Memorias de un párroco

Written by Libre Online

16 de febrero de 2022

Monseñor Jenaro Suárez Muñiz

Los relatos de El Padre Jenaro, de 1965

(VI de XXI)

También entonces, y para obtener que muchos enfermos, cuyas familias «temían asustarlos si llamaban al Padre», recibieran los Santos Sacramentos, se fundó la Asociación de la Buena Muerte, en cuya actuación tanto se distinguieron las Sras. Ester Polanco, Lía Andux, Chichi Dumás, Angélica Oliva y otras que lograron el que gran número de dolientes, si llegaban por entonces a ponerse en trance de trocar el tiempo por la eternidad, pudieran presentarse ante el Clavígero celestial con la cara menos manchada.

MIS CABALLEROS CATÓLICOS

En 1929 tuvo lugar la fundación de los Caballeros Católicos de Cuba, obra apostólica, pionera de la Acción Católica, fundada a través de los campos criollos por el invicto e incansable sagüero Dr. Valentín Arenas y Armiñán.

¿Quién podrá en estas páginas enumerar las proezas de «Valentín» y sus colegas de las otras provincias que al grito de «Con la Cruz por Dios y por Cuba» salieron a recorrer la Isla agrupando a los hombres católicos? Bástenos saber para nuestro propósito que la Asociación quedó fundada en la Catedral y cuya historia consta en los libros de actas que celosamente llevaron Secretarios como Oscar Pardiñas y otros, escribiendo en páginas de oro el historial de aquel grupo en que formaron Emiliano Moreno, Raimundo Urréchaga, Tito Hernández, Domingo Russinyol, Oscar Pardiñas, Ezequiel Caballero, Fernando Quintanal, Santiago Bilbao, Pedro Arechavaleta, Juan J. Urquiza, Antonio Suárez, José Almodóvar, Tiburcio Alonso, Germán Gutiérrez, José Justo, Francisco Trujillo, Evaristo Cotilla, Antonio González, Joaquín de Rojas, Pedro Pablo Martínez, Prudencio González, Remigio Bernet, Arturo Busot y otros que fueron después secundados en el andar de los años por la pléyade de jóvenes que, con el Dr. José M. Rodríguez Haded, Antonio Bechily, José y Narciso Mier, Orlando Curbelo, Sixto Ramos, Ignacio de Rojas y otros que, del foro o de la medicina honraron con sus títulos a la Asociación, honrándose ellos, ya que, en frase de Martí: «Honrar, honra».

LAS DAMAS DE LA

PARROQUIA

También en este tiempo y para evitar que nuestros queridos hermanos punteados, ansiosos de obrar el bien de la humanidad, no se apoderaran del Comité Antituberculoso, que en todas las provincias estaba en manos de las Damas Isabelinas, se procedió a la fundación de La Corte de San Carlos. Damas de abolengo religioso y de gran prestigio, con doña Beba Avendaño, Carmen Solaún, Ana M. Gener, Eulalia Ayo, Berta Michelena, Evangelina Michelena, Pastora Viera, Pilar Pardiñas, Narcisa y Julia Madán, Graciela Mena, Lucía Tió, Corita Martín, Teresa Penichet y otras, que se aumentaron en número y labores, dejaron escritos con caracteres áureos los fastos de la beneficencia cristiana, llamada con el nombre precioso de Caridad, y no con el espúreo de filantropía.

La historia gloriosa de esta Corte, llegada a su gran apogeo bajo la Gran Regencia de la Sra. Edelmira Saínz de Alcebo y la Srta. Amelia Martín y Villaverde; pero la historia de esta benemerentísima Asociación no es para mi pluma y menos en estas circunstancias. Baste para su gloria, las tómbolas que cada año celebraban en Ceiba Mocha recaudando fondos con qué llevar a los hogares de tuberculosos el alimento cotidiano, que, a la vez que les sanaba el cuerpo, les salvaba las almas.

Funcionaban también las Señoritas de la Caridad en el Colegio «La Milagrosa». Y dentro de los límites de la parroquia, el notable Albergue de Santa Ana, obra debida a una Hija de la Caridad del colegio «San Vicente de Paul», llamada Sor Angela con las Madres Católicas, y sostenida más tarde debido al tesón, desinterés y decisión de la Sra. Angélica Fernández de Suárez, secundada por no pocas señoras y señoritas de las que ella era el alma máter y el acicate continuo. A ella se debe la construcción del salón escuela parroquial, que se levanta sobre la sacristía de la Catedral, a ella la construcción del magnífico Salón-Biblioteca y Sala de Actos para las Damas de Acción Católica, levantado sobre el antiguo «almacén» de la Catedral y que era mas bien cuarto de desahogo; a ella, con la cooperación de doña Ofelia Rodríguez de Ramos, el auge que últimamente tomaba la enseñanza del Catecismo, obra en la que, con el tesón, celo y piedad que le es característica, tomaron parte activa, Rosa María, Ana Saavedra, benemérita catequista que, sin pupitres ni bancos, a la intemperie del sol, en los campos de «Ojo de Agua», con abnegación sin igual, llevaba el pan del Evangelio a multitud de niños y niñas en los que no hubo jamás discriminación alguna, presentando cada año el cuadro tierno de las Primeras Comuniones.

Digno de mención especial es el que, en el Ropero de la Parroquia se conservan alrededor de cien trajes blancos para las Primeras Comuniones, con sus zapatos, lazos y coronas, obra realizada personalmente por Rosa María, alma de los catecismos, a ella se debe la adquisición de las telas y la confección, pues fue ella quien de casa en casa halló siempre la cooperación decidida de personas que, a la dádiva no pocas veces de la tela, añadían el mérito de la confección. Si esta benemérita señorita no tuviera otro pregón que lo narrado ya sería gloria suficiente… Pero es quien, con maestría inaudita, lleva el Archivo parroquial desde hace varios años, sin haber percibido haberes de ninguna clase.

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(Continúa la próxima semana)

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