Hungría comparó el ataque ruso a Ucrania con la invasión soviética de 1956

Written by Demetiro J Perez

23 de marzo de 2022

En Varsovia, el actual presidente de Hungría, János Áder, comparó el ataque lanzado por Rusia contra Ucrania con la invasión del Ejército Rojo que en 1956 aplastó brutalmente la revolución antisoviética húngara.

Hungría en 1919 estuvo por breve período bajo un gobierno comunista, encabezado por Bela Kun. Con el ascenso del régimen nazi en Alemania como la mayoría del pueblo recelaba de la URSS, favorecieron la adhesión al Eje, aunque también existió una fuerte corriente antinazi.

El ejército alemán ocupó militarmente su territorio en 1944, mientra el ejército soviético se acercaba por el Este. Cuando llegaron los soviéticos, ejercieron sobre la población una gran represalia, además de los saqueos y las violaciones, fueron realizadas grandes deportaciones hacia campamentos de trabajos forzados.

Hungría era un país de importante y avanzada industrialización pero los soviéticos se robaron, hacia su territorio, la mayor parte de la maquinaria de sus fábricas, argumentando el cobro de reparaciones de guerra.

Conforme a los acuerdos de Yalta en 1945, luego de su ocupación por el ejército soviético Hungría, de 1945 a 1947 había quedado bajo el mando del Mariscal soviético Voroshilov (luego Presidente de la URSS 1953-1960).

Bajo la ocupación del ejército soviético, se realizaron en 1945 unas elecciones con importante participación de los dirigentes políticos comunistas húngaros, que habían regresado al país. Sorpresivamente, la votación arrojó el 57% de votos para un partido denominado De Los Pequeños Propietarios y solamente el 17% para el Partido Comunista de Rakosi y Gero.

Tras las elecciones, el Mariscal Voroshilov impuso la formación de un gobierno de coalición con participación de todos los partidos, pero el importante Ministerio del Interior, que dirige la Policía, quedó bajo órdenes del Partido Comunista.

La Policía de Seguridad, la A.V.H. popularmente denominada Avos, incorporó numerosos ex-miembros del Partido Fascista, y organizó un cuerpo de unos 70,000 llamados fiscales sociales con el cometido de informar todas las actividades de la población.

Con el argumento de que se trataba de detectar (depurar) a quienes habían colaborado con los nazis, fueron constituídos 27,000 comités de paz (estilo CDR de Cuba), mayormente integrados por personas de confianza del Partido Comunista, para vigilar a los ciudadanos en las fábricas, escuelas, comercios, oficinas y demás lugares de actividad.

El Partido mayoritario de los Pequeños Propietarios, con dirigentes anticomunistas, fueron tildados de reaccionarios.

El 26 de diciembre de 1948 el Cardenal Josef Mindszenky fue arrestado, torturado, obligado a renunciar a su investidura cardenalicia, acusado de traición al Estado y condenado a prisión perpetua. Tenía entonces 56 años.

En las eleciones de mayo de 1949, con la única participación del Partido Comunista (no hubo otra candidatura) que obtuvo el 95% de los votos. La adquisición gradual del poder por los comunistas se completó el 18 de agosto de 1949. Hungría se convirtió en la República Popular de Hungría y el Gobierno fue presidido por Matías Rakosi (el pequeño Stalin). La economía del país sufrió grandes pérdidas y se arruinó la antes próspera agricultura, produciéndose una grave escases de cereales.

Al morir Stalin el 5 de marzo de 1953, lo sucedió Malenkov. En Hungría, Rakosi fue sustituído por Imre Nagy. Pero Malenkov fue prontamente sustituído por Nikita Kruschev, que quitó a Nagy y puso de nuevo a Rakosi, para en poco tiempo cambiarlo por Erno Gero, un veterano de la guerra civil española y tan estalinista como Rakosi, pero que no pudo detener el proceso en marcha.

En estas elecciones, el Partido Comunista obtuvo el 22% de los votos. Entretanto, los Aliados suscribieron con el Gobierno un Tratado de Paz estableciendo la disolución de la Comisión de Control y el retiro del ejército soviético del territorio, pero se permitió la presencia remanente de tropas de la URSS, justificada por el cometido de proteger las líneas de comunicaciones.

