Por Lino Rivas Calvos (1950)
La fiesta de la Caridad no empezaría hasta las doce. El cicerone es Manuel Madan. Es más que eso; es la llave mágica esta noche para todos los altares privados de La Habana.
Empieza por advertirnos que no habrá toques ni cantos ni danzas ni en La Habana, ni en Regla, ni en Guanabacoa. Quizás no los haya ni siquiera mañana ni pasado. El Ministerio de Gobernación ha cursado una orden a los alcaldes prohibiendo cabildos, asientos y bembeses. Ni por la de la Caridad, que es el sábado, ni por la de Regla, que es el domingo, habrá ritos paganos.
Nuestra Patrona sin equivalencias yorubas y lucumíes… hasta cierto grado. No se pueden deslindar totalmente en el pueblo. Se mezclan siempre un poco en nuestros ritmos y emociones. Con tambor o sin él habrá siempre alguna forma de cabildos. Pues cabildo es en principio tan solo una reunión de personas que se juntan para adorar en privado, una imagen. Y esta noche hay muchas de esas reuniones en La Habana.
Y en alguna de esas, quizás en voz bajo y a puertas cerradas, puede que algunos estén cantando al filo de las doce algo por este estilo: Ere queté mio pó – ere queté mio pó- amildara, amildara – Ere queté mio pó.
La Casa Grande
Madan quiere llevarme primero a una casa grande. Algo muy fino en altar, nos dice, por de pronto. En la casa del señor Lucas Núñez en el centro mismo de la urbe. Hay un gran patio con altas matas que desde temprano, está colmado de fieles. La patrona está aún velada en su trono. No hay nada de pagano ni ruidoso en esta congregación. Las azucenas y las arecas ascienden hasta el cielorraso.
La Imagen Remisa
Madan tiene otros altares finos que mostrarnos. Vales parece celebrando una victoria china con sus bombillos fotográficos. Pero a mi me gusta más pasar sigilosamente por los barrios, ver el pueblo humilde en comunicación con la Patrona. La Virgen de la Caridad es amante del pueblo, pero no de las exhibiciones ostentosas. No le gustan los desfiles ni las procesiones. Hace mucho tiempo, en una epidemia de viruelas, la sacaron a las calles. Lejos de calmarse, el mal cundió más devastadoramente.
No gusta a la Patrona que la perturben. Quiere permanecer recogida y prístine como en sus primeros tiempos. Con ánimo de embellecerla, alguien taponeó una vez el agujero que tenía en una mano. Cuentan que desde entonces ha sido más remisa en hacer milagros.
Leyenda India
Cuentan que, por 1511, cerca de un siglo antes de su aparición a los Tres Juanes, Alonso de Hojeda regaló una pequeña imagen a un jefe indio del sur de Cuba. El indio estaba en guerra con otras tribus. Al principio, amparado por la Virgen, obtuvo grandes victorias, y mandó que nadie pudiera tocarla, ni nombrarla fuera del templo que le había hecho “salvo su real persona y las mujeres en trance de dar a luz”. Luego ocurrió algo que la leyenda no cuenta.
0 comentarios