El martes primero del mes de junio se inició la temporada de huracanes del año 2021, que se extenderá hasta el martes 30 de noviembre. El vocablo “huracán’ proviene del nombre que los indios mayas le daban al dios de las tormentas y a los espíritus diabólicos que asociaban con el fenómeno natural. No en todas partes, sin embargo, se usa el mismo término. En la India a los huracanes se les llaman ciclones, en Filipinas se les conoce como “baguíos” y tifones en el oeste del Océano Pacífico. En Australia llevan el curioso nombre de “wily-willy”.
Según los meteorólogos los huracanes se deben a una combinación de diferentes factores, entre los cuales es un elemento básico la temperatura de la superficie del mar, que debe oscilar alrededor de los 27 grados centígrados. No todos los huracanes son de la misma intensidad. Generalmente se usa la llamada escala Saffir Simpson que los clasifica en cinco categorías numéricas.
Es curioso el hecho de que desde hace un poco más de 15 años los huracanes se identifiquen con nombres de personas. Por simple curiosidad ofrecemos la lista de nombres de este año: Ana, que se adelantó y ocupó el primer lugar. Los siguientes nombres son Bill, Claudette, Danny, Elsa, Fred, Grace, Henry, Ida, Julián, Kate, Larry, Mindy, Nicholas, Odette, Peter, Rose, Sam, Teresa, Víctor y Wanda. Si fuere necesario, y esperamos que no, nombres adicionales se extraerían del diccionario griego.
Se afirma que el primer meteorólogo en utilizar un nombre propio femenino para referirse a un huracán fue el australiano Clement Wragge, a finales del siglo XIX y XX. En el año 1941 el escritor George Rippey Stewwart dio a la publicidad una novela que tituló “STORM”, la que se convirtió en un memorable éxito de venta y constituyó un extraordinario aporte a la tendencia de identificar los huracanes con nombres de personas. ”STORM” fue llevada al cine por Walt Disney y es considerada, además, la fuente de la que bebieron su inspiración los compositores Lerner y Loewe, creadores de la canción “They Call the Wind María”, estrenada en la presentación musical “Paint your Wagon”.
Los huracanes no son un paseo, siempre son una pesadilla. Es curioso el hecho de que un huracán llamado Allen, en 1980, produjo más de 200 muertes y en el año 2005 hubo tantas tormentas tropicales, veinte y ocho, que hubo que acudir a la nomenclatura griega. Los inolvidables Katrina, Rita y Wilma hicieron su destructora aparición en el 2005.
Los meteorólogos empezaron a ponerles nombres a los huracanes y tormentas tropicales para permitir facilidad de comunicaciones entre ellos y el público. Al identificar un fenómeno atmosférico por medio de un nombre específico se evitan confusiones en el proceso de clasificación histórica, algo que no era posible con los imprecisos métodos que solían usarse. Por siglos, muchos huracanes en Las Antillas eran identificados por los nombres del santo del día en que aparecían. Por ejemplo, el “huracán de Santa Ana”, el 26 de julio de 1825, que azotó a Puerto Rico con una inolvidable violencia destructiva, y “San Felipe primero” y “San Felipe segundo” que también afectaron devastadoramente a la isla del Encanto, el primero el 13 de septiembre de 1876 y el segundo en 1928. Sucedió igual con el “huracán de San Zenón”, que destruyó el 3 de septiembre de 1930 la ciudad de Santo Domingo en la República Dominicana.
Los que hemos sufrido el azote de huracanes siempre discutimos acerca de cuáles han sido los más destructivos de todos sin que nos pongamos de mutuo acuerdo. Por supuesto, eso depende del sitio en el que vivimos. Ninguno que haya transitado por tierras de América es inolvidable. Las huellas que dejan detrás de sus pasos siempre resultan inolvidables. A título de curiosidad vamos a mencionar algunos de estos inquietantes fenómenos naturales.