El Partido Socialista húngaro fue absorbido por el Partido Comunista y otros partidos fueron disueltos por el Gobierno.

En octubre de 1956, tras una década de gobiernos comunistas fuertemente ligados a la URSS, Kruschev dio oportunidad a que surgieran en Hungría numerosas expresiones críticas al comunismo, encabezadas por intelectuales que habían sido encarcelados por el gobierno de Matías Rakosi y luego liberados.

La noticia de la revuelta en junio de 1956 en Poznan, Polonia desató, el 23 de octubre de 1956 una manifestación estudiantil en Budapest, reclamando libertad de palabra y de culto. Pero fueron detenidos por la Policía Estatal, que comenzó a disparar contra la multitud. Al anochecer, los disturbios abarcaban toda la ciudad y era derribada una estatua de Stalin.

El 25 de octubre las tropas soviéticas de ocupación recuperan el edificio de la radio mientras otras se apostan frente al Parlamento. Los avos harán el clásico papel de provocadores dispa-rando desde el Ministerio del Interior, que está en frente del Parlamento, en dos direcciones, a la multitud y a los soldados soviéticos. En la balacera que se arma el pueblo húngaro pone los muertos, alrededor de 300 cadáveres siembran la plaza. Esta matanza incrementa la lucha, extiende la huelga general y azuza la represión popular. Así, no extrañará que se den linchamientos de avos en Budapest y en muchas ocasiones sus cuerpos fueron colgados por los tobillos.

Siendo Hungría un país fuertemente católico, la resistencia contra el comunismo quedó centrada en la Iglesia, encabezada por el Cardenal Mindszenty, que fue liberado el 23 octubre y el 2 de noviembre de 1956 le habló por radio al pueblo húngaro.

El 1º de noviembre se supo que los tanques soviéticos habían tomado posiciones en las afueras, rodeando la ciudad de Budapest y apoderándose del aeropuerto. Estaciones de radio clandestinas informaron que desde Checoslovaquia, Rumania y Ucrania llegaban refuerzos de tropas soviéticas. Imre Nagy presentó una protesta ante el embajador soviético Yuri Andropov y emitió un discurso por radio, pidiendo la protección de las Naciones Unidas para la proclamada neutralidad húngara.

El Mayor Pal Maleter, considerado héroe de la revuelta, fue designado Ministro de Defensa. El 2 de noviembre ingresaron al territorio húngaro varias divisiones del ejército soviético que cerraron la frontera con Austria.

Yury Andrópov (fue Jefe de la KGB de 1967 a 1982, durante 15 años), era el embajador de la URSS en Hungría desde julio de 1954. Andrópov desempeñó un papel clave en aplastar la rebelión, convenciendo a Nikita Jrushchov de que la intervención militar era necesaria. Andrópov logró astutamente engañar al Primer Ministro húngaro Imre Nagy acerca de las intenciones militares de los soviéticos y más tarde le aseguró a Nagy que no habría replesalias

El 3 de noviembre, el Ministro de Defensa húngaro, Pal Maleter, comenzó negociaciones

con el Gral. Mikhil Malinin, comandante de las fuerzas soviéticas, creyendo iba obtener el retiro de esas fuerzas de ocupación. En la madrugada del 4 de noviembre, los soviéticos iniciaron una ofensiva con cientos de tanques que penetraron en Budapest y ocuparon todos los cruces importantes de la ciudad. Las conversaciones fueron canceladas por Mikhil Malinin.

Las noticias del alzamiento de Hungría, y especialmente las del contraataque soviético suscitaron fuertes reacciones en el mundo no comunista. Sin embargo, casi no hubo reacciones de los Estados europeos y de los EE.UU, ni a nivel diplomático ni mucho menos, militar. Hungría era un territorio de la esfera de influencia soviética y auxiliar la rebelión de Budapest hubiera alterado muy gravemente los equilibrios de la Guerra Fría, especialmente en ese momento.

A partir de ese momento, los rebeldes intentaron por todos los medios comunicarse con los países occidentales. Por teletipo anunciaron que aviones MIG volaban sobre Budapest. Los puntos de concentración de los rebeldes eran cañoneados y se anunciaba el bombardeo aéreo de la ciudad, si no cesaba la resistencia.

