Cuba Tiene Nueva Constitución…

Written by Libre Online

15 de septiembre de 2021

Por el Dr. J.  Hernández Toraño (1940)

…y bastante cara por cierto, aunque, nueva al fin. Es la número diez que se da desde 1812, cuando Joaquín Infante y un grupo de amigos, confeccionaron la primera del período revolucionario. Y aunque no podamos decir que sea la mejor de todas, ni la mejor inspirada, ni la más «constitucional», ni la más perfecta: es al menos, la más moderna, seguramente la más extensa y posiblemente también, la más cara.

Ha costado, más de medio millón de pesos. Se ha logrado, al cabo de las más insospechadas vicisitudes y de los accidentes más raros, y además, después de esperar, primero, largos años a que consumara el hecho constituyente y después, cuatro meses de expectación para que el hecho fructificara. Pero, como todo llega en esta vida, ya está terminada y va a ser promulgada. Ya está a punto de ser ley, de vigencia obligatoria y de imperio indiscutible.

Con un epílogo aparatoso y ostensible, tan espectacular como su inicio, la Asamblea Constituyente que la redactó se va a clausurar, luego de un viaje deslucido a Guaimaro. en un acto popular frente al Capitolio. Y semanas después, las páginas de la «Gaceta Oficial» le darán a los nuevos preceptos constitucionales, cédula de vigor y de obligatoriedad. Mientras tanto el pueblo, que ha vivido meses y años de ansiedad suprema y de inquietud indescriptible, en espera de esos nuevos pronunciamientos, seguirá expectante. Y tendrá que pasar todo este confuso período pre y pos: electoral, y tendrán que olvidarse las escandalosas querellas suscitadas al calor de los debates en la Convención, para que los conozca. Y se de cuenta, que ellos consagran toda su paciente espera y toda su lucha, a lo largo del interminable proceso revolucionario, que parece extinguirse sin haber florecido. Sabrá asimismo, mediante un pequeño recuento, cuanto le ha costado, y entonces le parecerá exagerado e inexplicable.

Después de todo, podrá decir con cierto orgullo: Tengo una nueva Constitución. (Que, quizás con vistas al resurgimiento de la zafra turística, ahora que Europa está imposible, podrá ser exhibida también como parte del paisaje…)

LO QUE ES LA NUEVA CARTA

Indiscutiblemente, que es muy pronto para enjuiciar la nueva Ley Fundamental de la República. Está muy fresca aun. No rige todavía. Pero sin embargo, el hecho constituyente, merece enfocarse. Ya que desde este punto de vista, es fácil esperar que la Carta Magna que acabamos de darnos a través de la Asamblea Soberana, sea un »acontecimiento».

No es, afortunadamente, aquella cosa malintencionada y terrible que salió de la Convención de 1928. Es mejor también, que los estatutos descoloridos que rigen actualmente. Pero, tampoco es mucho mejor que todo eso.

Una masa heterogénea de delegados, en la que figuraron, desde une: treinta abogados y cerca de veinte médicos, hasta un zapatero, un albañil y varios campesinos, pasando por bodegueros, comerciantes, maestros públicos, etc. ha sido la responsable de ella. Que será, a no dudarlo, una compilación extraña de leyes y reglamentaciones. Pues. —con perdón de nuestros soberanos representantes,— no sólo basta con buenos deseos, para acertar en un empeño de esa naturaleza. Si la nueva Carta Magna no es en esencia, la fuente necesaria de principios y fundamentos generales para el sostenimiento del Estado, tal como se exige, en puridad de derecho, eso es cosa que el futuro, la práctica, los hechos posteriores dirán. Para ellos, que la acabaron después de desatar en las postrimerías de su mandato, ya prorrogado, una verdadera guerra relámpago a la urgencia del tiempo, es toda una Constitución. Tanto que cada uno cobró, por su interpretación en los debates, la bagate la de tres mil pesos. Por eso, pues, que corresponda a la ansiedad latente desde hace años o satisfaga la aspiración popular, poco habrá de importarles. Les quedará el consuelo de decir, que quisieron acertar.

LABOR DIFÍCIL

No ha sido, —claro está— y es obligatorio reconocérselo, fácil la labor de estos constituyentes de 1940.

