PRESENTE CRIOLLO CREACIÓN DE UN ESTILO CUBANO

Written by Libre Online

30 de junio de 2021

POR SAMUEL FEIJÓO (†) 1954

ES de viejo sabido que cada nación tiene no solamente el aire de su raza sino que desarrolla características generales básicas y lo que se suele nombrar modos nacionales, un estilo o sello en las costumbres, lenguaje y psicología de sus habitantes. Cuando un país, como México, por citar un ejemplo americano, cobra esas  características profundas: habla, costumbre, presencia humana y psicología, proyectadas sobre sus artes todas y su estilo de vida todo, es demasiado difícil una penetración a fondo, en un ser nacional, por cualquier giro o moda extraña.

 Cuba contrariamente a México, un país sin base aborígen, porque en nuestro país el indio fue despiadadamente exterminado por la sed de oro del conquistador. Los primitivos indios cubanos desaparecieron de la isla abrumados por una cruelísima esclavitud, sin que dejaran huella alguna sobre el pueblo cubano actual.

Ha sido el único caso en  América de exterminio de una pacífica raza por el extranjero, caso por cierto poco conocido en el resto del mundo. El indio nuestro, el siboney o el taíno, no dejó huella sobre nuestro estilo, artes y costumbres. Lo único que conservamos de él son los bajareques, bohíos, bateyes, y las bellísimas voces aborígenes que ennoblecen con su música suave, deliciosa, el habla popular.

Eso solamente. Nadie recogió su poesía, sus músicos, sus leyendas. De esos elementos, tan útiles para estructurar nación, cultura y voz de nación con modos totales y originales, carecemos absolutamente.

La conquista de la Isla dio paso a la inmigración; poco a poco Cuba se fue poblando y creciendo. Los nuevos cubanos tomaron de tus padres las importadas costumbres y la escasa cultura. Pero, como siempre, la naturaleza isleña nos acondicionó y distinguió. Entre los campesinos cubanos ocurrió el maravilloso fenómeno de la penetración de una naturaleza, de un estilo de la naturaleza en sus vidas. El clima, los frutos, el paisaje, crean lentamente una tipología, una expresión distinta. Los hijos de los españoles ya no se parecían a sus padres, por el físico y, a poco, por la psicología. La isla cubana los fue  tomando y conformando.

Es sabido que nuestra arquitectura colonial es pobre, que la plástica, la imaginería popular es débil y que solo la música cubana, de sello personal, es lo que más nos ha caracterizado como nación, como país de modos propios.

Entre los campesinos cubanos la guitarra, el tiple y la bandurria fueron necesidades. Las importadas músicas andaluzas cobraron, mediante las guajiras y tonadas de décimas, un carácter peculiar, un «tipicismo» primitivo y diáfano. El barroco colonial, aunque pequeño, por el aporte del artesano nativo nos dio un poco de estilo, (que la moderna pintura cubana ha recogido muchas veces con gran acierto).

Un guajiro vistiendo su guayabera, con su sombrero de yarey, surgiendo entre palmeras, era, y es ya, una estampa única en el mundo, inconfundible, original. En ningún lugar de la tierra ocurre semejante espectáculo. Y cuando nuestro campesino habla, su lenguaje es también único, diferenciado de las otras lenguas de los pueblos americanos. Y cuando nuestro campesino canta y cuando danza sucede lo mismo. ¿Qué ha ocurrido? Le creación de un tipo humano, un rostro, un acento, una psicología y un estilo de vida, por la colaboración directa de la naturaleza en que se han gestado. Esa es la raíz mayor de la antropología.

ANTICUBANISMOS

El periodista Leandro Garda se quejaba recientemente, en uno de sus artículos, de la extraordinaria influencia de «Miami» en La Habana, donde las tiendas se llaman “stores», los mercados “markets”, “groceries» etc. Pedía el cronista una legislación que «además de dictada sea cumplida para salvar, el ya empalidecido carácter de la capital». Tantos nombres, marcas, anuncios, titulares «estilo Miami» le proclamaban que La Habana perdía carácter y color criollos.

Pero no ha sido solamente dicho cronista quien se ha preocupado de esta invasión miamense sobre la capital de Cuba. Son muchas ya las personas responsables que han combatido en nuestra prensa esta tendencia del comercio y la propaganda en general que desvirtúa nuestra presencia y nuestra «esencia» como país, haciéndonos lucir como una sucursal miámense.