El Cardenal Mindszenty se asiló en la Embajada de los EE.UU. e Imre Nagy lo hizo en la Embajada de Yugoslavia. Quedó al frente del Gobierno Janos Kadar, que asumió una actitud de colaboración con las fuerzas soviéticas, pidiendo a la población que ayudara a las tropas a aplastar la contrarrevolución.

Durante los días 5 y 6 de noviembre se sucedieron los combates en las calles de Budapest. Los rebeldes, practicamente sin armas, utilizaron hábiles estratagemas, colocaban platos boca abajo en las calles, para que los conductores de los tanques soviéticos creyeran que eran minas y se detuvieran, tras lo cual eran inmovilizados por atacantes a pié, insertándoles barras metálicas en sus carriles, en tanto otros rebeldes solitarios subían a ellos y les arrojaban en su interior los llamados “cóctails Molotov” (botellas de gasolina con una mecha de tela, encendida).

El 7 de noviembre la radio rebelde emitió un estremecedor mensaje de despedida y acalló su transmisión. Los rebeldes resistían el avance soviético casa por casa. Grandes cantidades de refugiados comenzaron a llegar a Austria.

Entre los días 8 a 10 de noviembre, gran cantidad de incendios ardían en una Budapest cuyas calles estaban cubiertas de escombros y de restos de tanques y vehículos del ejército soviético destruídos en los combates. Centenares de cadáveres de los combatientes, eran rociados con cal viva para evitar epidemias. Se sucedían los saqueos por parte de las tropas soviéticas, que procuraban privar a los habitantes de todo alimento.

Entre el 11 y el 15 de noviembre, unos 10,000 húngaros fueron deportados hacia campamentos soviéticos de trabajo forzado. El país estaba paralizado por una huelga general, mientras subsistían focos de resistencia en las provincias y de vez en cuando se reavivaba la lucha en Budapest. En una isla del Danubio era destruído lo que se consideraba el último foco de resistencia húngara.

El 17 de noviembre, mientras persistía la huelga general, el Primer Ministro Janos Kadar declaró que no se suministrarían alimentos a los habitantes de Budapest mientras no terminara la huelga. Hacia el 20 de noviembre, habían retornado al trabajo un 25% de los huelguistas, mientras la ciudad carecía de carbón y electricidad para combatir el ya intenso frío.

El 22 de noviembre, noticias de prensa aseguraban que el Gral. Iván Serov, jefe de las fuerzas de seguridad de la URSS, se había hecho cargo del gobierno en Budapest. El 23 de noviembre Imre Nagy se retiró de la Embajada Yugoeslava con un salvoconducto, pero desapareció inmediatamente, al parecer secuestrado por los soviéticos. Dos días después, se afirmaba que estaba en Rumania.

El 25 de noviembre un denominado “Consejo Obrero de Budapest” pidió la terminación de la huelga general, diciendo que el gobierno de Janos Kadar ofrecía el retorno de Imre Nagy y el retiro de los soviéticos. Esos ofrecimientos no se concretaron, pero a partir del 27 la huelga general se extinguió lentamente.

Según informes de prensa, había 80,000 refugiados húngaros en Austria. Hacia fines de noviembre subsistían algunos focos aislados de resistencia en las provincias húngaras y las tropas soviéticas continuaban efectuando detenciones de húngaros acusados de haber participado en la revuelta.

Las noticias del alzamiento de Hungría, y especialmente las del contraataque soviético suscitaron fuertes reacciones en el mundo no comunista. Sin embargo, casi no hubo reacciones de los Estados europeos y de los EE.UU, ni a nivel diplomático ni mucho menos, militar. Hungría era un territorio de la esfera de influencia soviética y auxiliar la rebelión de Budapest hubiera alterado muy gravemente los equilibrios de la Guerra Fría, especialmente en ese momento.

En muchas ciudades occidentales hubo manifestaciones multitudinarias. En París los manifestantes incendiaron el local del diario comunista L’Humanité y las oficinas del Partido Comunista. En varias ciudades europeas los estudiantes lucieron en sus ropas bandas de luto.

En las Naciones Unidas se mantuvo silencio durante la primera fase del alzamiento, pero al conocerse el contraataque soviético y el llamamiento de Imre Nagy hubo un modesto intento de crear una misión de observación, que no prosperó al no ser apoyada por los países árabes y asiáticos.

