Eduardo Montalvo
“Oh, my gosh” es una de las expresiones que más escuchamos en boca de los que hablan inglés. Quizás ya sabes su significado, pero, para quienes aún no lo saben, esta expresión se deriva del “Oh my God!” (¡Oh, Dios mío!).
Otra frase que se escucha con frecuencia es “Jeez”, la cual es un acortamiento de la invocación a Jesucristo (Jesús). Por su parte, “Holly Cow” probablemente es una variante de la invocación del Espíritu Santo (Holly Spirit) o, quizás venga de la India, donde las vacas son sagradas. ¿Quién sabe?
Todas estas expresiones revelan como Dios está metido en el lenguaje coloquial de este país. Pero, a veces, quienes inmigramos no logramos comunicarnos con Dios porque aquí Dios solo habla inglés. Si no me lo crees, lee la siguiente historia:
Hace ya algunos años, llegaron a este país José y Juan, a este último lo llamaban John. Ninguno de los dos sabía inglés, así que tuvieron que defenderse como pudieron, trabajando en lo que fuera con tal de sobrevivir.
Transcurrido el primer año, la situación de ambos dejaba mucho que desear: Vivían en condiciones muy precarias, con poquísimo ingreso. Ambos se la pasaban implorándole Dios por su misericordiosa ayuda, sin que nada favorable les sucediera.
John fue el primero en darse cuenta de que estaba haciendo algo mal. Comprendió que tenía que hacer algo diferente para obtener resultados distintos. Se animó y comenzó a estudiar inglés por las noches, después de su trabajo. Era forzado y además le costaba dinero que necesitaba para pagar sus deudas, pero aun así se envalentonó y siguió adelante con sus clases.
Por su parte, José siguió en las mismas, para él las cosas iban de mal en peor y aunque John le insistía en que tomara las clases de inglés con él, José se rehusaba. Él siempre tenía una excusa: Que si era muy caro, que si era muy forzado, que llegaba muy cansado del trabajo, que lo comenzaría en el año próximo, y cualquier sarta de embustes que solamente él se creía.
Al parecer, John comenzó a hablarle en inglés a Dios porque, casi de inmediato, su situación comenzó a cambiar. Fue ascendido con un mejor sueldo, encontró muchas personas dispuestas a ayudarle y sus angustias fueron disminuyendo. ¡Definitivamente, Dios le había escuchado!
Recién me enteré de que John se hizo agente de bienes raíces y está trabajando para una prestigiosa firma con un venturoso porvenir. Mientras que José anda por todos lados, derrotado y arruinado, pidiendo dinero prestado para completar el pago del pasaje de regreso a su país.
La moraleja de esta historia es bien simple: Si no aprendes inglés Dios no te va a poder ayudar porque en Estados Unidos de América Dios solo habla inglés. Quienes no quieren aprender inglés están jugando en el equipo equivocado, en el de los perdedores.
Dios dijo que debíamos ayudarnos a nosotros mismos antes de esperar por su ayuda. Do you understand?
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