Por Don Galaor (1955)

Xonia Benguría está de regreso. De regreso en el set. Sin haberse movido de La Habana, se sintió su ausencia. Como si, en efecto, hubiera puesto distancia de mar y caminos entre su yo físico y la curiosidad de sus admiradores.

Fue como un silencio, de esos que se miden por años. Y solo duró meses. Un paréntesis que cubre el espacio de su última actuación y está de regreso al set. Una página que se quedó en blanco en el libro de sus aventuras escénicas.

Todos nos preguntábamos: ¿Qué se habrá hecho Xonia Benguría? ¿En qué lejana ciudad se estarán cubriendo de gloria su belleza y su talento?

Y estaba aquí. Cerca de nosotros. A la vuelta de la esquina. Estaba entre nosotros activa, laboriosa. Disponiendo el regreso a su vida de siempre. Por el ancho y fresco y confortador camino del divorcio.

La encontré en el set de la película “Cuando las Mujeres Mandan”, mandando y dando órdenes a un ejército de bellas criaturas que componían su guardia principal y el gobierno de la fantástica nación donde el ingenio de los autores situó la trama de la obra.

-Tenemos que hablar-. Le dije cuando el director gritó: ¡corten! Y dió por buena la escena filmada.

-¿Y de qué quiere que hablemos?

-De usted.

-Me gusta el tema.

-Para una mujer bella, su tema favorito debe ser siempre el de sí misma.

-No es por ahí. Siempre que puedo eludo hablar de mi misma. Los temas en primeras personas me suenan un poco pedantes casi siempre.

-¿Por dónde es entonces, Xonia?

-Por otro ángulo muy distinto. Por el de mi regreso al set.

-¿Sin hablar de lo que hizo todo este tiempo que estuvo ausente?

-O hablando de todo eso. Lo que es que estoy de regreso. Y que me siento llena de entusiasmo suficiente para enfrentarme con mi destino, que no es otro que el arte.

-¡Qué bueno! ¿No habrá más ausencias entonces?

Del fondo del estudio gritó el director: ¡Vamos a filmar!

El asistente se le acercó a Xonia Benguría con un guión abierto.

-Xonia, ¿repasamos las líneas?

Xonia alargó la mano despidiéndose.