Y le ganó ser hijo Predilecto de Matanzas
Desde los días inolvidables de Adolfo Luque ningún pelotero cubano alcanzaba en una Serie Mundial las glorias merecidas por Edmundo Amorós en el clásico que ganaron los Dodgers. La reacción del Brooklyn coincidió con la presencia del criollo en el line-up. Amorós probó la clase de jugador que es, fildeando, corriendo las bases, bateando. En el quinto desafío empujó las carreras con un jonrón. En la contienda decisiva se convirtió en uno de los héroes legítimos de la Serie, al realizar el fildeo fantástico sobre un batazo de Berra, con dos yankees a bordo y ningún out en la pizarra. La actuación suya en la Serie Mundial ha producido intenso júbilo en nuestra patria.
El fildeo histórico de Amorós
La Serie Mundial ha tenido para los aficionados cubanos un motivo de mayor interés y de regocijo popular. Claro que nos estamos refiriendo a la presencia en el clásico del jardinero Edmundo Amorós, que supo convertirse en uno de los héroes de la accidentada y sensacional competencia. Para el baseball criollo, o dándole más amplitud a la observación, para el baseball latino en términos generales, las actuaciones de Amorós significan un triunfo y al mismo tiempo un testimonio de calidad de nuestro deporte. Amorós es el primer jugador de nuestra ínsula que logra en ese espectáculo tradicional y grandioso un average de importancia, pero, aparte esa distinción, que le asegura un sitio de honor en la historia del pasatiempo en Cuba, lo hecho por él resulta más impresionante porque su modesto nombre no figuraba en ninguno de los cálculos previos de los expertos que describen y predicen la marcha del deporte.
Porque Edmundo Amorós había sido víctima de un padecimiento en la espalda, porque los otros defensores de los jardines inspiraban en la letra impresa de los line-ups más confianza que él, por una razón u otra, lo cierto es que en la literatura de antes de inaugurarse la Serie apenas se habló de él y cuando se le mencionaba, era para deslizar la sospecha de que el manager Walter Alston en definitiva no se atreviera a utilizarlo….De todos los jugadores negros que han sido contratados por los Dodgers de Brooklyn, desde que Jackie Robinson cruzó la barrera de los prejuicios raciales, ha sido Amorós el que experimentó la exaltación con menos ruido, con publicidad más escasa….
Después de perder la gente de Flatbush los dos primeros desafíos en el Yankee Stadium contra los serpentineros zurdos Whitey Ford y Tommy Byrnes, se inició la reacción de los Dodgers al trasladarse la competencia al Ebbets Fields, tránsito que dió motivo a una verdadera feria de jonrones… El cambio de terreno también motivó el debut de Edmundo Amorós en Series Mundiales…Esa difícil prueba que justifica en cualquier atleta un fenómeno de miedo escénico, en nada perturbó al pequeño jardinero del Club Habana, que fildeó bien, se paró a batear con la serenidad necesaria para recibir las bases por bolas que recibió, que hizo un formidable tiro al plato desde el jardín izquierdo y que en un verdadero desempeño de velocidad y de conocimientos de como debe correrse, anotó desde primera sobre el tubey de Gilliam en la contienda en que Brooklyn empató el clásico…La sprintada y el deslizamiento de Amorós fueron acontecimientos dignos de la pelota que debe jugarse en las Grandes Ligas y dignos también del espectáculo de la Serie Mundial.
El juego próximo, es decir, el quinto del duelo de otoño entre Dodgers y Yankees, era de enorme importancia en lo material y también en lo psicológico… En la victoria alcanzada esa tarde de domingo por el Brooklyn influyó notablemente el cuadrangular conectado por Amorós en el segundo inning. Bob Grimm, que ganó 24 juegos y fue proclamado el recluta del año en 1954, recibió del viejo estratega Casey Stangel la misión de iniciar ese encuentro, que abarrotó el parque de la ciudad de los puentes. Grim eliminó a Furillo, Mc Dougald le pegó un single y cuando había puesto la situación en punto de mate, porque Eddie Robinson propició el segundo out con una línea durísima, pero a las manos del torpedero Rizzuto, Amorós sorprendió a la enloquecida concurrencia con un cuadrangular que hizo viajar el proyectil por encima de las vallas, más por el jardín central que de la banda derecha. Esa conexión significó las dos primeras carreras de los Dodgers y probablemente el peor golpe que hasta entonces habían recibido los Yankees, que ya nada conservaban de la considerable ventaja que tenían al salir de su estadio y que a su estadio tuvieron que regresar para la prueba decisiva…
Los periodistas que reseñaron la Serie mundial dijeron del batazo de Amorós lo mismo que ha sorprendido a los escritores deportivos de Cuba que conocemos su trayectoria en el baseball desde los torneos juveniles a las Grandes Ligas: que posee un punch increíble en un pelotero de su estatura pequeña… Sin embargo en Amorós, como en otros muchos profesionales de los deportes, las apariencias físicas confunden y engañan.
Adolfo Luque, con cinco pies y nueve pulgadas, ha sido el mejor pitcher nacido en Cuba y en la temporada de 1923, vistiendo la franela del Cincinnati que no tenía ningún bateador prepotente, fue líder de los serpentineros del circuito nacional, con 27 triunfos, sólo ocho derrotas y un estupendo promedio de 1.93 carreras permitidas…
José María Gutiérrez, en una época el mejor zaguero del mundo, tampoco era pelotero de talla generosa. Físicamente era un hombre de talla pequeña con cinco pies y nueve pulgadas…José de la Caridad Méndez, otro inmortal del baseball nuestro, no disponía de esa presencia que anima y subyuga a los scouts, que se pasan la vida buscando y rebuscando tarzanes inéditos…en el mundo de los deportes, donde se han tratado y agotado tantos temas de trascendencia, no se ha escrito todavía de lo que pudieramos llamar “pequeños hércules”.
En resumidas cuentas, Amorós es eso: un hércules pequeño… sus muñecas recias, sus antebrazos férreos, sus bíceps abultados difieren de la estatura breve que sugiere el temor de que no pueda sacar la pelota del cuadro… Una de las mayores hazañas realizadas por un atleta cubano en competencias de interés mundial, fue sin duda alguna el fildeo de Edmundo Amorós en el juego decisivo de la Serie cuando cogió junto a las localidades del campo izquierdo el batazo de Yogi Berra, con dos hombres en base y ningún out prendido en la pizarra. En ese desafío el zurdo Podres blanqueó a los Yankees y le proporcionó a los Dodgers el primer triunfo en Series Mundiales. Pero en resumidas cuentas el cubano Edmundo Amorós fue tan héroe del clásico como Podres mismo.
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