El prestigioso escritor español Salvador de Madariaga, en un editorial publicado en el New York Times, reprochó abiertamente a EE.UU y a Gran Bretaña, afirmando que no intervenían a favor de los patriotas húngaros porque en Yalta habían entregado Hungría a la URSS, por temor a la bomba atómica rusa.

Luego del conflicto, las Naciones Unidas organizaron un plan de ayuda a los refugiados húngaros. Numerosas entidades como la Cruz Roja Internacional y el International Care Relief, establecieron planes de asistencia alimenticia y sanitaria. Francia, Gran Bretaña y EE.UU. suspendieron sus requisitos de inmigración para permitir el ingreso de varios miles de ellos.

El escritor francés Jean-Paul Sartre, renunció publicamente al Partido Comunista.

El conocido comunista yugoslavo, Milovan Djilas envió una carta a una revista norteamericana afirmando que la masacre de los soviéticos contra el pueblo húngaro, significaría el principio del fin del comunismo.

Nagy, el Ministro de Defensa Pal Maleter y otros dirigentes como el Secretario de Estado, Geza Losonczi, fueron ejecutados después de juicios secretos o asesinados en la cárcel. A todos ellos les habían sido dadas garantías de seguridad personal. Maleter fue el único general del mundo que infligió en octubre de 1956, una derrota al Ejército Rojo, después de 1945. Muchos de ellos se hallan enterrados en tumbas anónimas en un recóndito y abandonado rincón del cementerio Rakoskeresztur de Budapest. Desde hace años, familiares de los ejecutados y vecinos de Budapest acuden el 16 de junio al cementerio. En las tumbas nunca faltan las flores frescas.         

Pal Maleter (1917-1958).- Fue el líder militar de la revolución húngara de 1956. Nació de padres húngaros. Estudió medicina en Praga antes de mudarse a Budapest en 1938, donde asistió a la academia militar. Combatió en el frente de Europa oriental de la II Guerra Mundial  hasta ser capturado por el Ejército Rojo. Se convirtió en comunista, entrenado en sabotaje y fue enviado nuevamente a Hungría donde fue reconocido por su coraje y audacia.

En 1956 era coronel y comandante de una división blindada en Budapest cuando fue enviado a reprimir el Levantamiento Húngaro, pero al hacer contacto con los insurgentes decidió unírseles. Fue el miembro más prominente del ejército húngaro que cambió de bando, aliándose a sus compatriotas antes que con los soviéticos. Era un hombre muy alto, 6’ 8”.

Como jefe militar del bando insurgente se contactó con el nuevo gobierno y tuvo una rápida promoción de coronel a general y el 29 de octubre fue nombrado Ministro de Defensa. El 3 de noviembre se dirigió a Tokol, ubicada cerca de Budapest, a negociar con las fuerzas militares soviéticas allí apostadas. Durante las discusiones del día siguiente, oficiales soviéticos arrestaron a Maleter en la reunión y lo encarcelaron. Fue ahorcado junto a Imre Nagy y otros en una prisión de Budapest el 16 de junio de 1958, bajo cargos de intentar derrocar a la República Popular de Hungría. Su primera esposa y sus tres hijos se dirigieron a EE.UU al comenzar el levantamiento, mientras que su segunda esposa permaneció en Hungría, ambas mujeres volvieron a casarse posteriormente.

El Cardenal Mindszenty (1892-1975).- Nació bajo el nombre de József Pehm, ordenado sacerdote en 1915. Durante el estallido de la revolución comunista en 1919, que dio paso a la muy breve República Soviética Húngara, fue internado en un campo de concentración junto con su obispo, sin embargo, una vez derrotado el régimen fue liberado junto con los demás religiosos. En ese mismo año de 1919 fue nombrado párroco de la ciudad de Zalaegerszeg. El 4 de marzo de 1944 fue nombrado obispo de Veszprém por Pío XII. Mindszenty fundó numerosas escuelas y parroquias y escribió una carta de protesta, junto con otros obispos, contra los asesinatos de judíos cuando Adolfo Hitler comenzó a arremeter contra ellos en Alemania. Su firmeza ante la presión del nazismo y los llamados Flechas Cruzadas (partido pro-nazi surgido en Hungría durante la 2ª GM) supuso un poderoso freno a las atrocidades que trataron de llevarse a cabo contra los judíos.

