EN AFGANISTÁN, BIDEN ENCONTRÓ SU WATERLOO

Written by Demetiro J Perez

22 de septiembre de 2021

enemos de nuevo un presidente débil. Lo tuvimos antes, en la persona de Jimmy Carter, y la historia, en su terco empeño repetitivo, nos lo regresa en la disminuida autoridad de Joe Biden. Peor aún, éste nos viene ausente de credibilidad.

América, es una nación fuerte, no frágil, sometida, absurda, e inexplicablemente, a frustraciones bochornosas, por virtud de presidentes débiles. Acaba de pasar en Afganistán, donde las graves consecuencias están aún por venir. Antes, aconteció en Vietnam; y posteriormente, en Irán, con la toma de la embajada y el secuestro de los funcionarios americanos mantenidos como rehenes por 444 largos días.  Lamentables, vergonzosos puntos negros en el capítulo de nuestra política exterior reciente. Una imagen falsa del carácter y la fortaleza de la nación americana.

La toma de Kabul, en forma tan estrepitosamente dramática, con la innecesaria dolorosa muerte de l3 soldados americanos, y varios centenares de afganos, fue el punto culminante para el inicio de un caos de dimensiones históricas. Un fiasco infamante. Una humillación a la nación, cuya responsabilidad cae enteramente en las manos del presidente Biden. La sorpresa no fue sólo el colapso de un gobierno totalmente corrupto, y el rendimiento de un ejército inepto y desmoralizado. La sorpresa que enardeció a la nación fue la inhabilidad de la administración de Joe Biden para prever un desenlace tan repentino, que ha puesto en peligro a miles de americanos trabajando en esa nación, y a los traductores y aliados afganos, que arriesgaron sus vidas, cooperando con las tropas americanas.

Por todo método de cálculo, la caída de Afganistán ha sido una debacle colosal en la política externa de Estados Unidos. ¿Cómo pudo suceder? ¿Dónde estaba nuestro servicio de inteligencia, mientras los talibanes avanzaban hacia Kabul? ¿Cuáles eran los planes de Biden? Si la estrategia de Trump para la retirada no le parecía correcta, pudo haberla cambiado en los ocho meses que tuvo al frente del gobierno antes del histórico colapso. ¿Acaso no derogó todos los decretos ejecutivos de aquél ¿Qué falló? ¿Estaba el presidente en el limbo debido a un desacertado asesoramiento? ¿O decidió ignorarlos porque él sabía más y mejor? La posición adoptada por la Casa Blanca después del degradante desastre, de culpar al ex presidente Trump, y a otros presidentes anteriores, resulta una excusa desesperada. Un exceso de infantilismo tardío. Un yo no fui. El fracaso, y sus enormes consecuencias, que no van a ser ligeras, ni de corta duración, y la torpeza mostrada, antes, durante, y después del derrumbe, pertenecen, en su totalidad, a Joe Biden y su team de asesores. El fiasco del colapso y su consiguiente caos en el rescate de miles de americanos y afganos, es todo suyo, por la ineptitud de la operación y el calamitoso y desordenado planeamiento para la retirada, y no es más que el preludio de lo que le espera a esta nación en su capítulo de política extranjera. El eje central de esta crisis, no radica en el retiro de las tropas per se. Existía un consenso, político y militar, de la retirada. Había fatiga humana, en todos los aspectos, y se hacía necesaria una salida, no vergonzosa y humillante, sino honrosa, digna, organizada, como corresponde a una gran nación, a una gran potencia. Y no fue así.

El desastre de la estampida imprime una imagen desoladora en el prestigio y la lealtad de América. Los aliados, se sienten, más que desprotegidos, traicionados. No se evacúa a los militares, antes que, a los ciudadanos americanos civiles, y a nuestros amigos y aliados. Si así lo hacemos, ¿quién quedaría para protegerlos de la barbarie de los talibanes? Pero así lo hicimos contra nuestros habituales principios tradicionales.

Nada importan las vueltas y revueltas que la administración está empleando para justificar la torpeza de la gestión. La nación necesita respuestas a sus preguntas.

¿Por qué abandonamos Bagram, nuestra mayor base aérea, en el medio de la noche, sin siquiera decirle a los militares afganos de nuestra decisión, ni la razón para ella? ¿Por qué dejar atrás, en manos de los talibanes, cientos de helicópteros, aviones, tanques y material bélico de gran importancia, con un valor de casi 100 billones de dólares? ¿Qué pasó con nuestro liderazgo militar? ¿Le aconsejaron a Biden abandonar la base, sin advertirle que la estrategia para la retirada presagiaba un desastre? Éstas y muchas otras preguntas, hasta ahora, no han tendido respuesta. Es importante saber qué dinámicas estaban en juego en todo el planeamiento de la retirada, que obviamente, estaba fatalmente concebida. Biden, y su team, creen que la tormenta, eventualmente, pasará, y se han dado a la tarea de cambiar el tono del discurso, enfocando la atención en eventos ajenos a la cuestión de Afganistán. Pero la esencia de la tragedia persistirá porque hay mucho resentimiento y desolación cargando el peso y las consecuencias de la catástrofe.

