Eduardo Montalvo
Un día como cualquier otro, un gato cualquiera, cansado de vivir una “vida de perros” se puso a pensar:
“Los ratones se están acabando ¿Qué voy a hacer? ¿Será el fin del mundo?”
Otro gato, más viejo, lo escuchó maullando desesperadamente y le dijo:
“Allá, más allá del horizonte, cruzando el mar hacia el Norte, existe la Tierra Prometida, donde los ratones son tan abundantes que corren por millones en sus calles”.
El gato se animó y emprendió un largo viaje, y, al llegar, se encontró con que, efectivamente, en esa tierra, los ratones corrían por doquier; había ratones por todas partes, millones de ellos, pero… perros también. Y, como tú sabes, los gatos no se entienden con los perros porque estos ladran y el gato solo sabe maullar.
¡Qué problema tan serio! El gato no hallaba cómo desenvolverse entre tanto perro; ellos se la pasaban ladrando y él no los entendía y nadie lo entendía a él nadie. Además, los ratones vivían con los perros y a él no le era posible atraparlos.
En medio de su desesperación, el gato comenzó a maullar desesperado Maullaba cada vez más fuerte y sentía que el corazón se le iba a salir por la boca. Por último el gato, extenuado se echó a llorar, y fue así como lo encontró Don Gato.
Don Gato era todo un personaje que vestía con elegancia y se desenvolvía con una evidente confianza en sí mismo. Yo, lo mejor de todo era que Don Gato sí sabía cómo ladrar. ¡Sí! Él había aprendido a ladrar y podía comunicarse con los perros y, por esta razón, le era sumamente fácil capturar todos los ratones que quería.
El gato comprendió que debía aprender a ladrar y, con la ayuda de Don Gato comenzó a hacerlo. Al principio, los perros lo veían con desconfianza y hasta le mostraban los dientes, pero poco a poco se fueron acostumbrando a ver al gato y comenzaron a dejarle estar con ellos, oportunidad que el gato aprovechaba para cazar ratones a su antojo. Así, fue como el gato hizo su sueño realidad.
Y colorín, colora’o, este cuento apenas ha comenzado. Somos ya millones los “gatos” que hemos hecho de esta nación nuestro hogar, pero, resulta lamentable que muchos “gatos”, aún no saben “ladrar”. Yo no me explico cómo estos “gatos” pretenden “cazar ratones” si no son capaces de entenderse con los “perros” que son los controlan a los “ratones”.
Ya es hora de rescribir la historia de esta nación, ya es tiempo de que los inmigrantes entendamos de una vez y por todas que debemos aprender a hablar inglés”, para así poder disfrutar de las oportunidades de prosperidad y de progreso que solo aquí existen. Para todos los que vivimos en este país, hablar el idioma Inglés es un deber. ¡Punto!
¡Tú decides: “Guao” o “Woof”!
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