Durante la II Guerra Mundial, Mindszenty ayudó a muchos húngaros pobres, coordinando el abastecimiento de alimentos en campos de refugiados, siendo nombrado arzobispo de Esztergom y Cardenal el 8 de septiembre de 1945 por Pío XII. Muy pronto Mindszenty se convirtió en un símbolo, querido y respetado por los húngaros, independientemente del tipo de religión. Fue arrestado el 27 de noviembre de 1944 por los nazis.

Tras finalizar la guerra, el nuevo régimen comunista comenzó a realizar ataques verbales y legales contra la Iglesia católica y en especial contra Mindszenty, quien respondió a todas las acusaciones. El Cardenal fue arrestado entonces el 26 de diciembre de 1948 y llevado a un cuartel en Budapest, donde constan-temente fue sometido a torturas, tratando de obligarle a renunciar a su cargo eclesiástico. Por su delicada salud fue mantenido bajo arresto domiciliario, sin embargo durante el estallido de la revolución húngara de 1956 fue liberado y llevado a Budapest, donde realizó varias alocuciones públicas en favor de la libertad de Hungría. El 2 de noviembre de 1956 se dirigió por radio, a sus compatriotas húngaros, por primera vez, desde su detención en 1948.

Una vez fracasada la revolución anticomunista, Mindszenty se vio obligado a entrar a la embajada de los EE.UU, donde recibió asilo político ese mismo año. Allí permaneció durante 5,441 días, hasta que pudo salir luego de llevarse a cabo ciertos convenios entre la Santa Sede y el gobierno comunista húngaro. En la embajada hay una placa conmemorativa que dice: “El Gobierno de los EE.UU dio albergue al Cardenal Joseph Mindszenty en este edificio entre el 4 de noviembre de 1956 y el 28 de septiembre de 1971”

El Cardenal abandonó el país y se refugió en Austria, donde continuó brindándole apoyo a los húngaros que vivían dentro y fuera de Hungría.

En los años siguientes el Cardenal viajó a los EE.UU, Canadá y a otras naciones para compartir con sus fieles húngaros. En 1975, Mindszenty fue invitado por su amigo, el militar húngaro Andrés Farkas quien residía en Caracas desde 1946. Mindszenty visitó a la comunidad húngaro-venezolana, siendo recibido por el presidente Carlos Andrés Pérez con honores de Jefe de Estado. Posteriormente viajó a Colombia donde se encontró con una comunidad de refugiados húngaros de 1956, representada por la familia Lenz y celebró una misa en una iglesia alemana en el barrio Acevedo Tejada.

En 1955, Columbia Pictures filmó la película El Prisionero, con Alec Guinness, basada en su detención y proceso. La crítica y la opinión pública aplaudieron la película, pero el cardenal húngaro mostró su desagrado porque la película no fue real, no reflejó la dureza de sus torturas y los guardias actuaban demasiado benévolos. Típico de Hollywood hacia los comunistas.

El 18 de febrero de 2019, se firmó el decreto de reconocimiento del ejercicio heroico de las virtudes del cardenal József Mindszenty. Desde entonces se le declaró venerable por parte de la Iglesia.

                                                                                                                       Por: Álvaro J. Álvarez

El viernes 25 febrero 2022, en Varsovia, el actual presidente de Hungría, János Áder, comparó el ataque lanzado por Rusia contra Ucrania con la invasión del Ejército Rojo que en 1956 aplastó brutalmente la revolución antisoviética húngara.

Hungría en 1919 estuvo por breve período bajo un gobierno comunista, encabezado por Bela Kun. Con el ascenso del régimen nazi en Alemania como la mayoria del pueblo recelaba de la URSS, favorecieron la adhesión al Eje, aunque también existió una fuerte corriente antinazi.

El ejército alemán ocupó militarmente su territorio en 1944, mientra el ejército soviético se acercaba por el Este. Cuando llegaron los soviéticos, ejercieron sobre la población una gran represalia, además de los saqueos y las violaciones, fueron realizadas grandes deportaciones hacia campamentos de trabajos forzados.

