tan sencilla como parece. Los precios del mercado extranjero son de $59.00 y de $55.00 el quintal. En este caso, el gobierno no tendría que acudir en ayuda de los consumidores cubanos, asumiendo la diferencia que existe con el precio tope de $36.80 en nuestro mercado, suponiendo que este precio se respete. Esos veinte centavos en libra, más o menos, supondría unos 15 millones de pesos al año, que aunque favorecería a nuestro pueblo consumidor, que ahoga paga mucho más, encarecería el presupuesto de la Nación, y se prestaría a otro tipo de negocio tan grave como él que viene haciéndose en los actuales momentos.
Sin embargo, hay una verdad que resplandece por sobre todas estas cifras. Al gobierno no le ha interesado jamás hacer justicia en el problema del Café. Lo que le seduce son los márgenes, y todos los años va en pos de ellos. El de este año anuncia un formidable escándalo. Es que se están despidiendo.
0 comentarios