En estos días la palabra que más se escribe y que más se menciona es la palabra “temor”. Una pregunta que brota de todos los labios es la de la posibilidad de una tercera guerra mundial. Tal posibilidad, por supuesto, es remota, pero cuando se menciona reiteradamente se clava en nuestra atención. Los analistas y conocedores para tomar decisiones, estudian todas las alternativas, y en el mundo están preparadas todas las armas para cubrir cualquier emergencia que pueda llegar a propagarse a nivel mundial.
Ciertamente estamos viviendo tiempos jamás concebidos, desde la pandemia que se ha llevado tantas vidas, la crisis de Afghanistan y ahora nos ha sorprendido tristemente la locura de Vladimir Putin de invadir al heroíco país de Ucrania, quien la despertado la solidaridad total del mundo libre ante esta gran injusticia. Ucrania ha sido el blanco de una invasión masiva sin precedentes, un golpe tan cobarde que nos ha impactado como si ocurriera en nuestra tierra.
Sí, el temor nos acosa, los pueblos se preparan para defenderse porque ignoramos las consecuencias que podamos sufrir todos ante la amenaza de un sicópata como es Vladimir Putin. Lo que nos inquieta y asombra, por sorpresiva y cobarde, es la alianza de Cuba, Venezuela y Nicaragua a Rusia y probablemente otros en menos escala.
Las circunstancias en que vivimos, nos anuncian la presencia de inesperados conflictos bélicos entre los cuales estamos en el deber de defendernos. Los países en su mayoría “hasta ahora” se han limitado en el simple uso de la palabra, amenazas imprecisas, sanciones y actitudes críticas mientras perecen miles a diario en ese heroíco país, Ucrania.
Este conflicto bélico ha transformado la tranquilidad de los países vecinos e islas vecinas. Inglaterra y Francia, que mantienen intereses económicos y fraternales con estos países, se han mantenido ajenos al conflicto que les rodea y les amenaza, aunque lo que nos preocupa de manera cierta y directa, es la pasiva actitud de Estados Unidos. El presidente de nuestra nación, en su discurso anual, no expresó una clara posición de Estados Unidos en este conflicto que ya alcanza límites extremadamente peligrosos. Nos toca a nosotros los civiles tomar nuestras medidas defensivas y protectoras de la comunidad.
Con humildad recomendamos que nos unamos reverentemente ante Dios, pidámosle paz y unidad espiritual para todos, amigos y enemigos. Orar unos por otros es la manera ideal de terminar con conflictos indeseables.
Sabemos que en una comunidad mixta, hay personas que piensan de una forma y otras de diferente manera. En medio de nuestros naturales distanciamientos, tratemos de armonizar las diferencias entre situaciones que afectan nuestra comunidad. Al fin y al cabo, nos está uniendo a todos el mismo temor ¡El de la amenaza de la guerra…!!
El tema del temor hay que enfrentarlo. El miedo es real e inevitable, pero debe vencerse en sentimientos de esperanza y seguridad.
Gracias a Dios, en nuestro territorio no tenemos conflictos bélicos y debemos estar preparados para cualquier eventualidad ajena a nuestro modo habitual de vivir.
Hemos contemplado con horror a través de los medios de comunicación los bombardeos, atropellos a la población civil, ataques malignos y abusos personales además de la destrucción de un hermoso país con sus edificios, monumentos y plazas, iconos de su historia nacional. Los extranjeros buscan su lugar y abandonan sus posiciones, lo cual crea una crisis económica de impredecibles consecuencias.
Nos impresiona profundamente la conducta del valeroso presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, junto a su pueblo como defensor de su libertad y los ucranianos que valientemente resisten a costo de sus vidas, sin medir las consecuencias. Para todos ellos, elevemos nuestras más fervientes plegarias por su liberación. Dios bendiga y proteja al heroico país de Ucrania.
Nos conmueve la solidaridad de numerosos países del mundo, proclamando su apoyo a Ucrania. Nosotros recordamos con asombro, por medio de la televisión el brusco asalto que sufrió en plena vía pública una mujer con su niño en los brazos. Esa escena nos hizo pensar en la forma opresiva que sufren los ucranianos.
Nos inquieta la ausencia de apoyo militar a las fuerzas ucranianas. La televisión se ha convertido en una acusación permanente que no conmueve más allá del lamento verbal. Hasta ahora, Ucrania se ha visto desprovista del apoyo militar de sus declarados amigos. Un círculo militar alrededor de la insensitiva presión de las fuerzas rusas, deben ser contenidas de manera frontal ante la violencia poderosa del ejercito ruso.
Es triste que nuestros niños, en sus años de crecimiento vivan rodeados de tanta hostilidad en el mundo. Pobres niños ucranianos que están sufriendo en sus carnes, el hierro candente que los marcará para siempre.
Lamentamos que espacios pacíficos en las zonas placenteras y turísticas, se conviertan en campos de batalla. Reclamamos apoyo universal desde este romántico espacio del sur de Estados Unidos.
Terminamos reclamando que Dios salve a América!
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