Hungría era un país de importante y avanzada industrialización pero los soviéticos se robaron, hacia su territorio, la mayor parte de la maquinaria de sus fábricas, argumentando el cobro de reparaciones de guerra.

Conforme a los acuerdos de Yalta en 1945, luego de su ocupación por el ejército soviético Hungría, de 1945 a 1947 había quedado bajo el mando del Mariscal soviético Voroshilov (luego Presidente de la URSS 1953-1960).

Bajo la ocupación del ejército soviético, se realizaron en 1945 unas elecciones con importante participación de los dirigentes políticos comunistas húngaros, que habían regresado al país. Sorpresivamente, la votación arrojó el 57% de votos para un partido denominado De Los Pequeños Propietarios y solamente el 17% para el Partido Comunista de Rakosi y Gero

Tras las elecciones, el Mariscal Voroshilov impuso la formación de un gobierno de coalición con participación de todos los partidos, pero el importante Ministerio del Interior, que dirige la Policia, quedó bajo órdenes del Partido Comunista.

La Policía de Seguridad, la A.V.H. popularmente denominada Avos, incorporó numerosos ex-miembros del Partido Fascista, y organizó un cuerpo de unos 70,000 llamados fiscales sociales con el cometido de informar todas las actividades de la población.

Con el argumento de que se trataba de detectar (depurar) a quienes habían colaborado con los nazis, fueron constituídos 27,000 comités de paz (estilo CDR de Cuba), mayormente integrados por personas de confianza del Partido Comunista, para vigilar a los ciudadanos en las fábricas, escuelas, comercios, oficinas y demás lugares de actividad.

El Partido mayoritario de los Pequeños Propietarios, con dirigentes anticomunistas, fueron tildados de reaccionarios.

El 26 de diciembre de 1948 el Cardenal Josef Mindszenky fue arrestado, torturado, obligado a renunciar a su investidura cardenalicia, acusado de traición al Estado y condenado a prisión perpetua. Tenía entonces 56 años.

En las eleciones de mayo de 1949, con la única participación del Partido Comunista (no hubo otra candidatura) que obtuvo el 95% de los votos. La adquisición gradual del poder por los comunistas se completó el 18 de agosto de 1949. Hungría se convirtió en la República Popular de Hungría y el Gobierno fue presidido por Matías Rakosi (el pequeño Stalin). La economía del país sufrió grandes pérdidas y se arruinó la antes próspera agricultura, produciéndose una grave escases de cereales.

Al morir Stalin el 5 de marzo de 1953, lo sucedió Malenkov. En Hungría, Rakosi fue sustituído por Imre Nagy. Pero Malenkov fue prontamente sustituído por Nikita Kruschev, que quitó a Nagy y puso de nuevo a Rakosi, para en poco tiempo cambiarlo por Erno Gero, un veterano de la guerra civil española y tan estalinista como Rakosi, pero que no pudo detener el proceso en marcha.

En estas elecciones, el Partido Comunista obtuvo el 22% de los votos. Entretanto, los Aliados suscribieron con el Gobierno un Tratado de Paz estableciendo la disolución de la Comisión de Control y el retiro del ejército soviético del territorio, pero se permitió la presencia remanente de tropas de la URSS, justificada por el cometido de proteger las líneas de comunicaciones.

El Partido Socialista húngaro fue absorbido por el Partido Comunista y otros partidos fueron disueltos por el Gobierno.

En octubre de 1956, tras una década de gobiernos comunistas fuertemente ligados a la URSS, Kruschev dio oportunidad a que surgieran en Hungría numerosas expresiones críticas al comunismo, encabezadas por intelectuales que habían sido encarcelados por el gobierno de Matías Rakosi y luego liberados.

La noticia de la revuelta en junio de 1956 en Poznan, Polonia desató, el 23 de octubre de 1956 una manifestación estudiantil en Budapest, reclamando libertad de palabra y de culto. Pero fueron detenidos por la Policía Estatal, que comenzó a disparar contra la multitud. Al anochecer, los disturbios abarcaban toda la ciudad y era derribada una estatua de Stalin.

