65 AÑOS DE INFAMIA (I)

Written by Libre Online

12 de diciembre de 2023

Cada año, al llegar el primero de enero, mientras recibimos con esperanza y alegría el año entrante y nos enfocamos en noveles proyectos y planes inmediatos (que no siempre cumplimos), un nuevo y ominoso trazado suma su agregada raya al cúmulo de marcas que se agolpan en el musgoso foso donde yace olvidada, doliente y malherida, la esclavizada y abusada patria cubana.

El próximo primero de enero, la tenebrosa tiza negra —ya bastante deslucida por el tiempo—, completará otra línea más para marcar el año 65, en ese escabroso y tétrico sumidero. ¡65 años de infamia!

Sesenta y cinco años desde aquel primero de enero de 1959 cuando el pueblo de Cuba despertó henchido de felicidad ante la noticia que el dictador Fulgencio Batista había abandonado el país en horas de la madrugada. Todos pensaban que se había quedado superada la época de la dictadura, pero pocos suponíamos que lo que dejábamos atrás eran siete años de una débil autocracia, nada comparable con el horrendo flagelo que acababa de comenzar. ¡Ahora sí sabríamos lo que era ciertamente una dictadura!

Durante los primeros días de ansiedad e incertidumbre todo era entusiasmo a la espera del “Máximo Líder” de la revolución y su entrada triunfal en La Habana el ocho de enero luego de escuchar discurso tras discurso a diario, en cada capital provincial, a medida que su “Columna número uno” se aproximaba lentamente a la cimera ciudad de la república, penetrando a través de la ruta del “Paso Superior”.

Ese “Engendro del Mal” que nos había prometido elecciones libres en seis meses, el respeto total a la Constitución de 1940 (una de las mejores del mundo, aún a la altura de nuestros días), y el regreso a todas las garantías constitucionales, ya había planificado, en su cerebro maligno, cómo engañar al pueblo de Cuba en vías de esclavizarlo para siempre.

Fidel Castro Ruz —el primer traidor a los principios fundamentales de la revolución cubana—, había decretado desde la Sierra Maestra, donde aún se hallaba el primero de enero, una huelga general. El verdadero motivo de su medida inicial dictada era simplemente asegurarse de paralizar al país mientras él corría para aferrar las riendas del poder, sin que un gobierno civil dejado por Batista, o ningún otro grupo revolucionario en la capital lograra disputarle el mando o siquiera intentar compartirlo. La Federación Estudiantil Universitaria, la Organización Auténtica, el Directorio Revolucionario 13 de marzo, el Segundo Frente del Escambray y otros grupos que lucharon al igual que el “Movimiento 26 de julio”, algunos jugándose su vida aún más por estar operando en las áreas urbanas, o los numerosos partidos políticos de oposición que durante los siete años del gobierno de Batista se enfrentaron al régimen con los medios a su alcance, quedarían eliminados de cualquier intento por formar parte del nuevo gobierno. El traidor Fidel Castro Ruz evitó a toda costa, desde el primer día, que el “poder absoluto” escapara de sus manos.

Presuroso, envió al Comandante Camilo Cienfuegos a La Habana para asumir la dirección del campamento militar de “Columbia”, el principal en la capital, y al Comandante Ernesto “Che” Guevara a “La Cabaña” el segundo cuartel importante empotrado a la entrada de la bahía capitalina (no porque habían vencido ya en la batalla final, sino porque Batista abandonó el país). Y nombró presto al ex juez oriental Dr. Manuel Urrutia Lleó, entonces exiliado en Venezuela y miembro del Movimiento 26 de julio, como nuevo Presidente provisional de Cuba. Así, simplemente “de dedo” escogió al ex juez que les había declarado inocente en un juicio político previo, algunos años antes.

“El primer traidor a la revolución”, el “Máximo Líder” de la farsa revolucionaria, consideró en sus cálculos, erróneamente, que Urrutia Lleó sería fácil de manipular por ser una figura seca y desconocida, sin ningún carisma personal. Entre sus incontables yerros, ése fue el primero de todos y, muy pocos meses después, tuvo que “formar un show” y crear una crisis para desembarazarse de él y plantar en su lugar al títere Osvaldo Dorticós Torrado como nuevo “Presidente de mentiritas” de Cuba. Manuel Urrutia Lleó, decidido anticomunista, tuvo que pedir asilo en la embajada de Venezuela para evitar su arresto.

Aún recuerdo cuando Papá se puso en pie con mucha seriedad, fue a la biblioteca de nuestra casa y tomó un libro titulado “La Gran Marcha”, de Mao Tse-tung, aquel 8 de enero cuando veíamos en CMQ Canal 6 de Televisión la llegada de Fidel al Palacio Presidencial y su primer discurso. Una paloma se le posó en el hombro mientras ingenuamente la muchedumbre enardecida aplaudía y lloraba de júbilo ante la llegada del “mesías prometido”. Pero mi padre abrió la página central de aquel extraño libro y me mostró una foto, donde un chino con una paloma posada en el hombro arengaba a las multitudes en una plaza de Pekín. ¡Lo mismo que yo veía en ese momento en la Tele!

Felipe Lorenzo

Hialeah, Fl.

Temas similares…

0 comentarios

Enviar un comentario