Por esta época los vecinos de Calle Ocho, todas las mañanas, esperaban pacientemente la llegada de la Parada Escolar de las Escuelas Lincoln Martí, “porque siempre nos hacían revivir ese gran sentimiento patrio por Cuba”.
Los residentes, asimismo, reiteraron que este evento escolar “mostraba la grandeza y poderío de unos niños que se levantaban estudiando y recordando al gran apóstol Martí, que forjó nuestra mayor esperanza de libertad, para bien del futuro de esa juventud”.
“Grabábamos, inclusive, saliendo a la vera del camino con nuestros celulares para captar a esos pequeños vistiendo y cantando y recitando las poesías de ese gran apóstol cubano, que se ha convertido en un mito para nosotros de esperanza y futuro patrio”, dijo Gladys Díaz.
Ernesto, dueño de una tienda del dólar, “afirmó que la Parada Escolar de Lincoln Martí se convirtió como en una tradición para la Pequeña Habana, porque siempre traía el sueño y el recuerdo republicano de la mejor época de libertad en Cuba.”
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