Entre otros escritores, el filósofo mexicano José Vasconcelos, en visita a nuestra capital, propuso uno campaña por «cubanizar a Cuba». Porque es demasiado evidente, y esto se comprueba con un simple paseo por la capital, que la influencia de Miami es cada vez mayor y más penetrante.

Ya el capitalino dice «porche» «living» «hall», «grocery» etc. por sus equivalentes en español. Cantar el «Happy Birthday to you» es inevitable en los cumpleaños de los niños y aun adultos cubanos. El «Saint Valentine’ day» (día de los enamorados) se anuncia así, por las tiendas de moda, en los periódicos.

En el pasado año leímos un anuncio a media página en los diarios habaneros que comenzaba así. en letras gruesas: ¿Ya se decidió a hacer feliz a su VALENTINE? A esto hay que agregar que muchas marcas de productos comerciales se escriben en inglés. Hasta un refresco hubo que se denominaba «Cuban Boy”.

Pero lo que más duele de esta invasión miamense es la repercusión en el campo cubano. Verdad es que muchos colonos han ido a Miami en tiempos de bonanza azucarera y se han traído su influencia mayor o menor de la rica ciudad vecina. Es de veras absurdo escuchar de labios de un cubano del interior el «O. K», el «All right». y el «So long» etc. Y harta el «chiflido del lobo» para celebrar a las bellas mujeres, chiflido que no sólo oye en las películas sino que escucha ya a su alrededor.

Hemos contemplado una orquesta criolla nombrada RIVERSIDE tocando en La Esperanza, Las Villas. En las afueras de Ranchuelo, hemos visto ya un «Nigth Club», erigido entre palmas reales, sustituyendo a los criollos «liceos» y «casinos». Y en las ciudades estos «night club» ya se anunciar con luz neón. Este cursi «Night Club» guajiro es una grave advertencia, una señal funesta, para los que se preocupan por una cubanía sana, sin estridencias y sin extremismos nocivos.

A lo anterior debemos añadir, entre otros cosas, que si Miami tiene su «reina de los toronjas», según su tradición, nosotros tenemos ya, ay, nuestra «reina del arroz» coronado en Manzanillo en un reciente Festival del arroz, y nos amenazan nuevas «reinas»… Sentada en un «mar de arroz» la bella oriental lucía su diadema, muy orgullosa, al «estilo do Miami» Y en el mismo cubanísimo Oriente, en el Paseo de Marti de Santiago de Cuba, existe un cafetín que ha colocado su nombre entre bombillitos de colores, de esta guisa: ¡MARTI CREAM!..

AVISOS DE MARTI

Nuestro  vidente Martí siempre atacó, como muy nocivo para los países americanos de habla española, las influencias extranjeras que tendieran a desvirtuar los modos nacionales. Martí atacaba con recia y diestra prosa «a los postizos da afuera, de otras causas y gente, que a la larga dejan a los pueblos sin la persona propia». Estimulaba toda permanencia de «cosa nacida del país, que es lo que nutre y persiste».   Le molestaba profundamente también el cerrado nacionalismo, tan peligroso: «injétese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas». Siempre insistía Martí en el cultivo de lo propio: «El vino es de plátano: y si sale agrio ¡es nuestro vino!» Temía que los pueblos jóvenes e influenciables de la America cayeran en aberraciones exóticas que Ies desvirtuaran. Y es famosa su frase apasionada: «la inteligencia americana es un penacho indígena”.

Estas escrituras  de Martí siguen actuales mantienen su eficaz vigencia. Un luchador por la unidad americana como Martí, un conocedor profundo de sus pueblos. De las variadas costumbres y estilos de los países de America, no podía menos de advertir esto debilidad de los pueblos nacientes a lo poderoso extraño. Y les aconsejaba de continuo sobre la necesidad del mantenimiento de un estilo nacional unitario, del mantenimiento de un estilo nacional unitario, del «color y el sabor» del país.

En lo que a la actual Cuba respecta confiamos siempre en la fuerza de nuestra raza, en el recio matiz criollo, que, apoyado y protegido por la naturaleza, sabrá oponerse a exotismos y a injertos estériles. El temperamento nos habrá de salvar siempre de influencias nocivas, en nuestro natural cambio de gustos y costumbres epocales, sin recurrir a chauvinismo limitadores, a pintoresquismos necios, sino que nuestra cubanía se habrá de mantener natural y fresca, sin forcejeo y sin escándalo. Cualquier debilidad presente ha de ser enmendada por la sabia constancia racial, en el tiempo, porque de acuerdo estamos con Martí, en que “no bastan unos cuantos siglos para cuajar un pueblo”

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