El 25 de octubre las tropas soviéticas de ocupación recuperan el edificio de la radio mientras otras se apostan frente al Parlamento. Los avos harán el clásico papel de provocadores dispa-rando desde el Ministerio del Interior, que está en frente del Parlamento, en dos direcciones, a la multitud y a los soldados soviéticos. En la balacera que se arma el pueblo húngaro pone los muertos, alrededor de 300 cadáveres siembran la plaza. Esta matanza incrementa la lucha, extiende la huelga general y azuza la represión popular. Así, no extrañará que se den linchamientos de avos en Budapest y en muchas ocasiones sus cuerpos fueron colgados por los tobillos.

Siendo Hungría un país fuertemente católico, la resistencia contra el comunismo quedó centrada en la Iglesia, encabezada por el Cardenal Mindszenty, que fue liberado el 23 octubre y el 2 de noviembre de 1956 le habló por radio al pueblo húngaro.

El 1º de noviembre se supo que los tanques soviéticos habían tomado posiciones en las afueras, rodeando la ciudad de Budapest y apoderándose del aeropuerto. Estaciones de radio clandestinas informaron que desde Checoslovaquia, Rumania y Ucrania llegaban refuerzos de tropas soviéticas. Imre Nagy presentó una protesta ante el embajador soviético Yuri Andropov y emitió un discurso por radio, pidiendo la protección de las Naciones Unidas para la proclamada neutralidad húngara.

El Mayor Pal Maleter, considerado héroe de la revuelta, fue designado Ministro de Defensa. El 2 de noviembre ingresaron al territorio húngaro varias divisiones del ejército soviético que cerraron la frontera con Austria.

Yury Andrópov (fue Jefe de la KGB de 1967 a 1982, durante 15 años), era el embajador de la URSS en Hungría desde julio de 1954. Andrópov desempeñó un papel clave en aplastar la rebelión, convenciendo a Nikita Jrushchov de que la intervención militar era necesaria. Andrópov logró astutamente engañar al Primer Ministro húngaro Imre Nagy acerca de las intenciones militares de los soviéticos y más tarde le aseguró a Nagy que no habría replesalias

El 3 de noviembre, el Ministro de Defensa húngaro, Pal Maleter, comenzó negociaciones

con el Gral. Mikhil Malinin, comandante de las fuerzas soviéticas, creyendo iba obtener el retiro de esas fuerzas de ocupación. En la madrugada del 4 de noviembre, los soviéticos iniciaron una ofensiva con cientos de tanques que penetraron en Budapest y ocuparon todos los cruces importantes de la ciudad. Las conversaciones fueron canceladas por Mikhil Malinin.

Las noticias del alzamiento de Hungría, y especialmente las del contraataque soviético suscitaron fuertes reacciones en el mundo no comunista. Sin embargo, casi no hubo reacciones de los Estados europeos y de los EE.UU, ni a nivel diplomático ni mucho menos, militar. Hungría era un territorio de la esfera de influencia soviética y auxiliar la rebelión de Budapest hubiera alterado muy gravemente los equilibrios de la Guerra Fría, especialmente en ese momento.

A partir de ese momento, los rebeldes intentaron por todos los medios comunicarse con los países occidentales. Por teletipo anunciaron que aviones MIG volaban sobre Budapest. Los puntos de concentración de los rebeldes eran cañoneados y se anunciaba el bombardeo aéreo de la ciudad, si no cesaba la resistencia.

El Cardenal Mindszenty se asiló en la Embajada de los EE.UU. e Imre Nagy lo hizo en la Embajada de Yugoslavia. Quedó al frente del Gobierno Janos Kadar, que asumió una actitud de colaboración con las fuerzas soviéticas, pidiendo a la población que ayudara a las tropas a aplastar la contrarrevolución.

Durante los días 5 y 6 de noviembre se sucedieron los combates en las calles de Budapest. Los rebeldes, practicamente sin armas, utilizaron hábiles estratagemas, colocaban platos boca abajo en las calles, para que los conductores de los tanques soviéticos creyeran que eran minas y se detuvieran, tras lo cual eran inmovilizados por atacantes a pié, insertándoles barras metálicas en sus carriles, en tanto otros rebeldes solitarios subían a ellos y les arrojaban en su interior los llamados “cóctails Molotov” (botellas de gasolina con una mecha de tela, encendida).

