Víctimas de secuestro piden a las exFARC lágrimas que muestren su arrepentimiento

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24 de junio de 2021

Bogotá, 23 jun (EFE).- Varias víctimas de secuestro por parte de la antigua guerrilla de las FARC hablaron este miércoles directamente a sus victimarios, quienes expresaron su arrepentimiento con palabras de reconocimiento de los crímenes cometidos, pero sin apenas lágrimas.
En un acto público y semivirtual, organizado por la Comisión de la Verdad, varios exsecuestrados y familiares contaron las historias que los han atormentado durante años e hicieron una apuesta firme por que no se vuelvan a cometer los crímenes que vivieron decenas de miles de familias colombianas durante más de 50 años de conflicto armado con las FARC.
Para algunos, como la excandidata presidencial Íngrid Betancourt, que estuvo más de seis años en cautiverio, era la primera vez que se encontraba cara a cara con los exguerrilleros de las FARC, mientras otros ya habían tenido sesiones previas con sus victimarios.
«Los oí llorar (a los familiares), los vi llorar y he llorado con ellos», dijo Betancourt, a quien las FARC secuestraron el 23 de febrero de 2002 y no recuperó la libertad hasta el 2 de julio de 2008 en la operación militar «Jaque».
«Pero debo confesarles que me sorprende que nosotros de este lado del escenario estemos todos llorando y del otro lado no haya habido una sola lágrima», añadió entre lágrimas.
Otros ciudadanos, como Roberto Lacouture o Armando Acuña, también sufrieron esos crímenes y pasaron al escenario, o en el caso del ya fallecido periodista Guillermo «La chiva» Cortés lo hicieron sus familiares para, con un nudo en la garganta y respiraciones prolongadas, hablar de perdón, de paz y de procesos sanadores y de reconciliación.
«Aunque el perdón es muy personal, yo he perdonado para no seguir generando odios y rencores, para buscar, en medio de la reconciliación, la paz que merece este país», dijo Acuña, secuestrado cuando era concejal de Garzón (Huila) en 2009, y que también pidió a los exguerrilleros que hagan «todo lo humano e inhumano por la paz de este país».
UN «ARREPENTIMIENTO PROFUNDO»
Varios líderes del antiguo secretariado (mando colectivo) de las FARC y otros exguerrilleros reconocieron en público y ante las víctimas unos crímenes que ya habían asumido en otras instancias.
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), surgida del acuerdo de paz de 2016, acusó este año a los líderes de las extintas FARC por los secuestros y otros crímenes de guerra asociados -como abusos sexuales, torturas y maltratos-, como parte de un proceso donde hay acreditadas 2.107 víctimas.
«Estamos aquí con el propósito de hacer el reconocimiento expreso de nuestra responsabilidad por la comisión del delito de secuestro, realizado en innumerables ocasiones por la que fuera nuestra organización política militar, las FARC-EP, de la que fui su último comandante», dijo Rodrigo Londoño, alias «Timochenko».
Compañeros suyos, como Pastor Alape o Carlos Antonio Lozada, también reconocieron sus errores y los crímenes de secuestro.
«No hay palabra que pueda justificar el dolor causado. Lo único que vale son los actos que podamos tejer para resarcir nuestros errores», aseguró Alape.
HACIA LA PAZ
El acto se presentaba como «un diálogo sincero desde las entrañas heridas», en palabras del presidente de la Comisión de la Verdad, el sacerdote jesuita Francisco de Roux.
«Sabemos que estamos ante lo impredecible del sufrimiento humano, de los sentimientos llevados hasta el límite del dolor, de la obligación de respetar a quienes fueron sometidos a años de ignominia en el cautiverio, de la obligación de proteger la dignidad de los que fueron asesinados o desaparecidos y respetar la grandeza humana recuperada de los que reconocen la verdad que hoy se pone ante el mundo», aseguró De Roux.
Más allá de ese dolor y del reconocimiento por parte de los victimarios, las dos partes subrayaron la necesidad de no olvidar lo ocurrido, apostar por la paz y evitar la violencia.
«Aquí, frente a Colombia, (…) hemos querido (…) afirmar que como colombianos no queremos volver nunca al pasado y que estamos listos para enmendar y construir hombro a hombro un nuevo futuro para todos», subrayó Betancourt.
A su vez, del otro lado, Londoño resaltó: «Queremos que este reconocimiento y esta apelación al perdón tengan el alcance de una rotunda condena a la guerra y la más fuerte exaltación a la paz. Que Colombia, y ojalá ningún otro lugar del mundo, vuelvan a ser jamás escenario de confrontaciones armadas».

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