Pensar que el episodio de Afganistán, con su ignominiosa retirada, y su anárquica evacuación, pasará al olvido en brevedad, sería una demencial ilusión al margen de un perímetro racional. El primer combate ha terminado. Pero la guerra no.  El conflicto perdurará por muchos años más. La debacle provocada por la ineficiencia de Biden, y su grupo, ha creado un vacío que, incuestionablemente, va a ser llenado. En efecto, ya está siendo llenado por los chinos. Los intereses geopolíticos siempre se imponen, indefectiblemente y Afganistán no será la excepción.

La tragedia de agosto, ha sido, no sólo una humillación para Joe Biden, sino para toda la nación. El carácter del presidente ha quedado permanentemente chamuscado porque le ha pegado directamente en su entera reputación.  Le ha mentido a su gente.  En sus discursos posteriores a la hecatombe, se ha tornado arrogante, desafiante y defensivo. La jovialidad cambió. En su lugar surgió un Biden irascible e intolerante. ¿Es que acaso no me entienden? Y por supuesto, nadie le entiende porque no ha sido capaz de explicar, con limpia claridad, el fiasco humillante que su actuación ha traído sobre el país. ¿Dónde quedó aquella transparencia ofrecida en los días de campaña?

El pueblo americano, y lo que es peor, y más preocupante, la comunidad internacional, sobre todo la que no guarda amor ni consideración para esta nación, lo perciben como un presidente débil e incompetente. La otra, la aliada, desconcertada, ha perdido un poco de fe en la permanente confianza depositada en esta nación, producto de tantos esfuerzos en común por la libertad humana en todas sus expresiones.

El presidente y su grupo protector pueden tratar de desviar la atención sobre el tema. Pero el hecho está ahí. No se irá. Y permanecerá en el legado de Joe Biden como un monumental fracaso político con serio daño a la nación.

Afganistán ha sido su Waterloo.

BALCÓN AL MUNDO

El dueto Fernández, Alberto y Cristina, quienes comparten el mandato de la nación argentina, sin que se pueda definir en términos precisos quién ejerce la presidencia, está en problemas con el electorado. En las eleccioones primarias celebradas el pasado sábado, con vistas a los sufragios de diciembre, donde se elegirá la mitad de la Cámara, sufrieron un revés de proporciones alarmantes. Luce como un presagio de desastre para el oficialismo argentino, y, por ende, para el peronismo, esa sanguijuela adosada permanentemente a la corrupción nacional.

  Argentina está en crisis. Es decir, en quiebra económica. Debe astronómicas cantidades al Fondo Monetario Internacional y a varios bancos inversionistas en Estados Unidos, que no puede pagar, pero todavía quiere que le den más, en una nueva restructuración, que se elevará sin pago por toda la eternidad.

Este es el infortunado dilema de los países con gobiernos populistas. Nadan hasta el cansancio sin jamás alcanzar la orilla. Viven en un eterno futuro.

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  La dictadura cubana se remilitariza, si tiene algún sentido la expresión. Después del estremecimiento de julio 11, todo el esbirrismo oficial fue compensado con ascensos. El nieto de Raúl, Alejandro Rodríguez Castro, alias “el cangrejo”, fue ascendido de la nada, a teniente coronel. Su expediente militar se resume en su función de guarda espaldas del abuelo.

¡Ni siquiera tienen sentido del ridículo! Lo exhiben como una estela de honor.

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La mayoría de los tax cuts aprobados en 2017 desaparecerán de ser aprobado por el Congreso el aumento de impuestos planteado por los demócratas. El plan propone un incremento del 21% actual al 26.5% a las corporaciones y de igual, subirán, los impuestos a los ricos y a muchos que no lo son. Todavía se discuten los detalles, pero la subida viene. Es casi inevitable. Después del derroche bajo la excusa de la pandemia, y el cuento de la infraestructura, hay que comenzar a pagar la enorme deuda en que incurrimos. La deuda se extenderá hasta los hijos de los biznietos de la generación presente.

Los demócratas han sido siempre buenos para estas aventuras.

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En California, el intento de remover al Gobernador, Gavin Newson, quedó corto. Fracasó. El resultado de las elecciones para su remoción no sorprendió a nadie. En un estado súper liberal, Newson, a pesar de su debatible política restrictiva en cuanto a la pandemia, el uso de la mascarilla, y el cierre parcial de muchos negocios, prevaleció por su actitud populista y los muchos millones empleados en efectiva propaganda para conservar su posición. Además, y éste fue un factor muy importante, los republicanos no tenían un candidato fuerte, y este obstáculo continuará para las próximas elecciones, si el partido no encuentra figuras de peso para contrarrestar el avance de la izquierda “progresista” demócrata, que encuentra en el socialismo la solución a todos nuestros problemas.

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  A cuatro semanas de la toma del poder por los Talibanes en Afganistán, los servicios de inteligencia occidental descubren un notable aumento de miembros de al Qaeda regresando a ese país desde Pakistán.

Afganistán volverá a ser el paraíso del terrorismo en la región. Están eufóricos los “combatientes” de Isis, Isis K, al Qaeda y toda la caterva musulmana enemiga de Occidente, y de USA en particular.

El peligro del terrorismo internacional no ha terminado. Regresa ahora con más fuerza, y mejores armamentos, gracias a la entrega de la base de Bagram con todo su poderoso arsenal.

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