El 7 de noviembre la radio rebelde emitió un estremecedor mensaje de despedida y acalló su transmisión. Los rebeldes resistían el avance soviético casa por casa. Grandes cantidades de refugiados comenzaron a llegar a Austria.

Entre los días 8 a 10 de noviembre, gran cantidad de incendios ardían en una Budapest cuyas calles estaban cubiertas de escombros y de restos de tanques y vehículos del ejército soviético destruídos en los combates. Centenares de cadáveres de los combatientes, eran rociados con cal viva para evitar epidemias. Se sucedían los saqueos por parte de las tropas soviéticas, que procuraban privar a los habitantes de todo alimento.

Entre el 11 y el 15 de noviembre, unos 10,000 húngaros fueron deportados hacia campamentos soviéticos de trabajo forzado. El país estaba paralizado por una huelga general, mientras subsistían focos de resistencia en las provincias y de vez en cuando se reavivaba la lucha en Budapest. En una isla del Danubio era destruído lo que se consideraba el último foco de resistencia húngara.

El 17 de noviembre, mientras persistía la huelga general, el Primer Ministro Janos Kadar declaró que no se suministrarían alimentos a los habitantes de Budapest mientras no terminara la huelga. Hacia el 20 de noviembre, habían retornado al trabajo un 25% de los huelguistas, mientras la ciudad carecía de carbón y electricidad para combatir el ya intenso frío.

El 22 de noviembre, noticias de prensa aseguraban que el Gral. Iván Serov, jefe de las fuerzas de seguridad de la URSS, se había hecho cargo del gobierno en Budapest. El 23 de noviembre Imre Nagy se retiró de la Embajada Yugoeslava con un salvoconducto, pero desapareció inmediatamente, al parecer secuestrado por los soviéticos. Dos días después, se afirmaba que estaba en Rumania.

El 25 de noviembre un denominado “Consejo Obrero de Budapest” pidió la terminación de la huelga general, diciendo que el gobierno de Janos Kadar ofrecía el retorno de Imre Nagy y el retiro de los soviéticos. Esos ofrecimientos no se concretaron, pero a partir del 27 la huelga general se extinguió lentamente.

Según informes de prensa, había 80,000 refugiados húngaros en Austria. Hacia fines de noviembre subsistían algunos focos aislados de resistencia en las provincias húngaras y las tropas soviéticas continuaban efectuando detenciones de húngaros acusados de haber participado en la revuelta.

Las noticias del alzamiento de Hungría, y especialmente las del contraataque soviético suscitaron fuertes reacciones en el mundo no comunista. Sin embargo, casi no hubo reacciones de los Estados europeos y de los EE.UU, ni a nivel diplomático ni mucho menos, militar. Hungría era un territorio de la esfera de influencia soviética y auxiliar la rebelión de Budapest hubiera alterado muy gravemente los equilibrios de la Guerra Fría, especialmente en ese momento.

En muchas ciudades occidentales hubo manifestaciones multitudinarias. En París los manifestantes incendiaron el local del diario comunista L’Humanité y las oficinas del Partido Comunista. En varias ciudades europeas los estudiantes lucieron en sus ropas bandas de luto.

En las Naciones Unidas se mantuvo silencio durante la primera fase del alzamiento, pero al conocerse el contraataque soviético y el llamamiento de Imre Nagy hubo un modesto intento de crear una misión de observación, que no prosperó al no ser apoyada por los países árabes y asiáticos.

El prestigioso escritor español Salvador de Madariaga, en un editorial publicado en el New York Times, reprochó abiertamente a EE.UU y a Gran Bretaña, afirmando que no intervenían a favor de los patriotas húngaros porque en Yalta habían entregado Hungría a la URSS, por temor a la bomba atómica rusa.

Luego del conflicto, las Naciones Unidas organizaron un plan de ayuda a los refugiados húngaros. Numerosas entidades como la Cruz Roja Internacional y el International Care Relief, establecieron planes de asistencia alimenticia y sanitaria. Francia, Gran Bretaña y EE.UU. suspendieron sus requisitos de inmigración para permitir el ingreso de varios miles de ellos.

El escritor francés Jean-Paul Sartre, renunció publicamente al Partido Comunista.

El conocido comunista yugoslavo, Milovan Djilas envió una c

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