Todos los niños necesitan un hogar que sea seguro y que les brinde amor y armonía, donde no haya la presencia de los efectos negativos de trauma infantil.

¿Qué es el trauma infantil?

Según el Instituto Nacional de Salud Mental, el trauma infantil se define como: “Un evento emocionalmente doloroso o angustiante que experimenta un niño, y que a menudo resulta en efectos duraderos mentales y físicos.” Los niños que han sufrido un trauma grave pueden necesitar más atención y cuidados. Las experiencias dolorosas a una temprana edad pueden hacer que los niños vean su mundo de diferentes maneras y reaccionen negativamente a eventos cotidianos del día.  

  Las causas más comunes del trauma infantil incluyen:

            • Accidentes.

            • La intimidación (Bullying).

            • Caos o disfunción en la casa. (como la violencia doméstica, padres con una enfermedad mental, abuso de drogas o encarcelamiento).

            • La muerte de un ser querido

            • El abuso o negligencia puede ser emocional o física.

            • La separación de un padre o cuidador.

            • El abuso sexual.

            • El estrés causado por la pobreza

            • Alguna condición médica repentina y/o grave.

            • La violencia.

            • El encierro que ha causado las Pandemia del Covid-19.

Estas causas pueden afectar negativamente en el desarrollo escolar, ya que  niños con traumas, en algunos casos carecen de autonomía, pueden enfrentar problemas de timidez, no les gusta compartir en grupos y siempre están aislados. Por lo que nosotros como profesionales de la educación temprana tenemos que estar siempre pendientes a cualquier señal que indique un cambio repentino o repetitivo en el comportamiento de los niños. Debemos estar lo más enterados posibles de la problemática familiar para así poder minimizar los efectos negativos del trauma, y  tener un programa que sea sensible al mismo.

Estrategias que pueden ayudarlo y a su niño a adaptarse a los efectos trauma​

            • Aprenda a identificar y a evitar (o atenuar) los “desencadenantes”.

            • Establezca una rutina para su hijo (para el día, las comidas y la hora de ir a dormir) de modo que él o ella sepa qué esperar.

            • Hágale sentir a su hijo que tiene control. Dele opciones simples. Respete las decisiones de su hijo.

            • No tome el comportamiento de su hijo como una afrenta personal.

            • Trate de mantener la calma. Encuentre maneras de responder a los arrebatos que no hagan que las cosas empeoren. Baje la voz. No grite ni muestre agresión. No mire fijamente ni directamente a su hijo durante demasiado tiempo. Algunos niños ven esto como una amenaza.

            • Permanezca disponible y receptivo.

            • Absténgase del castigo ​físico para disciplinarlo. Para un niño que sufrió abuso, esto puede causarle pánico y que se comporte fuera de control.

            • Permítale a su hijo expresar lo que siente. Enseñe a su niño palabras para describir sus emociones. Muéstrele maneras aceptables para que le haga frente a sus sentimientos.

• Sea constante, predecible, afectuoso y paciente.

• Pida ayuda cuando esté preocupado o tenga duda: los pediatras, especialistas del desarrollo y terapeutas pueden sugerir ideas sobre porqué su niño reacciona de ciertas formas y ofrecer respuestas eficaces.

Por  todo lo expuesto, ratificamos la importancia que tiene la preparación sistemática de todos los temas relacionados con la salud mental  infantil, el uso de las mejores estrategias para así tener un programa sensible al trauma y sus consecuencias y logar que nuestros niños crezcan sanos emocionalmente siendo esto la base del aprendizaje. 

Ailin Pérez

Miami, Fl.