Los diez huracanes más fatídicos de la historia de la humanidad han sido: (1) El ciclón Bhola, de 1970, que afectó al actual territorio de Bangladesh y que cobró la vida de cerca de 500,000 personas; (2) el huracán Indio de 1839, ocurrido en la ciudad india de Coringa, ocasionando la muerte de 300,000 personas y el naufragio de 2,000 navíos. La ciudad nunca fue reconstruida totalmente. (3) el Tifón de Hai Phóng en 1881. Se trata de una ciudad de Taiwan que fue prácticamente borrada del mapa, con el saldo de más de 350,000 muertes; (4) el ciclón de Calcuta, en 1737. Este desastre natural, ocurrido el 7 de octubre de 1737 en Calcuta, sepultó prácticamente a esta ciudad y sus alrededores en el mar. Se calcula que murieron más de 300,000 personas, sumando el naufragio de más de 12,000 navíos anclados en el puerto, (5) el Gran Ciclón de Backerganj en 1876. En el golfo de Bengala se produjeron vientos huracanados que provocaron olas de 12 metros de altura, que ocasionaron la muerte de más de 200,000 personas. Se estima que 100,000 personas adicionales murieron posteriormente por las enfermedades y la hambruna sufridas en los años subsiguiente, (6) el ciclón de Backerganj, probablemente entre los años 1582 o 1584. Según la información enciclopédica Banglapedia, un total de 200,000 personas perecieron y quedaron arrasados los distritos de Barisal y Patuakhli. Informaciones legendarias afirman que solamente quedaron en pie los templos hindúes de la época; (7) Tifón Nina, de 1975. El tifón Nina ha sido el más devastador de la historia china. Murieron cerca de 100,000 personas, pero debido al colapso de varias presas acuáticas perecieron ahogadas otras 100.000 personas; (8) el ciclón Naragis, nacido en el océano Indico en el mes de abril del año 2008 se extendió hasta las costas de Birmania, destruyendo varias poblaciones y cobrando más de 90,000 muertos y 56.000 desaparecidos; (9) el ciclón de Bangladesh en 1991. Su fuerza arrojó una marejada que elevó en más de 6 metros el nivel del mar. Murieron cerca de 140,000 personas y más de 10 millones de personas perdieron sus casas. (10) el ciclón de Bombay, surgido en el mar Arábigo, y tocando tierra el 6 de junio de 1882. Se estima que causó la muerte de más de 100,000 personas.
El huracán es el más severo de los fenómenos meteorológicos debido a la frecuencia con la que ocurren. Técnicamente hay tres etapas, que son: depresión tropical con vientos máximos de 62 kilómetros por hora; tormenta tropical, con vientos de 63 a 117 kilómetros por hora, y huracán propiamente hablando, que alcanza fuerzas de viento superiores a los 118 kilómetros por hora. Podemos mencionar al huracán de “San Zenón”, que destruyó la ciudad de Santo Domingo el 3 de septiembre del 1930. La práctica, de la que ya hemos hablado, de designar a los huracanes alternadamente con nombres de hombres y mujeres siguiendo el orden alfabético, con excepción de las letras Q, U, X y Z, ya que con estas son limitados los nombres que pueden ser usados, nos permite identificar históricamente estos severos fenómenos. Incidentalmente. Los nombres de huracanes que han sido intensamente devastadores no volverán a ser usados hasta que transcurra un período de 10 años. En la lista de nombres retirados hay algunos que son recordados especialmente por todos los floridanos, entre ellos, por orden alfabético, Agnes, Andrew, Camille, Connie, Flora, Hugo, Ike, Katrina, Mitch y Wilma.
Hace apenas cuatro décadas, debido a la escasez de comunicaciones, éramos sorprendidos por huracanes para enfrentar los cuales no estábamos preparados. Hoy día los servicios meteorológicos disponen de aviones con tecnología avanzada y con técnicas computarizadas que les permiten advertirnos de la existencia de un huracán a pesar de la distancia a que se halle de nosotros, añadido el hecho de que los medios de comunicación nos orientan de manera constante y profesional. Hay rutas de evacuación prefijadas y planes establecidos para la protección comunitaria en su totalidad.
No podemos terminar sin hablar de la fe. Los seres humanos no tenemos la repuesta para todas las preguntas ni las soluciones para todos los conflictos. No podemos reducir la velocidad del sol ni controlar la fuerza y la dirección de los vientos; pero sí podemos depender del Creador y el Dueño del Universo. Frente a la epidemia que hemos sufrido con dolores, tristezas y pérdidas irreparables, únicamente Dios ha sido la fuerza para sostenernos. Ahora, cuando se extienden ante nuestro paso los desconocidos caminos que nos tocará andar, fortalezcamos nuestra fe, la fuente invencible que habrá de ampararnos misericordiosamente.
¡Confiemos en que lo que resta del año 2021 tendremos días felices y grandes victorias que conquistar!. Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?
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