65 AÑOS DE INFAMIA (X)

Written by Libre Online

19 de marzo de 2024

No obstante, a fin de ser justos, debemos mencionar brevemente que otro presidente del Partido Demócrata, Lyndon B. Johnson, ante la preocupación del General Elias Wesin y Wesin de la República Dominicana, en 1965, —cuando el comunista Coronel Francisco Caamaño Deñó logró aislar los tanques de Wesin en la ribera opuesta del río Ozama, cortando así las posibilidades de defender la democracia en su país—, manifestó en la Casa Blanca que “no toleraría otra Cuba” y envió los marines norteamericanos que salvaron finalmente a la democracia en “Quisqueya” (nombre dado por sus aborígenes, “Madre de todas las Tierras”). Caamaño Deñó se refugió en Cuba en 1967. 

Fidel Castro Ruz no cejaría en sus intentos de someter y explotar a toda Ibero América, pero la República Dominicana ya no sería una de sus víctimas, gracias a la firme actitud del Presidente Lyndon Johnson.

Mientras la propaganda engañosa sobre la revolución cubana seguía adoctrinando a los incautos del mundo sobre sus “maravillas”, la resistencia en Cuba se arreciaba más a partir de 1963 con numerosas guerrillas luchando en la Sierra del Escambray, mayormente integradas por antiguos miembros del ejército rebelde que no estaban dispuestos a que Cuba se afondara en el comunismo castrista. 

La represión del régimen recrudeció ostensiblemente con cientos de detenidos y fusilados a la vez que una mordaza asfixiante ahogaba al pueblo, haciendo que muchos optaran por lanzarse a la mar para escapar de la pavorosa demencia política.

En tanto, a medida que la nación se radicalizaba más, también se hundía y empobrecía más. Contaba con un gobierno totalmente inservible, dedicado únicamente a esquilmar y promover el terrorismo internacional, y que no sólo destruía las eficientes industrias cubanas, sino que era incapaz de gestar ninguna que tuviera el menor éxito. La impericia del régimen era alarmante. 

Ya no había empresas privadas en Cuba. Todo caía bajo la locura irracional de la férula castrista, con sus desmañados “interventores” que no eran más que legos comisarios comunistas sin preparación ninguna ni aptitud para dirigir siquiera un puesto de frutas. Cuba, que fue “la azucarera del mundo”, terminaría importando azúcar; el rosario de disparates seguiría despedazando al país.

La odiada “Libreta de Abastecimiento” (otro de los extravíos chinos y soviéticos), era en realidad una “Libreta de Racionamiento” no de “abastecimiento”, engañosa palabra utilizada por los comunistas (como siempre, alterando sus realidades con falsedades). La miseria se volcaba sobre la otrora próspera nación cubana a ritmo frenético. Y había que seguir oyendo a los estúpidos del mundo en sus absurdas alabanzas a la revolución, como le sucedió a mi tía en España.

Mi pobre tía, que durante tres años tuvo que pagar las consecuencias de las “directrices inmorales” de la dictadura castrista para corromper a la sociedad, habiendo sido forzada a alojar en dos de sus habitaciones a personas extrañas —en la primera, un matrimonio joven del congo; y en la segunda, tres activistas vascos de la ETA—, convirtiendo las noches de su casa en la calle Municipio en una aberrante sodomía, más tarde tuvo que soportar, cuando al fin logramos sacarla hacia España en el año 1967, que dos estudiantes de Toledo, residentes temporales en un pisito anexo en Madrid, le negaran el saludo acusándola de “reaccionaria y gusano”, por ser una cubana exiliada. 

Felipe Lorenzo

Hialeah, Fl.

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