Fueron nueve partidos políticos los que se debatieron en su seno a lo largo de cuatro meses, pugnando por el imperio de sus respectivos programas. Fueron casi más de cincuenta, de los setenta y seis delegados, convencionales y candidatos simultáneamente, precisamente cuando se desarrollaban paralelos, el proceso constituyente y el electoral. Fue, primordialmente, aquel hecho insólito provocado por el Gral. Menocal con su pacto político, que hizo un organismo casi oficial, de una asamblea popular y soberana, que correspondía a un sentimiento nacional. Fue todo eso, lo que adulteró la esencia de la Convención y torció sus rumbos y frustró su rol histórico.

Por todo ello, hay que mirar con cierta comprensión a todo esto. Y transigir con muchas de sus cosas…

NUESTRA  HISTORIA

CONSTITUCIONAL

Cierto es, que de la Convención Constituyente de 1901, salió algo. Se dio al pueblo en aquella oportunidad, precisamente lo que la nueva nacionalidad reclamaba. No solo el instrumento necesario para la instauración del nuevo Estado Libre, sino un instrumento idóneo, capaz, perfecto para las aspiraciones de la época.

Fueron sólo treinta y un delegados sus redactores, y concurrieron al hecho, con la sola proyección de dotar al pueblo, de lo que el pueblo requería. Sin pasiones políticas. Sin presiones extrañas. E hicieron viable el anhelo. Tanto, que prácticamente hasta hoy ha tenido vigencia aquella Constitución. ¡Todo un período republicano de cuarenta años que abrió  aquella Carta Estatal y que cierra esta…!

Ahora, es de esperarse, echando a un lado todo el escepticismo que inevitablemente sentimos, que a pesar de todos los temores, la nueva Carta sea mejor de lo que parece ser.

En nuestro período revolucionario-redentor, desde 1812 hasta la instauración de la República, los libertadores pasaron de seguro por los mismos accidentes.

En 1812, Joaquín Infante, en Bayamo, líder de un movimiento separatista y jefe de un grupo de conspiradores, redactó con ellos, —Sánchez Silvera, Basabe y Ramírez y otros—, el primer proyecto de Constitución para la Isla. Hubo que editarla en Venezuela y en ella se organizaba ya el futuro estado, casi en la forma que se logró después. Cuatro poderes, bandera, himno, y medidas encaminadas a la conquista para el cubano de todas las riquezas.

Después, sucesivamente, Narciso López en 1850, redactó otra. Pero más conservador no quiso en ella fijar la organización de la nueva nacionalidad sino que dejó esa responsabilidad «a la Asamblea Constituyente que habría de reunirse, al ser expulsado el enemigo de la Isla».

«El «Ave María'» —una especie de A B C de la época.— confeccionó la tercera carta magna de la revolución. Se trataba de una organización secreta poderosa arraigada. Miró preferentemente, a la abolición de la trata de africanos, en su constitución.

Y así, Guáimaro. Jimaguayú, La Yaya. La primera, del año 1869 y de hombre de la talla de Céspedes, Cisneros, Agramonte, Zambrana y otros.  La segunda, gestión inolvidable del Titán de Bronce, como prolongación de un deseo y de una aspiración de José Martí. «La Yaya», consecuencia de un mandato de la anterior. Y luego, a la República.

1901, —la obra de la República— 1923, —el desacierto de la Tiranía,— y ahora, la de 1940. Entre la segunda y ésta, el período sin color y sin vida de la vigencia de los actuales estatutos.

Y YA   TENEMOS NUEVA

CONSTITUCION

… ha costado mucho de verdad. No solo en el orden material, —pues acostumbrados a tantas cosas, un crédito 300 mil pesos para gastos más o menos, otro para las elecciones de noviembre 15. en que se eligió la Asamblea, y alguna que otra bobería, no debía parecemos mucho, —como en el moral.

Nos queda el consuelo, de darnos esta explicación:

Lo que se ha perdido, lo que hemos tenido que pasar, todo cuanto se ha sufrido, no fue por lograr esta nueva Constitución.— aunque sí lo fue,— sino consecuencia de la de 1928 que trajo todo esto.

Algo tenemos que hacer, pues es necesario que nos produzca cierta  alegría pensar que Cuba tiene nueva Constitución.

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