Lema: Juan montalvo,
Por Rafael García Bárcena (1935)
A través del mundo atlántico de la Edad Media
guió el Progreso las carabelas de diez siglos
en busca de una nueva ruta que condujera al país de la Cultura.
Gutenberg -Triana de la Civilización- lanzó el grito de ¡Tierra!
Cuando desde a bordo de su siglo divisó la imprenta.
La imprenta, fecunda y generosa como una América,
dio al mundo un fruto de oro: el libro,
que al fecundar los surcos del Renacimiento y la reforma,
fue la campanada que despertó al mundo antiguo.
El libro, sediento de Universo y de vida,
pidió al Progreso alas, y el Progreso se las dio
Periódico: ¡libro con alas!
Nacer en la cuna del primer rayo del alba
para morir junto al postrer resplandor.
Periódico: mariposa que quiebra sus alas
al peso del último rayo de sol.
Nacer y renacer: ¡grato morir cada día
tras el placer de la resurrección!
Las alas del periódico pusieron alas a la imprenta
y la imprenta se trasmutó en rotativa,
en aeroplano de la letra impresa:
¡alas de la letra impresa poblando el cielo de la Cultura y de la Vida!
La universidad de la Cultura habilitó su nuevo maestro.
La patria del Deber armó su nuevo soldado.
La religión de la Verdad ordenó su nuevo sacerdote.
El arte de la Vida engendró su nuevo artista.
Hombre del Nuevo Mundo: ¡Periodista!
Sacerdote que desde el púlpito de las ocho columnas
pronuncias un sermón diario al oído de la multitud.
Periodista: ¡oficiante sagrado
en el tabernáculo de la Verdad y la Virtud!
Maestro que desde la cátedra de la Redacción,
difundes el evangelio del Saber.
Despertador de las conciencias que tienen los ojos cerrados.
Periodista: ¡sintonizador de la Luz y el Bien!.
Artista que con el oro virgen de la noticia escueta
fabricas joyas de precioso metal
para ataviar la imaginación del público,
Periodista: ¡poeta del suceso trivial!.
Soldado que en el ejército de la Justicia
esgrimes armas de un temple irreductible.
Combatiente que el acero criminal del Tirano
-inagotable río de sangre y de dolor-
opones el santo acero de tu pluma,
y hasta puedes exclamar: “¡Mi pluma lo mató!”
Contra el plomo homicida del Déspota,
lanzas el purificado plomo de la letra impresa,
el plomo que hierve a fuego máximo en las calderas de los linotipos,
como hierve la idea candente en las profundidades del cerebro.
Contra el tabletear masacrador de las ametralladoras,
enfrentas tu máquina de escribir en un vertiginoso teclear:
frente al Despotismo y frente al Crimen,
la máquina de escribir es tu ametralladora intelectual.
Periodista: ¡guerrero que te bates con las armas del intelecto
sobre el campo de batalla de la sociedad!
Reportero: silencioso pescador de la noticia
en el río tumultuoso de la vida diaria.
Reseñador leal del humano conflicto,
de la virtud sencilla que florece en la sombra,
de la pasión malsana que borbota en el viejo.
Reportero: notario de la vida cotidiana.
Buzo que con la escafandra de tu agudeza,
sacas del fondo del abismo social,
para ponerla en manos del vendedor ansioso,
la perla de la noticia sensacional.
(Vendedor: febril descamisado,
sangre burbullente de la noticia diaria
que al circular por las arterias de la ciudad,
grita jadeante como si en medio de la calle
hubiera encontrado una perla sin igual).
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