Por Jorge Hernández Fonseca
Cuba, gracias a Dios –y a la lucha permanente de sus mejores hijos– despertó. 62 años de un sufrido letargo, “revolucionario” de inicio, convertido posteriormente en pesadilla dictatorial por la traición de un hombre ególatra, imbuido de una ideología discriminatoria, hoy mantiene y refuerza la filosofía policiaca-represiva como patrón de gobierno. Hay una constitución para ser cumplida por “los otros”, porque la verdadera filosofía dictatorial es: quien manda, por encima del partido y del gobierno, son los gendarmes de la criminal policía política, sin ley ni orden.
El marxismo, sustrato ideológico del castrismo tiene en Cuba su mejor exponente práctico, expuesto impúdicamente por el dictador fundador de semejante bodrio opresivo: “Con la revolución todo, fuera de la revolución nada”. Esa frase es la “revolución misma”. La constitución y sus leyes, son letra muerta frente a la interpretación fronteriza de la fuerza policial ejecutora de semejante monstruo armado y listo para la paliza y el asesinato. Batista, Trujillo y Somoza fueron recatadas hermanitas de la caridad ante la “revolución” de los hermanos Castro.
En medio del desastre nacional cubano, Raúl Castro impone en la “presidencia” de la isla al hombre más insulso que encontró entre sus represivos seguidores. Hombre que es incapaz de refrenar los ímpetus represivos de las hordas policiales y que ante el reclamo pacífico y masivo de un pueblo cansado de tanta hambre y desatención, salió simplemente “a matar”. Esa señal pacífica debería haber servido para una respuesta respetuosa con el pueblo, que no sólo no fue escuchado, sino que el espíritu policial se manifestó de la forma que sabe: horca y cuchillo.
Ya se ve la luz al final del largo túnel. Raúl Castro, probablemente muerto –o próximo a fallecer– dará con su mutis el pistoletazo de salida de los cambios políticos que nos llevarán, en sucesivos encontronazos, a la anhelada clarinada democrática que los hijos de esa isla martirizada merecen. Díaz Canel será depuesto de inmediato por el sector histórico militar, del cual saldrán, más temprano que tarde, los patriotas que acaben con esa pandilla de facinerosos que mandan en Cuba como si fuera una cárcel donde nadie tiene derecho, siquiera al alimento.
La Cuba castrista policial y represiva escribe hoy sus últimos días, si bien luctuosos ¡los últimos!
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