De la Redacción de LIBRE y Fuentes anexas
Durante años, se debatió laboriosamente —como tantos otros detalles de la vida y las hazañas de Cristóbal Colón— sobre la identificación del puerto de San Salvador, punto de desembarco del gran navegante en la Isla, en su primer viaje de
hallazgo del Nuevo Mundo.
Era indudable para los investigadores que el lugar se localizaba en esa dilatada zona de la costa norte de la provincia oriental, que va de Baracoa a Puerto Padre, de ahí que los naturales de esos dos puertos extremos, así como los de Gibara, reclamaran el honor histórico y hasta lo señalaran con monumentos de mayor o menor significación.
La tesis de que Gibara fuera el puerto de desembarco de Colón y sus acompañantes el 28 de octubre de 1492, tuvo sus partidarios durante mucho tiempo en los círculos científicos: el escritor canario Antonio María Manrique, en trabajo publicado en 1839; Herminio C. Leyva en otro estudio publicado al año siguiente, 1890; la comisión oficial del gobierno español que organizó los actos conmemorativos del centenario del descubrimiento en 1892, etc.
Y más cercano en el tiempo, el ingeniero Luis Morales Pedroso, abogó documentadamente en pro de la tesis de Gibara, al extremo de que una comisión designada por la Sociedad Geográfica de Cuba para estudiar y dictaminar sobre ese trabajo llegó a darle su aprobación.
Sin embargo, en puntos históricos tan confusos e impreciso como éste, nunca se puede llegar a conclusiones definitivas. Entendiéndolo así, otros investigadores se dieron a la tarea de esclarecer la incógnita lo más posible, y cuando en 1936 el Lyceum convocó a un concurso sobre este problema de la historia de Cuba, se presentó por primera vez la tesis de que el puerto de San Salvador no puede ser otro que el de Bariay.
El tribunal, integrado por autoridades en cuestiones históricas y geográficas, no aceptó ninguna de las tesis presentadas, pero convino en la existencia de un tramo de costa, comprendido entre Sama y Puerto Padre, que denominó “tramo colombino de desembarco”. No obstante, la tesis de Bariay llamó poderosamente la atención, al extremo de producir votos particulares favorables.
Dos trabajos sustentaban esta tesis: uno de J. Van Der Gutch, piloto mercante, y S. M. Farajón, ingeniero civil; y otro de los doctores Carlos Iñiguez y José Cid.
En 1939, el doctor Iñiguez, entonces profesor de Oceanografía e Historia del Poder Naval de la Escuela Naval del Mariel, dirigió un viaje de comprobación de su tesis a bordo de la unidad de la Marina de Guerra, “Patria”, y al recorrer el tramo señalado guiándose por el diario de navegación de Colón, ratificó su criterio de que el único puerto de toda la costa norte de Oriente que coincide de un morir, exacto con los rumbos, la distancia, la anchura, la profundidad, la flora, el relieve, la navegación al poniente, señalados por Colón en el puerto de San Salvador, es el de Bariay, conclusión a que llegó también el profesor norteamericano Samuel E. Morison, de la Universidad de Harvard, al recorrer en 1911 la ruta colombina en el yate “Mary Otis”.
La tesis tuvo su culminación en 1942, al conmemorarse el 450 aniversario del Descubrimiento. El profesor Iñiguez la sometió al Primer Congreso Nacional de Geografía celebrado ese año y éste acordó que “con los elementos de juicio presentados, Bariay es indiscutiblemente, el puerto de San Salvador”.
La tesis fue apoyada por el Grupo Humboldt de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente —que agrupa a los más significados historiógrafos de la provincia —, que la había confirmado en sus investigaciones independientes; y por el P. Justo Félix, profesor del Colegio de la Salle de Santiago de Cuba, que también había realizado estudios por navegación en sentido inverso a la ruta de Colón.
Posteriormente el doctor Carlos Iñiguez recorrió nuevamente la ruta dos veces, en compañía del también profesor de Geografía e Historia doctor Francisco Iglesias, para realizar documentales cinematográficos probando la tesis de Bariay. El primero de ellos, hecho en viaje por mar, fue sometido a la consideración del Segundo Congreso Nacional de Historia celebrado en La Habana a fines de 1942, apropiándose la tesis por unanimidad, ante las pruebas concluyentes que constituyó la comparación del paisaje y las características de Bariay con las descripciones contenidas en el diario de navegación del gran Almirante.
El segundo viaje de comprobación del actual Director de la Escuela Técnica Industrial “General José B. Alemán”, doctor Iñiguez, fue hecho por la vía aérea, en compañía de los profesores Iglesias y Reinaldo Becerra, en 1946 lográndose en esa ocasión un magnífico documental en colores.
Consagración de la tesis de Bariay que hasta ahora no ha podido ser refutada en los círculos científicos fue la colocación en un lugar de aquella privilegiada costa, de un pequeño monumento conmemorativo, en acto celebrado en 1953 con representaciones muy calificadas de la historiografía cubana. Una tarja consigna los nombres de investigadores e instituciones que han señalado el relevante hecho histórico.
Es esta una zona de belleza impresionante y de emotivas reminiscencias, cuyas aguas se abrieron al afán aventurero del nauta europeo para, al amparo de su paisaje de encantamiento, hacerle exclamar: “es la tierra más hermosa que ojos hayan visto…”
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